sábado, 2 de junio de 2018

El uno de mayo, fiesta de los liberados

José María Fidalgo (CCOO) y Cándido Méndez (UGT).

No creo que a estas alturas nadie dude de que la jornada del uno de mayo, jornada reivindicativa y peleona, para más señas, fue siempre una trifulca típicamente capitalista. En efecto, nació en el país capitalista por antonomasia, los Estados Unidos de América —así, con todas las letras—, y se sigue celebrando-conmemorando en países típicamente capitalistas como son los de nuestro entorno. Lo de las celebraciones-conga en países comunistas es otro cantar y ni las comento a fondo, porque sería tanto como retransmitir-recordar los actos de la Organización Sindical a mayor gloria de Franco. Qué bonitas tablas de gimnasia…, por cierto.


En esos países izquierdistas, la celebración es, simplemente, algo de lo más inútil o a lo sumo una “comedura de tarro”. ¿Qué diablos celebran? Porque si no es la disposición de la clase trabajadora a luchar en pos de la dictadura del proletariado, dictadura auspiciada por ese Komintern que tantas bendiciones reparte entre sus fideles, digo yo que será la completa emancipación de la misma, con sus tiendas para turistas, playas para turistas, siempre vedadas a los trabajadores-pioneros, sostenedores del “Patria, Revolución y Muerte”, valga la redundancia, que diría cualquier disidente con ganas de guasa, a pesar de todos los pesares.

Y es lo que digo en el título, el uno de mayo se ha convertido en la fiesta de los liberados por el capitalismo salvaje y depredador, arrasador de toda playa a mano, que consiente que “yo no trabaje” para que se escuerne el compañero adalid de la estupidez, cedente de horas sindicales a la mayor gloria del “Arriba parias de la tierra” y el “¿Que dónde coño están las viviendas de la PSV?”. Porque sólo los liberados acuden a las convocatorias de turno. Porque sólo los liberados-paniaguados aguantan, sin que se les caiga la cara de vergüenza, el conteo de los asistentes. En fin, porque sólo los bucelarios —de bucela, panecillo— han llegado a tal nivel de estupidez, que ni siquiera se han enterado de que hay muchos más trabajadores que rentistas que son titulares en propiedad de los medios de producción. Otra cosa es la burocracia de las empresas, cuyos dirigentes son meros gestores, al fin y al cabo, a las que ni por asomo se atreven a enfrentarse estos individuos de la hoz oxidada y el martillo “mellao”. Porque amigo, “la dirección es la dirección” y a ti te encontré en la calle.

Más vale que Fidalgo el “Largo” y Méndez el “Corto”,  vayan pensando en reivindicar el ejercicio de los plenos derechos políticos en las sociedades anónimas, en las que los fondos de inversión y de pensiones tienen la mayoría del capital. Lo demás son estupideces.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 1 de mayo de 2007

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