El Che Guevara. |
Mañana, 9 de octubre de 2007, se cumplirán 40 años de la ejecución de un canalla, es decir, del ajusticiamiento de un sujeto al que la casualidad le deparó un poder que no dudó en usar para segar la vida a cientos de personas, torturar a otras, encarcelar a muchas más, expatriarlas o difundir la cruel revolución comunista por buena parte de América, donde menudearon las orgías sangrientas, embutidas a menudo en el alcohol y la droga, que sus guerrillas practicaron casi como un deporte, en el que el tiro en la nuca a capricho de quien portaba el pistolón solía ser el desenlace lógico para rematar el pillaje previo de las aldeas que ordenó violentar.
Un comportamiento así, cargado de odio y aversión hacia sus semejantes, es junto lo contrario a lo que el personaje se había comprometido mediante el juramento hipocrático en su condición de médico. Me estoy refiriendo, por supuesto, al malvado Ernesto Guevara, más conocido como “El Che”, un mito a cuya memoria, referente moral de los inmorales y los ignorantes, se acoge hoy buena parte de la izquierda, huérfana por completo de antecedentes honestos que les sirvan de ejemplos a las actuales generaciones.
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Autor: Policronio
Publicado el 8 de octubre de 2007
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