La patria. |
En vísperas de tocar otra vez las palmas del civismo contra la liquidación del Estado hay que recordar el idilio histórico entre la calle —como punto de reunión, como aspiración de cambio y hoja de reclamaciones— y el sujeto colectivo que mal que le pese a algunos sigue siendo la Patria.
Ese sustrato al que la derecha se refiere como anterior a la Constitución, la nación española, y que la izquierda tilda de simple agregado circunstancial al que es posible doblarle la mano si fuese menester, se expresa en su totalidad con el concepto de Patria. Ese que es discutido y discutible, a la vez que proscrito, y que cuando algún hijo de España se atreve a pronunciarlo caen sobre él las maldiciones del silencio administrativo o la sentencia mediática.
Y por eso la Patria, España, sigue siendo la referencia sustancial que moviliza y emociona, que es capaz de sacar un mar de banderas a la calle en la hora de los enanos e incluso se lleva del brazo a aquellos que noblemente creyeron que Rodríguez Zapatero podría ser inscrito con letras de oro entre los hombres de Estado. Muchos acertaron, muchos se equivocaron, pero todos saben que hay que salir a la calle para detener la almoneda.
Era la Patria en otras muchas ocasiones, y hoy no habrá ni siglas ni banderas; sólo una, la nacional, que acusará con el dedo a la autoridad hecha torpeza. Por la Patria, y en la calle. Como el alcalde de Móstoles el dos de mayo: ¡La Patria está en peligro, corramos a defenderla!
Autor: Gonzalo J. Moreno (Firmas invitadas)
Publicado el 10 de marzo de 2007
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