Jóvenes falangistas en el primer día del Alzamiento, julio de 1936. |
Existe la creencia, muy extendida, que antes de la guerra 1936-39 los falangistas se dedicaban a emular a los socialistas en el asesinato de sus enemigos políticos, lo que en lenguaje vulgar equivale a decir que “eran tal para cual”. Es totalmente incierto y tiene su origen en la habilidad y desfachatez que los rojos siempre tuvieron para la propaganda. Los que tenemos la edad adecuada, recordamos bien la eficacia del “agit-prop” del PCE de la época, que recibía directrices de la URSS. Dentro de lo que en mi mano pueda estar, intentaré aclarar algunos conceptos y, para ello, me baso en un adagio francés que dice: “Nada hay tan brutalmente concluyente como un hecho”, a lo que, por mi parte, reitero lo que en otras ocasiones he escrito: “Los nacionales no actuaron como unos santos en nuestra guerra, pero sí fueron los menos malos y a distancia abismal de sus oponentes”.
Escribo las siguientes líneas con la esperanza de que lo expuesto en ellas haga rectificar juicios erróneos, basados en mentiras interesadas y aceptadas por muchos con la mejor buena fe del mundo.
En marzo de 1931 fue fundado, por Ramiro Ledesma Ramos, un partido político que recibió el nombre de Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JON-S). Su propósito era mantener los valores espirituales españoles en nuestra sociedad y oponerse a la división de la Patria, peligro manifiesto ante el cariz que presentaba la destructora actuación de los políticos de entonces. Un peligro que Ramiro intuyó, pues antes de transcurrir un mes de lo anterior, cayó la Monarquía y fue proclamada la Segunda Republica. El tiempo confirmó el augurio de Ledesma Ramos.
A los pocos días de ser proclamado el nuevo Régimen, la realidad estaba tan lejos de los sueños de Ortega y Gasset, del doctor Marañón y de Pérez de Ayala, verdaderos padres de la Segunda República, que dio lugar al articulo de Marañón: No es esto, no es esto. El incendio de iglesias, los disturbios callejeros, la inseguridad ciudadana, motivaron que el doctor Marañón, hombre íntegro y de buena fe, comprendiera que se había equivocado. Que su sueño no dejaba de ser un sueño y que los políticos de acción, los que “se llevaban el gato al agua”, distaban mucho de poseer la buena fe y honradez que a él le adornaban.
He escrito antes que Ramiro: “Pretendía mantener”. Es decir, conseguir la permanencia de los valores espirituales del pueblo español y, como aportación nueva, liberar a las clases humildes de la terrible miseria e ignorancia en que se encontraban sumidos. El porcentaje oficial de analfabetos españoles era del 36% ¿Cuál sería entre la masa campesina, dominante en nuestra Patria? Las JON-S exaltaban a España y el amor entre los españoles. Es prácticamente desconocido el himno de las JON-S de Valladolid, en cuya letra para nada figuraba el odio contra nadie y sí el amor. Uno de sus versos expresaba: “No más hombres sin pan que comer”. El español actual no es capaz de concebirlo, pero el hambre fue, durante siglos, la sempiterna compañera de las clases humildes españolas.
Antes de nuestra guerra, una familia campesina de jornaleros recibía entre 140 y 180 jornales al año, cada uno de un importe comprendido entre setenta y cinco céntimos y un máximo de una peseta con cincuenta céntimos. Por trabajar de sol a sol. Y eran pocos los agraciados con este “máximo”. Y la contrata era día a día, para lo cual los jornaleros se presentaban al amanecer en la plaza del pueblo y debían someterse a la humillación de que los “señoritos” eligieran a los que deseaban, elección similar a la que se lleva a cabo en la compra de ganado en una feria. Aunque parezca imposible, eran más los días en los que se acostaban tras haber tomado una sopa de cardillos, recogidos en el campo, que una cena digna de tal nombre, por muy frugal que fuera. El régimen de Franco, cuando tuvo ocasión, elevó el nivel económico y cultural del español, a pesar de la ruina a la que le habían conducido los desmanes del gobierno de Madrid.
El 18 de julio de 1936, en todo el territorio nacional la gasolina costaba 65 céntimos el litro y el pan a 62 céntimos la libreta. En 1º de abril de 1939, en la zona nacional seguían las mismas circunstancias: gasolina, pan y todo tipo de artículos, de venta libre y al mismo precio que al iniciarse la guerra. Se notó la falta de los paños catalanes, suplida en lo posible por los de Béjar, los telares gallegos y, sobre todo, por la voluntad de vencer del pueblo español y la integridad de los conductores de la causa nacional. La vida, en la retaguardia nacional, era similar a la anteguerra: la gente no vestía harapienta, como sucedía en zona roja, donde no había gasolina de venta libre y el pan y todo artículo de subsistencia, por muy primordial que fuera, se encontraban racionados a extremos de hambruna. Finalizada la guerra, la España nacional, sin dificultad alguna, compartió las propias subsistencias con la roja, elevando a todos los habitantes al mismo nivel de vida, sin racionamientos. Hasta que poco después de la iniciación de la Segunda Guerra Mundial los hicieron precisos las contingencias de las hostilidades y el cerco a España, fomentado por los políticos rojos en el exilio.
Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 11 de abril de 2007
NOTA: Queremos puntualizar que esta serie de artículos del señor Latorre se publica en Batiburrillo porque consideramos que la opinión personal de su autor (no necesariamente compartida por los editores) representa un valioso documento histórico de alguien que, por su avanzada edad, vivió en primera persona cuanto aquí se narra.
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