miércoles, 1 de agosto de 2018

¿El liberalismo es pecado?


El pasado 25 de abril publiqué en Contando Estrelas un artículo titulado Católicos y liberales. En algunos sitios esa entrada ha levantado ampollas, lo que me lleva a escribir esta segunda entrega dedicada al panfleto integrista al que acuden los católicos antiliberales como si dicho libelo tuviese la misma autoridad que la Biblia. Me refiero al libro "El liberalismo es pecado" del sacerdote Félix Sardà y Salvany.


La obra fue publicada en 1884 y se convirtió muy pronto en el libro de cabecera favorito de otro católico integrista y antiliberal: Sabino Arana, fundador del PNV. Esta obra mezcla una visión deformada del liberalismo junto con unos planteamientos políticos que pronto serían superados por el Papa León XIII, cuya encíclica Rerum Novarum es calificada como "más liberal de lo que muchos creen" en la Web referencia de los liberales españoles, liberalismo.org.

Pero lo mejor es que repasemos directamente algunas de las cosas que se dicen en ese libelo, que se puede leer completo en la red. Empecemos, por ejemplo, con la idea falsa y deformada del liberalismo que tenía el padre Sardà:


"El Liberalismo es pecado, ya se le considere en el orden de las doctrinas, ya en el orden de los hechos".

"Además el Liberalismo es toda inmoralidad, porque en su proceso histórico ha cometido y sancionado como lícita la infracción de todos los mandamientos (...)"

"En el orden de las doctrinas es pecado grave contra la fe, porque el conjunto de las doctrinas suyas es herejía, aunque no lo sea tal vez en alguna que otra de sus afirmaciones o negaciones aisladas. En el orden de los hechos es pecado contra los diversos Mandamientos de la ley de Dios y de su Iglesia, porque de todos es infracción. Más claro. En el orden de las doctrinas el Liberalismo es la herejía universal y radical, porque las comprende todas (...)"

"En el orden de los hechos el Liberalismo es un conjunto de obras inspiradas por aquellos principios y reguladas por ellos. Como, por ejemplo (...) la expulsión de las Órdenes religiosas; los atentados de todo género, oficiales y extraoficiales, contra la libertad de la Iglesia; la corrupción y el error públicamente autorizados (...) la guerra sistemática al Catolicismo (...)"

"Principios liberales son:

    "la absoluta soberanía del individuo con entera independencia de Dios y de su autoridad;
    "soberanía de la sociedad con absoluta independencia de lo que no nazca de ella misma;
    "soberanía nacional, es decir, el derecho del pueblo para legislar y gobernar con absoluta independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad, expresado por el sufragio primero y por la mayoría parlamentaria después;
    "libertad de pensamiento sin limitación alguna en política, en moral o en Religión;
    "libertad de imprenta, asimismo absoluta o insuficientemente limitada;
    "libertad de asociación con iguales anchuras.
 "Estos son los llamados principios liberales en su más crudo radicalismo".

De estas líneas podemos concluir que ser liberal para el padre Sardà era algo así como ser un "Terminator" en versión anticatólica, ser una persona relativista y sin ningún planteamiento moral ni ético, con tendencia a cometer todo tipo de pecados y tropelías.

Lo que el padre Sardà enumera como principios liberales son, en realidad, una simple y exagerada caricatura de los principios democráticos que existen hoy en día en todos los países de mayoría cristiana (salvo muy contadas excepciones). Esa tendencia a asignar al liberalismo una apuesta por la libertad en términos absolutos, sin ningún sentido de la responsabilidad, ni de la ética ni de la moral, es una constante en las corrientes integristas, que muestran un poco disimulado rechazo por la propia democracia.

Pero sigamos repasando el libro del padre Sardà. Establecida su caricatura deforme y grotesca de lo que es el liberalismo, pasa a demonizar y criminalizar en grado sumo a quienes lo defendemos, hasta llegar a unos extremos que denotan cierta obsesión por parte del autor. El retrato resultante es el que sigue:

"El liberalismo, pues, no sólo es idea y doctrina y obra, sino que es secta".
"¿Qué es el Liberalismo? En el orden de las ideas es un conjunto de ideas falsas; en el orden de los hechos es un conjunto de hechos criminales, consecuencia práctica de aquellas ideas."
"Es el mundo de Luzbel, disfrazado hoy día con aquel nombre (...)".
"De consiguiente, el Liberalismo, que es herejía, y las obras liberales, que son obras heréticas, son el pecado máximo que se conoce en el código de la ley cristiana".
"De consiguiente (salvos los casos de buena fe, de ignorancia y de indeliberación), ser liberal es más pecado que ser blasfemo, ladrón, adúltero u homicida, o cualquier otra cosa de las que prohíbe la ley de Dios y castiga su justicia infinita".

Esto me recuerda a aquella funcionaria que abofetea a Hommer Simpson al verle fumando en un establecimiento público y le espeta: "es usted peor que Hitler". Está visto que el padre Sardà era muy poco mesurado y tenía una clara inquina hacia los liberales, pero llegar a estos extremos, en fin, ya es rozar el ridículo.

Me pasma que en el mundo actual haya católicos sensatos que sigan dando crédito a estas delirantes afirmaciones de un sacerdote integrista del siglo XIX. Desde la fecha de edición de ese panfleto, la propia Iglesia ha aceptado cuestiones tan contestadas por los católicos tradicionalistas como la democracia, la separación entre Iglesia y Estado, la libertad religiosa o incluso la libertad de culto, que se rechaza en el libro del padre Sardà.

Algunos, sin embargo, se empeñan en ser más papistas que el Papa y prefieren pasar por alto todos los pronunciamientos hechos por la Iglesia en los últimos 100 años, como si el pensamiento católico hubiese llegado a su cénit con la obra del padre Sardà y todo lo que ha venido después fuese más bien prescindible.
(Publicado en Contando Estrelas)

Autor: Elentir (Creador de Contando Estrelas)
Publicado el 30 de diciembre de 2007

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