lunes, 9 de abril de 2018

Rajoy-Piqué: "Operación Felpudo"

Mariano Rajoy y Josep Piqué

No parece que se esté prestando excesiva atención a las próximas elecciones catalanas del 1 de noviembre. Es posible que algunos no reparen en la hipótesis de que, según el resultado, lo que en realidad está en juego en Cataluña es el futuro gobierno de España. Se da por hecho que a partir del conciliábulo entre Zapatero y Mas, en el que acordaron el estatuto de Cataluña y otro puñao de inmoralidades a las que mejor no aludir para no emponzoñarnos de entrada, es el candidato convergente el que deberá acomodarse en el Palau de la Generalitat. ZP tiene claro que no le importa en absoluto pagarle a Mas el precio que le pidió, igual que viene haciendo con cuantos grupúsculos le han extorsionado, y en tal sentido se realizan determinados movimientos.


Incluso, con alguna malevolencia, hay quien afirma que el regreso de Montilla a Cataluña sirve a un doble propósito de Zapatero: quitarlo de en medio para eliminar el contrapeso de La Caixa en las decisiones del Ministerio de Industria -Clos ha pasado a Industria-, de ahí el reciente acuerdo Merkel-ZP en el tema de E.ON, y hacerle perder las elecciones catalanas al xarnego, puesto que nadie desconoce -el convergente Mas menos que nadie, con perdón- que un producto de importación no es lo más adecuado para triunfar en un submundo nacionalista tan radicalizado como el catalán, en el que o demuestras pedigrí de la zona de Pedralbes-Sant Gervasi o como mucho puedes llegar a alcalde de una ciudad dormitorio. Porque presidir la Generalitat no parece cosa del primer cordobés que afirme sentirse más catalán que nadie, ni siquiera con el apoyo de un individuo de oscuro ascendiente como es Carod, que deberá rebajar los resultados de ERC porque, a diferencia de las últimas autonómicas, será más criticado que otras veces.

Lo que ocurre es que aquí hay una segunda parte que aún se analiza menos y que en realidad es el fondo de este artículo. Me dio por pensar en el tema a partir de la última entrevista que Rajoy le concedió a Losantos en la COPE. Digamos de entrada que el asunto Piqué, como el de Gallardón, sólo se tocó de pasada. Creo que Rajoy no sabía qué decir y quizá deba atribuirse a que ni él mismo tiene claro el asunto. Es más, volviendo a la maledicencia anterior, juraría que el mandatario popular, al que le caracteriza la clásica indecisión gallega -un tópico tan falso como todos los tópicos (conozco a gallegos de una firmeza admirable), pero que en esta ocasión sí se cumple-, está esperando a que ambos se estrellen para defenestrarlos con una razón de peso. Porque no es lo mismo destituir -o incluirlo en las listas al Parlamento europeo, que para el caso es igual- a quien ha perdido unas elecciones que, por el contrario, a quien ha mejorado sus resultados, aunque esa mejora no sirva para nada bueno, al menos en el caso Piqué.

Ahora bien, creo que el habilidoso y camaleónico Piqué, superviviente nato de mil y una batallas políticas -comunismo (PSUC), nacionalismo (CiU) y derecha española (PP)- y enfervorizado defensor de una ideología que consiste en ocupar poltrona con los que sean, le tiene tomada la medida a Rajoy y le ha convencido de lo muy útil que puede serle en un futuro no lejano. Veamos: El gran mérito de Josep Piqué, a partir de unos antecedentes izquierdistas de juventud que precisó atesorar para que se le perdonara en Cataluña ser el hijo del último alcalde franquista de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), ha debido de tirar de papel y lápiz ante Rajoy y haciéndole las cuentas del Gran Capitán ha debido decirle más o menos lo siguiente:

