jueves, 12 de julio de 2018

Es preciso resistir hasta el 2012 (y IV)

2012: Victoria histórica del PP en las elecciones generales.

Llegado el 2012, y dando hoy como posible que Zapatero pueda volver a formar gobierno en 2008 —hace pensar en ello ese derroche de promesas electorales a cuenta de los presupuestos públicos, promesas que inciden con descaro en los feudos socialistas—, los partidos constitucionalistas que para entonces permanezcan o se hayan formado, entre los que de ningún modo es posible incluir a los zapaterinos, deberán coaligarse de cara a las generales si es que se pretende evitar el mismo error de ahora: El gobierno de un PSOE cobardón, manirroto y arbitrario que en el Congreso es respaldado por sediciosos de todo pelaje en busca de un beneficio que usualmente encuentran.


Porque para entonces, 2012, que no lo dude nadie, se reeditará un nuevo Frente Popular al genuino modo republicano de los años treinta, en el que absolutamente toda la izquierda, quizá con más de un partido nacionalista incrustado en ese frente, presentará candidatura única, que es lo que suele hacer esta gente sin escrúpulos, pero que sabe lo que le conviene, cuando no dispone de orgías callejeras en apariencia justificadas (No a la Guerra, Nunca Mais) y desde luego no es plan, porque se les vería demasiado el plumero, que otro puñado de trenes se “accidenten” en las vías madrileñas como ocurrió en el 11-M. Claro que siempre les quedará el falso pronunciamiento militar al que acogerse —de eso sabe mucho un tal Almodóvar—, a fin de que motive y aglutine a su electorado. Asimismo es bastante previsible que, según lo desesperados que se encuentren, no reparen en el arresto de algunos generales molestos, supuestamente golpistas por cuenta de la derecha. Asunto al que se le dará la máxima publicidad hasta convertirla en un eslogan gritado ante las sedes de los populares: ¡España merece una oposición que no propicie el golpismo! 

De modo que si la victoria suficiente de Rajoy en 2008 puede representar la solución inmediata para frenar la deriva de esta España que ya no la “reconoce ni la madre que la parió” —solución nunca definitiva con el actual PP, formación acomplejada y sumada en parte al régimen político imperante—, en el caso de que Mariano perdiese se impone la continuidad de una piña bien apretada respecto a un ideal: ¡España sí importa, y mucho! Como mucho importa que el término nación en ningún caso deba ser algo “discutido y discutible”. Incluso si son varios los partidos que contribuyen a ese ideal de España, creo que la piña deberá sustentarse esencialmente en torno al Partido Popular, que con el líder que para entonces corresponda, a ser posible alguien con más bríos y menos titubeos (mi favorita es Esperanza Aguirre), deberá dirigir una gran coalición para barrer completamente a los zapaterinos en el 2012.

¿Algo así es dar por perdidas las elecciones de 2008? No, en absoluto, es no desatender a la realidad de la enorme ventaja con que ahora parten los sedicentes socialistas y sus sórdidos cofrades cismáticos, ventaja cuyas causas se han explicado sobradamente en esta serie. Y sobre todo es permanecer con los ojos abiertos a la necesidad de contar en todo momento con un plan B, que sustentado en el apego a la patria —recordemos la frase de moda: “…Ser español es una responsabilidad”— podría llegar a impedir lo peor: ese cantonalismo desquiciado que se nos echa encima como consecuencia de la insignificancia política de quien está obligado a controlarlo y dispone de unos medios que no usa. Cantonalismo por no denominarlo directamente balcanización, un concepto que no me atrevo a utilizar a las claras al llevar aparejados el derramamiento de sangre y la guerra civil.

En resumidas cuentas, si Rajoy no gana por mayoría absoluta, y por lo tanto Zapatero vuelve a contar con el apoyo de los radicales secesionistas, la gran misión de los populares será no sólo la de mantener unido a su partido con la máxima firmeza, sino la de ayudar a que en otras formaciones que puedan surgir, con las que será preciso mantener la mejor de las relaciones, se custodie igualmente ese gran sentimiento español que, al menos, se le atribuye a la derecha y una parte nada despreciable de la izquierda. Un sentimiento que podría definirse, emulando al republicano Gil-Robles, más a menos del siguiente modo: La patria española no se resigna a morir, y mucho menos a manos de un malvado al que le rodea una colección de sinvergüenzas o mezquinos.

Entretanto, los españoles de vida inconsecuente y fácil, esos que ahora no están convencidos de nada porque ningún ideal les preocupa, probablemente se habrán vacunado para los restos de un ZP tan destructivo como arbitrario. Y será así, quizá, porque habrán inoculado la segunda dosis del peor gobernante de España que recuerdan los siglos. Así, pues, a modo de epítome, digamos que es preciso resistir hasta el 2012, amparados en la idea de España. O dicho en palabras del gran Marco Aurelio: “Haz por ser semejante a un promontorio. Las olas del mar se estrellan contra él de continuo, y él se mantiene inmóvil hasta que en torno suyo se abonanzan las aguas”. El promontorio viene representado, sin duda alguna, por el patriotismo necesario, y las aguas borrascosas figuran encarnadas por este régimen carente de toda responsabilidad y razón. 

Autor: Policronio
Publicado el 26 de septiembre de 2007

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