miércoles, 4 de julio de 2018

El sopor de unos y la ebullición de otros


Mientras el Gobierno y la Oposición sestean en estos días de verano, el nacionalismo vasco hierve de actividad en todos los frentes. La “kale borroka”, por ejemplo, que es esa forma cómplice de definir tibiamente al vandálico y cruel terrorismo callejero, cumple un papel de enorme importancia para el mundo etarrófilo. Mediante el uso en aumento de la coacción y los estragos que los “terroristitas” callejeros ocasionan en estos días, circunstancia que se produce como consecuencia de la dejadez gubernamental —la de Zapatero y la de Ibarretxe—, la ETA consigue mantener viva entre la población de a pie una atmósfera de falta de libertad que los de las nueces —agitadores y recolectores— necesitan para sus sórdidos fines. La “kale borroka” es, junto a otras actividades delictivas de los nazis vascos, el complemento ideal de la extorsión a los empresarios. Todo ayuda a mantener propicio el ambientillo sumiso a los de las pistolas. 


¿Qué sería de la ETA sin una gran parte de la población vasca coaccionada? ¿Qué sería de los “abertzales” sin el uso indiscriminado de la violencia y la intimidación al más puro estilo nazi? Probablemente acabarían despreciados y apartados de la sociedad, por locos, fanáticos y estrafalarios. Por criminales y sinvergüenzas. En el País Vasco, no nos engañemos, sus habitantes se dividen en dos grupos: Coaccionados y coaccionadores; es decir, hay una inmensa mayoría de oprimidos y arrinconados, acerca de cuya defensa el Gobierno vasco practica la dejación más descarada e inmoral, y una vergonzosa minoría de opresores que reciben no poca simpatía o connivencia de un gobierno nada propenso a la democracia y que hace alardes de lo contrario. 
  
Pues bien, a ese terrorismo callejero que cada verano se adueña de los pueblos vascos en fiesta, se suman ahora los abundantes e impunes homenajes a etarras fallecidos o en prisión, las manifestaciones en contra de que se cumpla la ley de banderas, o cualquier otra ley que no les interese —acción en la que el gobierno de Ibarretxe es el primer conculcador—, y las aperturas de nuevas “herriko tabernas” que asimismo burlan la ley y en cuyos locales los partidarios de la banda asesina practican una apología escandalosa y continuada. Decididamente, al estar España en manos de un irresponsable como Zapatero, en este verano es posible advertir toda clase de situaciones ilegales en las que se demuestra que unos pocos miles de radicales predispuestos al delito se han convertido en los amos del País Vasco. Viene siendo así desde hace largos años, con algún paréntesis en la etapa Aznar, si bien ahora se hallan más envalentonados que nunca. Han encontrado en ZP un amigo del alma.

Los demás, los vascos no nacionalistas, salvo que sean verdaderos héroes como algunos políticos del Partido Popular y cuatro socialistas sin complejos que acabarán expulsados de su formación, deben limitarse a llevar una existencia gris y a renunciar a muchas de sus inquietudes: de casa al trabajo y a lo sumo un paseo en el que no es recomendable mezclarse con nada raro ni frecuentar ciertas zonas de las ciudades que se consideran “territorio liberado” por los batasunos. Y eso sin hablar de los más de 200.000 vascos que han sido literalmente expulsados de su tierra a causa de la opresión, las amenazas o la posibilidad real de ver su patrimonio “decomisado” o arruinado por los asesinos.

Pues bien, ignorando expresamente este ambiente de falta absoluta de libertad en el País Vasco, e incluso usándolo como argumento para darle una peculiar solución al problema, ¡que ya hay que ser desahogado!, el sector duro del PNV propone en estos días que se retome el plan Ibarretxe y que se agilice la consulta o referéndum que ellos llaman de “autodeterminación”. Gente como Arzallus y Egibar se han manifestado con claridad en esta línea y han expuesto unas razones que a cualquier demócrata le harían clamar al cielo. Egibar nos acaba de obsequiar con esta perla: “El referéndum es una forma de desbloqueo de la violencia”. Es más, sin importarle un pimiento si esa consulta se efectuaría o no conforme a las leyes en vigor, el personaje ha apostado porque el resultado sea vinculante. Sí, ha dicho “vinculante”. ¿Vinculante para quién? ¿Para la ETA, si no sale lo que quiere la banda? ¡Madre del amor hermoso!

Otro que baila a gusto en la ciénaga de los etarrófilos es Arzallus, que sobre el referéndum añade esta hipócrita frase: “Un referéndum serviría para saber si hay un arreglo de convivencia o no convivencia, porque, yo, vasco, qué quieres que piense, si no nos dejan ni expresarnos”. Es evidente que, a la hora de “expresarse”, este señor prefiere no cuestionarse demasiado si se dan o no las condiciones necesarias para que el pueblo vasco se pronuncie en libertad o al menos sin violencia, como pide Imaz, el actual presidente del PNV. No, si por Arzallus fuese —también por Egibar—, la voluntad popular sería válida, y vinculante, incluso aunque cada votante llevase la escolta de un etarra apuntándole a la nuca y exigiéndole el Sí para el proyecto nazi. 

¡Dios, qué poca fortuna han tenido los vascos al caer en manos de gente con semejante calaña! ¡Qué poco se parecen los que ahora mandan, huérfanos de dignidad y lealtad, a esos grandes personajes vascos, como Blas de Lezo y otros cientos, que durante siglos hicieron que el resto de los españoles les admirásemos sobremanera! Y llevan así, oprimiendo miserablemente a los disconformes o expulsándolos de su propia tierra, desde hace la friolera de 30 años. Tres largas décadas en las que le han venido exigiendo al Estado una libertad y unas facilidades para “expresarse” que ellos jamás les han concedido a los propios vascos.

Dice el clásico que “el hombre libre es el que no teme ir hasta el final de su pensamiento”. ¿Cuántos hay así, capaces de expresar libremente sus ideas, que no integren las filas del nacionalismo ni estén amenazados en el País Vasco? ¿Cuántos que no precisen escolta por llamar criminales a quienes han convertido las provincias vascas en el Gulag de los amigos de Arzallus? Eso sí, que no decaiga la siesta de nuestros gobernantes en lo que resta de verano mientras el mundo nazi no cesa de bullir, rearmarse y pedir lo imposible para ya mismo. 

Autor: Policronio
Publicado el 21 de agosto de 2007

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