-Mira, Mariano, aquí de lo que se trata es de que recuperemos cuanto antes el poder. Nuestras mejores encuestas para las generales no nos permiten creer que tú puedas gobernar en solitario en el 2008, por lo que será preciso contar con CiU, una coalición que nos la ha jurado a partir del tema del Estatut, aunque bien sabes que yo no he podido hacer más y que mi gusto hubiese sido apoyarlo para abrirme camino allí, pero Acebes y Zaplana pusieron el grito en el Cielo. De modo que la única opción que tenemos es que a partir de noviembre, con resultados muy parejos en Cataluña, se intente reeditar el Tripartito de izquierdas y que el PPC que yo presido esté en condiciones de impedirlo si apoyamos a Artur Mas. Éste hombre no quiere ni oír hablar de nosotros, y mucho menos para formar un gobierno de coalición que él supone mediatizado por nuestra política españolista, pero de ahí a no dejarse querer si le planteamos un apoyo de gobernabilidad, media un abismo. Sabemos que Mas es amigo de los pactos secretos, como el que estableció con Zapatero, así que si somos decisivos en Cataluña le propondré un acuerdo: "Tú gobiernas ahora, con nuestros votos, y nosotros en España en el 2008, con los votos de tus diputados. Al fin y al cabo es lo que habéis hecho durante 25 años". ¿Qué te parece, Mariano? No, no contestes, déjame decirte antes que yo a eso lo llamo Operación felpudo, que es la actitud que deberemos adoptar para que dentro de dos años tú alcances la presidencia del Gobierno y yo vuelva a la cartera de Exteriores. ¿Vale?

Lo que Piqué no le dijo a Rajoy es que su Operación Felpudo, destinada a recuperar para sí una cartera ministerial o cualquier otro cargo de enjundia a costa de lo que sea, de ser aceptada por Rajoy representaría mucho más de lo mismo respecto a los últimos 25 años de nacionalismo catalán. Es decir, manos libres para los causantes del mayor genocidio cultural contemporáneo del idioma común y nuevas vueltas de tuerca, con un Estatut que les permite todo, en el adoctrinamiento inmisericorde de la población catalana. Un adoctrinamiento, como es sabido, destinado a seguir inculcándole odio a cualquier cosa que huela a español. Y así, mediante la Operación Desidia, que en realidad es como debería llamarse a los hipotéticos planes de Piqué, no hay nación ni cuerpo que aguante ser declarado enemigo en una región de tu propia patria. De donde se deduce que algunos políticos, Piqué es uno de ellos, se hallan muy alejados de la figura del estadista, que es el gobernante que trata de administrar correctamente en su tiempo y adoptar medidas beneficiosas para las siguientes generaciones.  

Por lo que voy sabiendo, Rajoy secunda la Operación Felpudo. Me hace pensar en ello el hecho de que pudo haber cesado a Piqué con el tiempo suficiente para que otro candidato se asentase. Fue con motivo de una dimisión virtual anunciada por el superviviente de Vilanova en plena crisis del Estatut. Rajoy no lo cesó. Al contrario, reafirmó su confianza en quien él cree que es posible que le lleve al Gobierno. Si es así, desde luego que no será para convertirle en un estadista, sino en otro felpudo a escala nacional y al servicio de los nacionalistas catalanes. Moraleja: Prefiero cien veces a un partido en la oposición que sea capaz de conservar toda la dignidad y tenga claro que no es posible depender de los nacionalistas, segundo gran problema de España tras el socialismo, que ocupando puestos de teórico poder pero en realidad sometido a las fuerzas disgregadoras, o por mejor decir, corruptoras de nuestra patria.

Al gobierno del Estado debe llegar un partido que sea capaz de restaurar la unidad emocional -que no la uniformidad-, la libertad individual en su más amplio sentido y las leyes iguales para todos los españoles. Mientras estén en juego determinados apaños que concedan patentes de corso a formaciones regionales el caso más descarado es el de ZP, dispuesto a todo con tal de seguir durmiendo en La Moncloa-, a mí ese partido me forzará a no votarle. Así que me da lo mismo que el contubernio sea de izquierdas como se presume ahora, PSOE-CiU, o posiblemente de derechas como pueda llegar a ocurrir dentro de dos años, PP-CiU. En cualquier caso, el nacionalismo seguirá rampante en Cataluña y tal es la causa principal de los males de España. Más que nada porque esa aberrante ideología constituye un foco de infección muy contagioso que lleva camino de convertirse en pandemia. Hasta un total de 17 pandemias regionales.

Autor: Policronio
Publicado el 14 de septiembre de 2006

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