jueves, 19 de julio de 2018

Contribución a la “Memoria Histórica”: La revolución social (II)

En primera fila, en el centro, Manuel Hedilla Larrey, segundo jefe nacional de Falange tras José Antonio Primo de Rivera.

Diferencias entre FE de las JON-S (José Antonio) y FET y de las JON-S (Franco).

Ganamos la guerra y se logró, aunque con muchas limitaciones, la revolución social que Falange pretendía. La lucha contra el capitalismo es muy dura. Nada fácil. Más difícil que contra el marxismo, pues a éste se le podía derrotar con las armas. Bastaría con echar una mirada atrás: en cuanto un dirigente marxista alcanzaba la riqueza, que era su primordial meta, se pasaba al enemigo. Un capitalista era raro que se pasase a “los pobres del mundo”, dicho sea en un lenguaje sencillo, casi pueril.


Son muchos los comentaristas e historiadores que se refieren a la diferencia entre la Falange inicial y la que resultó como consecuencia del Alzamiento Nacional. Efectivamente, la había. Y por ello, en un principio, hubo falangistas que rechazaron la unificación decretada el 20-04-1937, lo que dio lugar a agrios encuentros y encarcelaciones.

Manuel Goya, hombre bondadoso y de hablar pausado, en voz baja, siempre con gafas oscuras, incluso en su oscuro despacho (en el centro de Santo Domingo 3, abundaban las habitaciones interiores), fue uno de los altos cargos dentro de Falange que rechazó la unificación. Murió en un  hotel de Salamanca, a consecuencia de un disparo efectuado por Sancho Dávila, también alto cargo de Falange (jefe provincial de Sevilla) que sí era partidario de la unificación y además primo de José Antonio. Siempre pensé que la muerte de Goya no estuvo justificada políticamente —nunca lo está a la hora de arrebatarle la vida a un ser humano—, pues Goya nada podía hacer para impedir la unificación. 

Por la misma razón, Manuel Hedilla Larrey, Jefe Nacional accidental, fue condenado a muerte por un  consejo de guerra, sentencia que no se cumplió. Hedilla era una gran persona. Ejerció diversos trabajos, basados en sus estudios en el Instituto Agrícola Trapense y, posteriormente, en la Escuela de Maquinistas Navales, todos relacionados con las máquinas y la mecánica.

Hedilla se hizo cargo de la Jefatura Nacional de Falange por ser el jefe provincial más antiguo (lo era de Santander). No fue esencialmente un político ni tenía extraordinarias cualidades como tal, cosa común al 95% de los falangistas, pero su propio honor y alto espíritu, unidos a su amor a España, permitieron que cumpliera dignamente su misión.

Respecto a lo que pude percibir al llegar a Zona Nacional y establecer contacto con otros camaradas, digamos que casi todos me manifestaron su rechazo inicial a una unificación que habían aceptado a regañadientes. Entre otras razones, porque ausente José Antonio (se negaban a reconocer su muerte) y encarcelado Hedilla, no tenían un jefe con suficiente carisma para ponerse al frente de ellos.

No puedo saber por lo que me habría decidido si hubiese continuado en zona roja, pero en todo caso hubiera sido una decisión sin trascendencia alguna, como es natural. Sin embargo, con la perspectiva del tiempo trascurrido, creo que la unificación fue una medida acertada que permitió ganar la guerra. Después, ¡Dios diría! Desde luego, entre FE de las JON-S y FET y de las JON-S había notables diferencias, tantas como para impedir que la revolución falangista se llevase a cabo íntegramente. Si bien es cierto que los falangistas que tuvieron algún poder, hicieron cuanto pudieron. Como relataré en el siguiente capítulo de esta “Contribución”.

Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 30 de octubre de 2007

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