Si hay una ideología que supera en maldad a la izquierda totalitaria, es decir, a la izquierda, porque la que no es totalitaria pertenece ya a otro modelo filosófico o político, sin duda alguna es el islamismo (1). Habría que especificar la época y el país para hacer una comparación acorde entre ambas “cárceles del pueblo”, porque a temporadas el socialismo real ha sido mucho más destructivo, pero a grandes rasgos puede afirmarse que la maldad del islamismo es infinitamente superior en duración temporal y desprecio por el ser humano al socialismo que hasta ahora hemos conocido, tanto en el siglo XX como en lo que llevamos del XXI. Mientras que el islamismo se ha mantenido tiránico —y a menudo opresivamente expansivo— desde finales del siglo VII.
Así, pues, se disfrace el socialismo de comunismo, populismo, indigenismo o social-ecologismo, no deja de ser la segunda doctrina —sin dios alguno, salvo el líder de turno— en el ranking de la depravación del hombre por el hombre. El socialismo, pese a sus reiterados intentos, aún no ha sido capaz de desbancar al submundo musulmán, sedicente religión que usa como justificación de sus atropellos y fobias a un Dios que lo proclama clemente y misericordioso y en cuyo nombre actúa de modo inclemente e inexorable, con furor y fanatismo crecientes.
Desplegando hoy el islamismo esa exaltación que le acompaña, como igualmente hace el socialismo, a través de las cadenas televisivas y otros medios de adoctrinamiento. Eso sí, con intolerancia extrema y radicalidad sangrienta en el caso de los muslimes. Ambas ideologías, no obstante, comparten incontables aspectos para la manipulación del ser humano, el principal de ellos es el de proclamar farsantemente que les guía el deseo de hacer el bien en la sociedad donde se enquistan, frecuentemente con el objeto de lograr una metástasis que acabe con la libertad.
La noticia es de hace unos días, diversas páginas en Internet, entre ellas Ajopringue [blog desaparecido], la destacaron ya el pasado día 28. Me refiero al caso de esa maestra británica, destinada en el Sudán, que cometió el grave crimen de consentirle a uno de sus alumnos usar el nombre de Mahoma para llamar así a un osito de peluche. 40 latigazos podía haber sido la sentencia tras ser delatada de semejante calumnia hacia el profeta (¿?), pero también podía habérsele condenado a varios años de cárcel, a una fuerte sanción económica o a todo ello junto. Ahora ya se sabe que la maestra deberá pasar una quincena en la cárcel, a saber en qué condiciones, y luego se la expulsará del país.
No contentos con la sentencia, miles de musulmanes se han movilizado hoy, a la salida de la oración del viernes en las mezquitas, que es el día festivo para los islámicos, y se han manifestado por las calles de Jartum, frente a la sede del palacio presidencial. Esas masas, fanatizadas por los ulemas y otros clérigos islámicos, no han cesado de pedirles a sus gobernantes que le apliquen la sharia (ley islámica) a la profesora británica y la condenen a muerte. Y lo hacen así, enardecidamente, en nombre de una supuesta religión piadosa que lleva siglos y siglos asesinando a sus semejantes o esclavizándolos. En el propio Sudán es posible encontrar en nuestros días la horrorosa limpieza étnico-religiosa que se practica en la región de Darfur, un conflicto que se inició en el año 2003, con el gobierno sudanés a favor de la facción musulmana, y que ha supuesto ya el genocidio de más de 400.000 personas. Me pregunto cuántos siglos deberán transcurrir aún para que 1.500 millones de musulmanes logren sacar el pie del lodo. Me pregunto, además, cuándo el socialismo dejará de encamarse obscenamente con el islamismo y tratar de vendernos esa simbiosis repugnante como una “Alianza de Civilizaciones”.
(1) No confundir la religión del islam con el islamismo, que es la faceta radical de ciertos musulmanes poco escrupulosos cuando usan la fe en Alá como coartada de sus fechorías.
Autor: Policronio
Publicado el 30 de noviembre de 2007
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