jueves, 26 de julio de 2018

Sigue el escandaloso vis a vis PSE-ETA


El socialismo zapaterino posee un siniestro historial de encuentros con la banda terrorista etarra, unos hechos a los que siempre han seguido rotundos desmentidos cada vez que se han filtrado, como en esta ocasión, y el reconocimiento postrero de que, en efecto, se habían reunido a negociar con la ETA. A veces, la confirmación se ha producido muy a posteriori; eso sí, con la boca pequeña y como consecuencia de que la propia organización criminal haya sacado a la luz los abundantes detalles pactados -o como mínimo embastados- en las reuniones mantenidas. Y es que algo así, la acción deshonesta rayana en lo criminal, seguida de la negativa airada y finalmente la admisión casi a la fuerza de esos actos, constituye la característica esencial de quieres en estos momentos, a golpe de hipocresía de la peor especie, tratan de hacernos creer que les guía algo distinto al deseo de alcanzar un statu quo preelectoral con el terror.



El diario El Mundo trae hoy a su portada un encuentro entre etarras y socialistas de hace poco menos de un mes. Mi tendencia es a asumir que sea cierto ese encuentro, porque ningún diario se arriesga de tal modo a dos tipos de sanciones: el descrédito entre sus propios lectores si se llegase a demostrar la falsedad de una noticia elevada a titular principal -en este caso el desmentido rotundo de los socialistas no hace más que avalar la información- y la probabilidad de una seria demanda del PSE contra el medio informativo. Es decir, un simple rumor o hecho poco contrastado -se habla aquí de fuentes policiales- no ocuparía jamás la cabecera de una edición impresa ni se mantendría horas y horas al frente de la versión digital. Y mucho ojo con el escabroso tema, porque en los próximos días El Mundo puede abundar en la nueva indignidad socialista.  

Así, pues, a partir de la alta credibilidad que debe concedérsele a la noticia se entiende bien esa "sábana" filozapaterina con la que Pedro J. nos obsequió ayer. La homilía dominical del director de El Mundo, preocupado quizá por haber abandonado durante 10 segundos su calculada centralidad política -si la cadena de televisión no se la concede la izquierda deberá dársela la derecha-, acaso ha querido neutralizar de algún modo, mediante halagos a "Z" y vituperios a "R" -de Rajoy- cualquier amago, por pequeño que sea, que le relacione con un posicionamiento claro a favor de la decencia. Es decir, quizá haya pensado algo así: "mi diario denunciará en la portada del lunes que el contubernio social-etarra continúa imparable, cada vez más degenerado en lo moral, pero yo hoy le aplico al jefe de los insidiosos la dosis conveniente de vaselina y todo el sahumerio perfumado de que dispongo". Es lo que tantas veces he comentado en Batiburrillo: Hay quien se sitúa con cierta desenvoltura, y además lo hace ostensiblemente de perfil, entre la Parabellum y la víctima atada a la estaca. ¡Qué asco de equidistancia!

No quisiera acabar este artículo sin resaltar debidamente la enorme gravedad del nuevo acto cometido por un partido político, el PSOE, en este caso de su franquicia vasca del PSE -fiel servidora del amo Rodríguez-, que se ha vuelto adicto a las reuniones con los peores criminales que ha conocido nuestra sociedad en las últimas décadas. Una adicción incontrolada, como si de simples "colgaos" en busca de la dosis diaria se tratase, en la que ningún crimen o atentado les impide volver al contubernio con los pistoleros. Sin embargo, nos hallamos aquí ante algo más que un síndrome de Estocolmo o de abstinencia, circunstancia que en parte exculparía a esa izquierda vasca que no soporta la democracia.

Tampoco es posible adjudicarles la clásica cobardía de los que simplemente aspiran a confundirse con ese paisaje vasco donde impera el radicalismo totalitario y asesino. Es decir, la salvaguardia del propio pellejo no podría explicarlo todo. No, ni siquiera es el miedo la justificación del vis a vis continuado entre los de la capucha y sus primos ideológicos ataviados ahora de socialistas. Es algo más de fondo que se resume en una sola palabra: Hambre. Es el deseo angustioso de la izquierda más insana, la zapaterina, para no perder el poder en España, único método por el que miles de ellos ponen a diario el plato de lentejas sobre la mesa, y además lo hacen sin que les importe demasiado que se pierda la nación unificada que los españoles han conocido durante siglos y siglos. Luego es preciso destacar un hecho incuestionable: Cada nueva reunión PSE-ETA representa una nueva traición a España y a los valores democráticos. ¡Téngase muy en cuenta a la hora de escoger el voto!

Autor: Policronio
Publicado el 19 de noviembre de 2007

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