Tal es el grado de sectarismo del que hace gala el actual Ejecutivo social-electorata, que no le importa lo más mínimo perjudicar gravemente a unas comunidades autónomas en beneficio de otras, tal y como hemos visto con los últimos Presupuestos. Y es que, a estas alturas, todos sabemos que el socialismo tiene que ver con cualquier cosa menos con la igualdad de derechos. Sin duda alguna, el PSOE se ha convertido en el máximo garante de la injusticia y la desigualdad.
De entrada, cabe señalar que Madrid y La Rioja son las comunidades autónomas en las que menos crece la inversión. Cataluña, cómo no, es ahora la región más favorecida. Y no será por ser una comunidad "leal" a España, tal y como demuestra día a día. Cómo será el chollo que también se ha montado Andalucía, principal caladero de votos socialistas, que hasta la decadente secta prisaica se felicita a calzón quitado de los chanchullos sociatas.
Lo de Madrid es sencillamente bo-chor-no-so. Baste citar que el Gobierno Zapatero no dedica ni un solo euro a obra pública nueva, es decir, obra pública no presupuestada en la etapa Aznar. Ni un solo euro. Se dice pronto. Y eso a pesar de que Esperanza Aguirre cumplió puntualmente con todo lo que le había pedido Zetapé que le preparara para poder llevar a cabo dichas inversiones. Pero es que, en el montante total de las inversiones, mientras la inversión estatal aumenta más del 20% en Cataluña y Andalucía, se congela del todo en Madrid.
En cuanto a La Rioja, se puede afirmar que según el Proyecto de Ley de Presupuestos, en 2008 esta comunidad recibirá 186.115.210 € (suma de las inversiones por Ministerios e Inversiones Reales de Organismos Autónomos), mientras que la inversión prevista en 2007 era de 189.410.450 €. Es decir, La Rioja recibe 3 millones menos que el año pasado, casi un 2% menos. Pero es que, además, ni siquiera se puede uno fiar del zapaterismo, porque de lo "presupuestado" a lo "habilitado", por lo menos en La Rioja, siempre hay un trecho.
Pasarán estos días de desvergüenza y sumisión antipatriótica. Estos días de desquite y revanchismo tan típicos de la siniestra y de los enemigos de España. El Consejo de Ministros ha aprobado conceder 20 millones de euros para instituciones culturales -cómo no- de Barcelona, como el Auditorio, la Fundación Miró, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el teatro Lliure, el Festival Grec, el Centro de Diseño o el edificio Fórum. Así funcionan las cosas bajo esta dictadura encubierta zapatero-carodil. El episodio de los Presupuestos a la carta ha sido sumamente revelador del desagüe por el que nos marchamos los demás. Los que no somos ni vascos, ni catalanes, ni andaluces. En España hay Comunidades claramente privilegiadas por el sistema, que se escudan ahora para seguir chupando del bote en que han incluido en su nuevo Estatuto de Autonomía el dinero que tiene que invertir el Estado en su territorio. Qué listillos.
Por favor, en las próximas elecciones generales voten por aquellos partidos que defiendan una España de ciudadanos libres e iguales. No queremos una España de privilegios de ninguna clase. Las desigualdades han de ser generadas por el decantamiento individual y no a base de decreto-ley. El que valga, que lo cobre, pero no hay derecho a vivir en un país lleno de miserables, traidores y separatistas, que con el cuento de la lengua, la Historia o los Estatutos, estén chupándonos la sangre a los demás. Y acabemos ya de una vez para siempre con Gobiernos sometidos a las minorías regionalistas. Lo que está pasando en España desde hace décadas, pero especialmente bajo el zapaterismo, es sencillamente inaguantable. Un país como España no puede vivir dependiendo de lo que digan cuatro ex terroristas de Terra Lliure o de la última melonada que se le ocurra al Mahdi vascongado de turno. Por cierto, véase cómo los iluminados de la burguesía abertzale siguen comparando al PP con ETA. Ellos sí que son tan siniestros como la ETA, que por algo fue una escisión del PNV.
España debe aspirar a ser un país grande, una nación poderosa, una patria verdaderamente democrática, en la que la soberanía nacional no esté, como lo está ahora, cuarteada en la práctica. La unidad nacional es la mejor garantía de que en España no habrá beneficios para unos pocos enchufados por el autonomismo identitario. Y si este sistema de las autonomías no sirve, habrá que montar otro distinto. Caiga quien caiga.
Autor: Smith
Publicado el 26 de septiembre de 2007
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