lunes, 25 de junio de 2018

Del tinto de verano y de la subida de las aguas


No acostumbro a escribir de lo que no sé, lo que no obsta para que me guste comentar lo que se deduce de la mera observancia, sin prejuicios racionalistas, tan caros a los nuevos totalitarios. Y por ello, no tengo por menos que atreverme a disertar sobre uno de los temas favoritos de los apóstoles del cambio climático: La inevitable subida de las aguas del mar a causa del deshielo, provocado por el temible calentamiento global del Planeta.


De modo que provéase de un tinto de verano, doble, si es que acaba de escuchar a Carmen Calvo disertar sobre la jerarquía de las libertades, y apréstese a encontrarse con una gran y desagradable sorpresa: jamás llegarán las aguas saladas al borde de su parcela, sita en la profunda meseta castellana. Vamos, que del cigarral toledano a la playa siempre habrá más de cuatrocientos kilómetros, nos pongamos como nos pongamos.

Preparado el tinto de verano, con tres cubitos de hielo, provéase de un botellín de agua, porque el tinto es para el experimento. Observe, sin echar un trago, claro, como los cubitos pierden su natural prestancia. Y una vez completado el deshielo, verá como el nivel del líquido ha bajado, si quiera, un par de milímetros. Exactamente lo que ocupaba el aire comprimido en el hielo, por no hablar de las distintas densidades del agua en función de su estado sólido, líquido o gaseoso.

Y ahora imaginemos que las aguas marinas y oceánicas constituyen un tinto de verano de marca mayor. ¿Qué pasará si se deshiela el Ártico, enorme y desmesurado cubito de hielo, aguando nuestro gran tinto de verano? Pues despreciando otras variables al modo roji-progre, que la playa quedará un poquito más lejos. De cajón.

Por cierto, hablando del calentamiento global y otros “cocos” y “hombres del saco” de temible recuerdo, los gases efecto invernadero han debido irse de vacaciones, porque viene corriendo una brisa mañanera que templa el cutis, por no decir una grosería, propia de otras horas.

De modo Sr. Gore, que vaya Vd. dedicándose a lo suyo, que no es otra cosa que perder elecciones presidenciales, para disgusto del progrerío internacional y acongojado, porque lo de las verdades incómodas no cuela.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 1 de julio de 2007

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