Doctores de la iglesia durante el papado de Benedicto. |
La Iglesia nunca ha sido una obra de tejas para abajo, todo lo contrario, si hay algo que la distingue de los poderes del mundo es su propia misión. Ortega decía que en España no cabía un imbécil más, y eso que nuestro mejor filósofo del siglo pasado todavía no había conocido a los ejemplares que gravitan sobre la piel de toro en 2007.
Una vez le oí a un amigo que los ataques desde los medios a la Iglesia se multiplicaban en Cuaresma y Semana Santa, para contrarrestar ese hecho religioso que aflora de nuevo, y que los liberticidas en su vertiente confesional intentan cercenar una y otra vez. Este año hemos tenido, además, un Bonus Track con la parroquia vallecana. Todos los medios afilan el borde de sus dagas a ver por dónde pueden atravesar la empuñadura, los que odian porque esa es la consigna y los demás porque entran dentro de la categoría que definió Ortega.
Por el redactor de El Mundo nos enteramos de que San Carlos Borromeo tiene tres párrocos, pero siguen sin entender el misterio de la Santísima Trinidad. Pues ese tripartido ha cambiado el Aleluya del Domingo de Pascua por el No nos moverán, de Verano Azul. Se sienten ansiosos por demostrar que nada tienen que ver con la Iglesia fascista, reparten mendrugos de pan entre los medios de comunicación, aunque les cueste más caro que el pan ázimo. Se puede ultrajar tranquilamente el cuerpo y la sangre de Cristo porque ahí está el Gran Wyoming para cuidar la liturgia por mediación de su padre, que fue del Opus Dei. El complejo de Edipo a lo progre, aunque segundas partes nunca fueron buenas, o cómo procurar la mezcla del agua y el aceite o las churras con las merinas ¿Pero quién determina lo que es cada cosa? Lo único que dice la Iglesia es que no se puede ser rojo y católico, sin embargo se puede atender a un pobre vistiendo de sotana. Los trajes a medida afloran sin parar desde Jon Sobrino a Enrique de Castro, la sastrería de la New Age no deja de recibir pedidos, a cual más extravagante.
A la Iglesia nunca le han faltado doctores, tampoco imbéciles a España; pero los que vivimos de tejas para abajo y miramos de tejas para arriba no podemos dejar de invocar a la madre Teresa de Calcuta y preguntarnos si no hubiera sido también crucificada por no comulgar con esa nueva religión que ofrece mendrugos de pan.
Autor: Gonzalo J. Moreno (Firmas invitadas)
Publicado el 10 de abril de 2007
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