Los que tengan una cierta edad recordarán, algun@s con cariño, otr@s con desdén y otr@s con manifiesta animadversión, las cátedras de la Sección Femenina del Movimiento, antecedente inmediato de las Universidades Populares Socialistas, esas que proliferaron en los primeros años de la ignominia en todo el territorio, antes nacional, y ahora lo que sea.
El caso es que las integrantes de esas cátedras –el término miembra es de invención posterior– enseñaron a muchas de nuestras madres a cocinar, corte y confección, calceta, encaje de bolillos, bordado, decoración, a planchar el dobladillo, protocolo familiar y, en los ratos libres, a tocar y bailar las seguidillas, fandangos y jotas del lugar. Todo eso que luego enseñaron las Universidades Populares Socialistas, engrasadas con los presupuestos de las diversas y numerosas administraciones públicas, que para sí hubieran querido las seguidoras de Doña Pilar, que les daban un duro y tenían que devolver cuatro pesetas.
El caso es que todo lo que antes enseñaban en las cátedras, luego en las Universidades Populares Socialistas, ahora nos lo va a enseñar a los varones celtibéricos el nuevo Ministerio de la Igualdad, en busca de redefinir, por cuarta o quinta vez en un par de décadas, el nuevo rol masculino. Eso sí, aprovechando las nuevas tecnologías, que es lo mismo que decir por teléfono.
De modo que, una vez “concientizados” los varones blancos, cristianos, heterosexuales y padres de familia de que la partida de dominó hasta las tantas es incompatible con el nuevo rol, tengamos a mano el nuevo teléfono de Elena Francis para salir del paso ante el enorme problema que supone para los portadores de testosterona el planchado de las sábanas de dos por dos, sin que arrastren por el suelo y sin rematar la faena con un buen par de hostias a la parienta, por someternos sin contemplaciones a esa nueva modalidad de tortura.
No obstante yo ya tengo mi pregunta para Bibiana: Cuando la propia me pida guerra ¿Qué es más adecuado al nuevo rol, me duele la cabeza o mañana tengo que madrugar? Me temo que si las señoritas de las cátedras me hubieran aconsejado el rezo conjunto del rosario para calmar la concupiscencia a destiempo, las de Bibiana me van a recomendar que aconseje a la parienta la lectura de las obras completas de Suso de Toro. Me temo.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 12 de junio de 2008
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