El Frente Popular, dominado por el marxismo durante toda la República y la Guerra Civil, cometió un sinnúmero de fechorías en las provincias que controlaba, muy especialmente en Madrid. |
Tras lo expuesto en anteriores entregas, reitero que el militante de base, tanto el socialista como el falangista, podían ser iguales en sus afectos, pero no en su comportamiento político, que era función de sus jefes. Y esos sí que eran distintos. Basta recordar aquel adagio, éste creo que español: “Toda colectividad es fiel reflejo de quien la dirige”.
Después fue el horror, acentuado tras las elecciones del 16 de febrero de 1936 y culminado después de iniciada la guerra. Ganadas las elecciones por el Frente Popular, el Gobierno de la Nación proporcionó armas cortas a las milicias afines, con una licencia de tipo especial, pero reconocida como tal por la Policía, y además decretó la caza libre de los derechistas, principalmente de los miembros de Falange, que nada tenían de derechistas. Eran ultras, pero de ultra izquierda, en su defensa del obrero, del débil. Los falangistas asesinados entre la muerte de Cuellar y la iniciación de la Guerra 1936-39 fueron como poco unos 80, de los que un escaso número dieron lugar a represalias.
Una de las excepciones tuvo lugar como reacción al asesinato, el día 6 de marzo, de los obreros falangistas José Urra Goñi y Ramón Faisán, muertos a la salida de su trabajo en la demolición de la antigua plaza de toros de Madrid (no la de Vista Alegre, como en algunas fuentes he visto reflejado), sita en las inmediaciones del actual palacio de deportes. Fueron atacados, al menos, con una pistola ametralladora. Faisán era un mulato muy atezado, natural de una de las islas del Caribe, de unos 40 años, valiente y muy tranquilo, enemigo de las expresiones teatrales. Le faltaba un brazo, perdido en la guerra de Marruecos cuando servía en la Legión Española. La ráfaga le cruzó el pecho, pero sin embargo pudo sacar la pistola y disparar contra sus agresores, aunque creo que ya a tiro perdido. Desconozco por qué razón, pero todos sus camaradas le conocían por Jonhson y se enteraron del apellido Faisán con motivo de su muerte.
También se produjeron represalias con motivo del asesinato de los falangistas Miguel Arriola, estudiante, y Aquilino Fuster, electricista, ambos de la 1ª escuadra, de la 1ª falange, de la 4ª centuria, de la Primera Línea de Madrid, unidad táctica que correspondía, en el nuevo encuadramiento, a la antigua escuadra 24 (la de Cuellar y de Hernández). Ambos, en unión de Jacobo Galán, un valeroso gallego, jefe de su falange, murieron tiroteados, al parecer como consecuencia de la información de un socialista infiltrado en las filas de Falange, cuando se encontraban, sobre las 23 horas del día 2 de julio de 1936, sentados en la terraza del bar Roig, situado en la entonces calle de Torrijos (hoy Conde de Peñalver), esquina a Ramón de la Cruz.
Y fueron solo tres los falangistas muertos, porque sus agresores se precipitaron o se adelantaron, pues podían haber sido muchos más, ya que a aquella reunión estaban convocados numerosos falangistas, para designar entre ellos mandos para encuadrar a los nuevos afiliados que, en masa, procedentes casi todos ellos de la JAP (Juventudes de Acción Popular, el partido de Gil Robles), afluían a Falange como última esperanza de salvar a España, visto el fracaso de sus jefes y el carácter decisorio que estaba tomando la situación.
Jacobo era estudiante, tenía unos 22 años y vivía en la calle de Juan Bravo, en el número 40. Algunas noticias de prensa dieron la información de que uno de los falangistas muertos era futbolista. No era así y la confusión se produjo porque, en aquella agresión, resultaron heridas bastantes personas que nada tenían que ver con Falange, entre ellas, Félix Quesada, defensa del Madrid Fútbol Club, que durante la república así se llamaba el actual Real Madrid, FC. Quince días más tarde se iniciaba la guerra que, al menos durante setenta años, permitió que España siguiera existiendo. En tan breve plazo de quince días, hubo tiempo para que, al menos, fueran asesinados doce falangistas más.
Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 13 de mayo de 2007
NOTA: Queremos puntualizar que esta serie de artículos del señor Latorre se publica en Batiburrillo porque consideramos que la opinión personal de su autor (no necesariamente compartida por los editores) representa un valioso documento histórico de alguien que, por su avanzada edad, vivió en primera persona cuanto aquí se narra.
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