Zapatero, más conocido por ZP. |
Como siempre que veo en mi buzón una carta de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, brazo “civilizado” del gobierno coactivo, ladrón y derrochador -lo que poco cuesta ganar, poco cuesta gastar- me subió la tensión arterial: 16-12, y el pulso cardiaco: 100 pulsaciones por minuto. La pena es que no tuviera a mano un hipotético medidor de unas supuestas feromonas de la risa y del cabreo, lo reviento. Después de leerla, digo.
Sucedió hace unos días, alrededor de las dos y media de la tarde. Llego al portal del edificio donde vivo, abro el buzón, al que ya califico de alto riesgo cardiaco, y lo primero que veo es el alarmante anagrama de la AEAT, en medio de otros tantos que conforman el conjunto del sistema financiero español, a los que no hago ni caso. Si ya soy usuario acreditado de la banca por internet ¿A cuento de qué viene tanto gasto de papel, para decirme que me han anotado en cuenta 0,50 euros de intereses? Y me fastidia, más que nada, porque luego el papel lo pago en comisiones.
El caso es que en medio de un agobio perfectamente descriptible y comprensible, abro la carta de marras y me encuentro con que se trata de una farragosa explicación de cómo tengo que practicar, de aquí a final de año, las retenciones por trabajo personal, con el objeto declarado de que mi empleada de hogar reciba la gracia zapaterina de los cuatrocientos euros, en forma de una rebaja en las retenciones a practicar en su nómina mensual.
Y ahí es donde me hubiera gustado tener un hipotético medidor de supuestas feromonas de la risa y del cabreo, todo junto.
Porque, ¿hasta dónde piensa llevar este gobierno manirroto la broma de que la estafa, envuelta en papel de regalo, de los cuatrocientos euros beneficia, sobre todo, a las clases más desfavorecidas? ¿Hasta dónde piensa mantener este gobierno ladrón que la estafa electoral, envuelta en papel de estafa pseudoprogresista, de los cuatrocientos euros es un avance en los derechos de ciudadanía?.
Este gobierno estafador, AEAT mediante, sabe perfectamente que las únicas retenciones que practico son las derivadas de mi actividad profesional y que no tengo obligación alguna de practicar retención en la nómina de mi empleada de hogar, aunque su salario, después de quince años en mi casa, sea superior al salario mínimo interprofesional, desde antes, incluso, de la chulería ignorante de Caldera, dicho sea de paso, y sin necesidad de coacción estatal.
Si Zapatero pretende, cosa que dudo, beneficiar a mi empleada de hogar, y todas las demás, que me rebaje un cincuenta por ciento las cotizaciones sociales, verá que alegría nos da. Lo demás son cuentos chinos, propio de estafadores socialistas, valga la redundancia.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 4 de julio de 2008
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