miércoles, 11 de julio de 2018

Es preciso resistir hasta el 2012 (I)

En el presente caso, las raíces son alegóricas al encuentro con una ideología en la que prevalezca la libertad individual frente al colectivismo aborregado.

Sería poco menos que un milagro que Rajoy lograse la mayoría absoluta en las próximas generales, se lo impide el poder hegemónico de los zapaterinos (1) en las televisiones, que es el medio casi exclusivo por el que una gran mayoría de los votantes se informa de la marcha del país y decide su preferencia política. Por si fuese poco, llegado el momento álgido de la campaña electoral, los que ahora mandan no dudarán en el uso a chorros de la golfería (ZP in person difundió la existencia de terroristas suicidas en el 11-M) y la propaganda más sectaria y tumultuosa (“Aznar asesino”, “Nunca mais”). Todo hace pensar que de nuevo actuarán así, con una desenvoltura atrabiliaria en la que prevalecerá lo irascible, puesto que lo llevan en la sangre tras abundantes antecedentes de un comportamiento análogo. Y claro, la agit-prop crea adicción.


Por otra parte, se sabe que desde un poder cercano al despotismo, como es el caso de los zapaterinos, es posible hacerle mucho daño a la democracia y por lo tanto a la limpieza de unas elecciones que se intentarán mediatizar desde las páginas del BOE (donde no cesarán de verse aprobadas las más diversas campañas institucionales que favorezcan subliminalmente al actual “Gobierno de España”), desde la nada neutral Fiscalía General del Estado (que viene actuando con descaro a favor de parte o se inhibe escandalosamente cuando así se le sugiere) o desde la propia sede de Ferraz, donde todo mensaje SMS de carácter agitador, preferentemente en vísperas electorales, puede llegar a tener su asiento y su origen.

Aun así, hasta ahora no era descabellado suponer una mayoría simple de los populares y un pacto posterior con, entre otras opciones, ese PNV en situación de pasmo —que no de moderación— de Josu Jon Imaz, personaje que días atrás no llegó a rechazar de plano la bienhechora idea de darle soporte a Rajoy, quizá a sabiendas de que el compadreo entre batasunos y socialistas les ha comido a ellos, los nacionatas, una buena parte del terreno. Porque el PNV, quiérase o no, a diferencia del PP representa a la derechona meapilas más recalcitrante que pueda darse en el País Vasco, con su clientela política a tanto el voto y con sus dogmas de carácter xenófobo heredadas y mantenidas desde que Sabino Policarpo de Arana y Goiri campaba por la anteiglesia vizcaína de Abando.

Un pacto ciertamente del estilo “¡Señor, Señor, que nos quedemos como estamos!”, en el que ambas formaciones ganasen algún tiempo que a ellos les sería de lo más valioso: Al PP para que fuese desapareciendo de los pasillos de la Moncloa ese apestoso rastro de inmoralidad política y cobardía que ha ido dejando el levitador ZP, y al PNV para que Rajoy, al más puro estilo “primo de Zumosol”, le quitase de en medio a la envalentonada ETA. Bueno, no quitársela del todo, por supuesto, que en ese caso se acabaría la recolección de frutos secos y el nacionalismo correría el riego de contaminarse con alguna libertad, pero sí arrinconarla lo suficiente para que la banda etarra delinquiese lo justo y necesario en el ámbito vasco de opresión, donde el PNV se enseñorea asombrosamente desde la Transición para acá y es el principal responsable de que cada vez que hay elecciones salga fumata negra. 

Pero va a ser que no, porque el ala radical del PNV se ha echado al monte y de paso ha echado al supuestamente moderado Imaz, que para disimular su expulsión virtual del partido ha decidido anunciar que no se presentará a la reelección en diciembre, a ver si mientras tanto, espoleadas por el vizcaíno y combativo Iñigo Urkullu, su brazo derecho, las bases peneuvistas le hacen la silleta de la reina y le “obligan” a ofrecerse otra vez, a poder ser como candidato a lehendakari en sustitución del rusticolari Ibarretxe. Una vieja treta de Felipe González que quizá no le sirva del todo a Josu Jon, acaso porque esas mismas bases en las que confía no detestan tanto a Egibar como parece, y además todo dependerá en buena medida del comportamiento que hasta entonces muestren los de las pistolas.

Así pues, con estos taliboinas que han tomado al asalto la ejecutiva sabiniana, cualquier posible acuerdo PNV-PP debería pasar por poner en práctica el plan Ibarretxe, cuyo artículo primero exige un referéndum que en su tiempo fue condicionado a “en ausencia de violencia”, pero que a los de ahora, es decir, a los chicos testaferros de Arzallus, no parece importarles demasiado que el residente vasco —en ningún caso ciudadano, puesto que el concepto implica hoy un mínimo de libertad— se acerque a votar mientras zumban las balas de la ETA junto a las cabinas electorales y se oyen al fondo las detonaciones de los coches bomba. Y aún así habría serias dudas de que se alcanzase algún tipo de acuerdo PP-PNV.

También se hablaba días atrás acerca de un posible pacto con esa CiU en la que Durán Lleida, enfermo de ansiedad por llegar a ministro de Exteriores o de lo que sea, acabase por influir lo suficiente en su coalición y ésta aceptara barco, o sea, a interesarse en el acontecer de la nación a la que pertenecen: España. Pero resulta que el nacionalista Mas, otro supuesto moderado, se nos ha despendolado como un hooligan con barretina y aprovechando la celebración más fantasiosa del mundo, esa “Diada” que idolatra a un héroe que nunca lo fue y que proclamó la resistencia a los Borbones bajo el grito de “Per la patria y per la llibertat de tota Espanya”, propone a los catalanes una especie de partido único que les lleve a no tardar hacia la independencia.

Para Mas es cuestión de celeridad, Carod propuso el 2014 para soltar amarras y el convergente no sólo acepta el envite, sino que se ofrece a subir la apuesta, luego la independencia deberá producirse unos años antes de ese 2014, a poder ser en vida de Pujol, un hombre que sigue cerrando los ojos, probablemente a una realidad que jamás ha contemplado, cada vez que oye “Els Segadors”. Y claro, con gente de semejante catadura, dispuesta siempre a convertir en Historia lo que no es más que entelequia, no sería posible que se alcanzase un pacto de gobernabilidad para España ni aun cuando los setecientos mil militantes del PP se convirtieran en masa al catalanismo cismático. Rajoy ha terminado por advertirlo y ese fue el motivo de que Piqué pasase a la vida contemplativa.

(1) No confundir con socialistas, militantes de una ideología que lleva implícita la incompetencia en lo económico y a menudo la arbitrariedad, pero que no integra necesariamente, de oficio, la inmoralidad política generalizada y la cobardía ante los nacionalistas liberticidas.

Autor: Policronio
Publicado el 14 de septiembre de 2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.