Batiburrillos en línea: ¡Dígame! |
Para empezar, esto no es un artículo editorial. Mal podría serlo, cuando no lo firman sus editores, aunque ellos, en un encomiable aprecio a la libertad de expresión, me dejen hacer el tonto con lo obvio. Y lo obvio es que Batiburrillo no es que sea un blog de referencia del pensamiento liberal-conservador, que lo es —Libertad Digital dixit—, es que, de un tiempo a esta parte, es el blog de pensamiento liberal-conservador preferido para servir de pim pam pum a la avanzadilla del pensamiento progre-tonto, el que permanece alojado en las cavernas del relativismo moral, estadio previo de la supina estupidez sin remedio LOGSE.
¿Y quién es quién en Batiburrillo? No creo que descubra las Américas si digo que los argumentados, sopesados y documentados artículos de Policronio han merecido, merecen y merecerán el aprecio de los lectores —amigos y adversos—, ávidos de la expresión de un pensamiento que no se encuentra a menudo en la blogosfera, ni mucho menos en el papel impreso. Es el alma de este sitio por su mesura, profundidad de ideas y buen hacer.
Smith. Peleón, fajador, oportuno, con una estructura argumental y expositiva que para sí quisieran muchos de los portavoces parlamentarios que pagamos con nuestros impuestos y que, en la mayoría de los casos, ni merecen nuestra atención ni la merecerán en el futuro. Siempre he creído, y este es el mayor halago, que Smith es el medio centro de este “drin tin” o equipo de ensueño, dicho como suena y en español.
Elentir. Es el nuevo en la cosa de la titularidad. Y de momento sólo puedo decir, y es mucho, que es capaz de recorrer veinte kilómetros en cada partido, sin descuidar el uso de una habilidad encomiable y una técnica fuera de toda duda. Figura consagrada. Aporta equilibrio, viveza, regate y gol.
Jesús Salamanca Alonso. Colaborador. Sus artículos semanales son dignos de leerse en papel impreso y acompañado de lo que toque en ese momento. Casi siempre con un vino y una tapita de lomo. Sin despreciar la compañía de un güisqui. Castellano recio, paso corto, mala leche y pisotón. Me recuerda entrañablemente a uno de mis mejores amigos, de Zamora, por más señas. No puede haber mejor halago, lo aseguro.
Hiroit. Colaborador. Aquí me puede la subjetividad y no lo siento ni me disculpo. Que un urbanista nos escriba lo que escribe merece un diez. Es el Riquelme de la bloguería. Estoy dispuesto a discutirlo con cualquiera. Pidan hora y sitio.
Don Rogelio Latorre. También colaborador. Rocoso por las circunstancias. Su memoria sólo nos merece y debe merecer respeto infinito. Le toca jugar con la más fea, y lo hace con dignidad. Con la dignidad de la memoria personal, única e intransferible.
Don Carlos Vilas Nogueira. El penúltimo colaborador. Maneja maneras de crack. Estoy a la espera del próximo.
Cástor Beiro. Lo último de lo último. Viene a sumarse a una nómina de colaboradores exigentes consigo mismos.
Y el que suscribe. Bastante hace con atarse los zapatos como es debido. Y no crean que la cosa no tenga mérito.
Sus lectores y comentaristas. Un diez sobre cinco. Siempre están ahí, excepto cuando la cerveza y la morcilla, en los sitios fetén de donde ellos sean, les sustraen y distraen del tostón de la lectura de estos siempre suyos.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 8 de diciembre de 2007
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