domingo, 26 de agosto de 2018

¿Constituye apología del terrorismo la defensa de la versión oficial del 11-M?

La izquierda en general, a menudo con Zapatero enganchado a la pancarta, se pasó dos años de manifestaciones continuadas a fin de debilitar al gobierno de los populares. Como es lógico, más de una de esas manifestaciones despertaría el interés de los terroristas por perpetrar el atentado del 11-M. Al decir de ellos: "¡Era una causa justa, de autodefensa!".

Si Gómez Bermúdez se permite “ponerse brillante” a cuenta de lo que sea delito de apología del terrorismo, nada impide que, humildemente, el que suscribe también se lo permita. Y me lo voy a permitir al respecto de si los defensores de la versión oficial de los atentados del 11 de marzo del 2004, 11-M, podrían haber incurrido por ello en delito de apología del terrorismo. Veamos.


La versión oficial del 11-M se sustenta en una premisa básica: Los atentados del 11 de marzo de 2004 se produjeron por la participación española en la Guerra de Irak y en su variante más sosegada, por el apoyo español a USA en su guerra contra Irak.

Ese es el hecho contrastado, o en lenguaje procesal, ese es el hecho probado. 

Dice el artículo 578 del vigente Código Penal: “El enaltecimiento o la justificación por cualquier medio de expresión pública o difusión de los delitos comprendidos en los artículos 571 a 577 (delitos de terrorismo)... se castigará con la pena de prisión de uno a dos años.”

La hermenéutica prevista legalmente en el artículo 3,1 del Código civil, nos obliga a interpretar, en primer lugar, el tipo del injusto, de conformidad con el sentido propio de sus palabras. Sentido propio de sus palabras que no es otro que el sentido que se desprenda de las definiciones del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

La disposición en cuestión castiga, en lo que nos ocupa,  tanto el enaltecimiento –elogio o alabanza del hecho terrorista– como su justificación. Es decir, hacer entender que la causa, motivo o razón del hecho terrorista son justos.

Como justificación y explicación pueden confundirse, de hecho justificar es una acepción de explicar, habremos de entender que explicación en relación con justificación carece de intención valorativa alguna, si queremos llegar a alguna parte.

Por ello el quid de la cuestión es el siguiente: Cuando los defensores de la versión oficial de los atentados del 11 de marzo de 2004 dicen lo que dicen ¿Se limitan a dar a conocer la causa o motivo de algo, o van más allá y pretenden hacer entender que la causa, motivo o razón del hecho terrorista son justos?

Es evidente que si queremos huir de juicios de valor, realizados en el vacío, habremos de atender a cual es el comportamiento de los presuntos apologetas del terrorismo ante “las causas expuestas” del hecho terrorista.

Es obvio de toda obviedad que nadie se manifiesta en la calle a favor de una explicación aséptica de lo que sea, valga la redundancia. Nadie se manifiesta para hacernos entender asépticamente que la guerra de Irak puede tener consecuencias. Como también es obvio que nadie asalta la sede de un partido político para hacer entender a sus moradores la causa, motivo o razón de cualquier cosa, si esa causa, motivo o razón no le merece valoración alguna. Más claro, nadie se manifiesta en la calle a favor de que dos más dos siga siendo cuatro, a no ser que valore o le parezca más justo, no más acertado, que cualquier otra solución.

Es decir, los manifestantes contra la guerra de Irak se manifestaron contra aquella, poniéndose al lado del “débil”, Irak, en contra de los fuertes: USA y los representantes legítimos de nuestra Nación, con Aznar a la cabeza y con el deseo ampliamente manifestado de que USA y nuestra Nación perdieran esa guerra. 

No puede caber duda, que parte de esos manifestantes, luego defensores de la versión oficial del 11-M, y que entremedias rodearon y asaltaron las sedes del partido popular en ese fatídico fin de semana de marzo, se manifestaban desvalorando esa acción bélica y valorando que Irak se defendiera, por cualquier medio.

Por ello, no es arriesgado decir, que ese sentimiento-valoración debía estar bien presente en la mente y las conciencias de los que luego asaltaron las sedes del partido popular en aquel fatídico fin de semana. 

La acción de USA y ESPAÑA es mala, por lo tanto, los ataques de los  iraquíes y sus hermanos de religión a USA o ESPAÑA sólo pueden ser  buenos, porque se dirigen a repeler una mala acción. Si los ataques de USA y ESPAÑA son malos y los ataques de los iraquíes o sus hermanos en religión son buenos, y las bombas de los trenes constituyen un ataque de los iraquíes o sus hermanos de religión a ESPAÑA, injusta agresora, los iraquíes o sus hermanos de religión no pueden ser malos, porque se limitaban a defenderse de una agresión para ellos ilegítima. Y si esa agresión era ilegítima, el culpable de la primera acción, es culpable de la reacción consecuente, ergo, el culpable de esos asesinatos es el Gobierno de España, con Aznar a la cabeza, sin dejar de lado a USA, claro. 

Dicho lo anterior, no podemos pensar otra cosa que culpabilizando a Aznar de los atentados se justifica la acción terrorista como acción de guerra contra el fuerte. Y calificado por el Código Penal español de acto terrorista el hecho que explican como acción de guerra justa los defensores de la versión oficial, éstos están justificando el hecho terrorista, calificándolo de acto justo de defensa. En conclusión, los defensores de la versión oficial podrían haber incurrido en apología del terrorismo.

Salvo mejor criterio.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 19 de julio de 2008

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