Cada vez que se barrunta el final de las vacaciones, son legión los psicólogos que se ganan una pasta en explicarnos con pelos y señales lo del síndrome postvacacional, algo que nuestras abuelas, y las abuelas de sus abuelas vienen explicando desde antiguo, por los siglos de los siglos, amén. Y gratis.
Porque quien más quien menos sabe por su casa, sin necesidad de pasar por caja, que es más fácil acostumbrarse a lo bueno que a lo malo. Entendiendo por bueno dar rienda suelta a la natural tendencia a la vagancia que adorna la naturaleza humana y por malo lo contrario, que no es otra cosa que cumplir con la sacrosanta obligación de ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente y de paso contribuir al mantenimiento forzoso de los más vagos del lugar. Estos, sin ir más lejos.
El caso es, que una vez superado con bien el regreso a las prisas, los plazos y los entuertos, y puesto delante de la pantalla en busca de un tema sobre el que merezca la pena entretenerse un rato, sin necesidad de amargarle a nadie la jornada del sábado, no tengo por menos que aplaudir-reprochar la manía de Pedro J. de mantener en el seno de sus publicaciones a lo más granado del ecolojetismo periodístico nacional, o al menos eso parece, a juzgar por lo que se publica, y cómo se publica, en esta fecha, 6 de septiembre de 2008, un frío de narices, lloviendo y con un airazo, que no es precisamente una ligera brisa que corta el cutis.
La primera en la frente: Qué alegría cuando me dijeron que un Catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla La Mancha ha sido nombrado para formar parte de la versión moderna de la cuadrilla de Alí Babá y los cuarenta ladrones, la más exacta traducción que se conoce del IPPC. Hombre, no digo yo que se lancen a poner a parir al buen señor catedrático, pero bien podrían recordarnos, siquiera de refilón, lo que últimamente viene dando de sí la cuadrilla.
La segunda: A los chicos ecolojetas de Pedro J. habría que decirles que según qué experimentos están al alcance de cualquiera, y que es muy fácilmente comprobable que una subida en la temperatura del congelador de 0,8 grados centígrados no es suficiente, por sí solo, para joderte los cubitos de los cubalibres. Señores de elmundo.es, un poco de rigor. Pues aun así, no dudan en dar pábulo a los bien engrasados y subvencionados, a la par que empeñados en que una subida de la temperatura de 0,8 grados centígrados, en no sé cuantos años, es más que bastante y suficiente para llevarse por delante los glaciares pirenaicos. No es que no me lo crea, es que va contra toda evidencia casera.
Y la tercera se comenta por sí misma: Los viejos verdes están de moda y no parece que les disguste a los chicos de Pedro J. Vamos, que me he partío de la risa. Sólo les ha faltado, como apostilla a lo publicado por los sandíos, decirnos lo aconsejable que es para ligar, anunciar a bombo y platillo lo guay que resulta no tirar de la cadena, tras una gran meada matutina, trufada de güisqui barato, en estado de cuarta o quinta destilación. Pues mire usted por dónde, a mí me gustan las señoras limpias.
Lo dicho, a ver si al no-juez Garzón, historiador de ocasión, entre prevaricación y prevaricación, le da por apuntarse al partido sandía y nos vemos en la feliz tesitura de acoger con gozo a Pedro J. en la casa de los untados por Esso y amantes platónicos de la Señora Palin. Obama, ríndete.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 6 de septiembre de 2008
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