La imagen se corresponde a las elecciones catalanas de 2017, donde Ciutadans fue el partido más votado. |
¿Es compatible el patriotismo con la izquierda? Hago la pregunta porque, tal y como argumenté en mi artículo titulado Patriotismo, ahí podría radicar una de las claves más importantes para la normalización política en España y equipararla a cualquier otro país occidental no sometido a fuerzas centrífugas. Veamos, en mi opinión el izquierdismo y el patriotismo son perfectamente compatibles, a condición, claro está, que cuando ambas características se asocien no abandonen la moderación y mantengan el rescoldo del valor supremo: la libertad. De lo contrario, esas tendencias pueden llegar a convertirse en socialismo o nacionalismo, ideologías sectarias que aborrecen la libertad individual, valoran a las masas únicamente por lo que pueden obtener de ellas y, si la propensión es llevarlas al límite, acabarán ofreciéndonos esas monstruosidades conocidas como nacional-socialismo o leninismo-estalinismo.
La prueba más que palpable de que sí es compatible la izquierda y el patriotismo puede reflejarse en el nuevo partido político denominado Ciutadans, partit de la ciutadania, que sólo en Cataluña y en su primer año de aparición ha logrado la friolera de 90.000 votos. Los ha logrado, además, en unas elecciones caracterizadas por la tremenda abstención de un electorado saturado de hastío hacia su clase política. Elecciones en las que igualmente hubo un gran influjo del voto en blanco y la predisposición, siempre presente, de los que se resisten a ejercer algo distinto al "voto útil" y que a la postre se decantan hacia los partidos mayoritarios. Los ha logrado, asimismo, en un territorio donde los medios informativos oficiales o subvencionados generosamente por el poder, que en Cataluña son todos, han practicado el más absoluto de los vacíos hacia Ciutadans. Elecciones donde incluso se dio el caso de que los carteles de propaganda de Ciutadans se iban arrancando por los escamots del Régimen al poco de haberse colocado, un delito que no es de extrañar haya quedado impune.
Fueron unas elecciones donde el boca a boca entre quienes se manifiestan más que hartos del despotismo imperante en la política catalana ha bastado para lograr nada menos que esos 90.000 votazos. Eso sí, la COPE ayudó lo suyo, a pesar de contar con escasas frecuencias en Cataluña, y determinadas páginas de Internet -hoy por hoy refugio de la libertad-, entre las que modestamente se sitúa Batiburrillo, también ayudaron en lo posible. ¿Se imagina alguien a Ciutadans en pie de igualdad informativa con el resto de los partidos políticos catalanes?, claro que entonces ya no hablaríamos de un "Oasis" putrefacto ni de la necesidad de que los ciudadanos se presentasen a las elecciones.
Creo que bastantes de los votos recibidos por Ciutadans se corresponden con electores de un Partido Popular que no ha sabido posicionarse con claridad frente al nacionalismo y ha preferido sentarse en una viga, para hacerse la foto, con cuatro formaciones obcecadas en el deseo de "fer país"que, invariablemente, le han mostrado su más rotundo desprecio a los populares. Nada peor para esos truhanes políticos de la viga que la mera existencia de un PP tibiamente españolista, al que tratan siempre como un apestado y de cuyo jefe de filas, un tal Piqué, lo mejor que puede decirse es que se pasa la vida de rodillas para que le permitan adosarse al "Estanque dorado".
Pero aseguraría, porque el programa de Ciutadans es predominantemente de izquierdas, moderada pero de izquierdas, que la mayor parte de sus votantes provienen o bien de las filas del PSC, que ni se sabe cuándo decidió que lo social y lo nacionalista eran doctrinas compatibles, o directamente de algunas personas vinculadas ideológicamente al izquierdismo que venían absteniéndose, con mayor intensidad en sus caladeros tradicionales de las ciudades-dormitorios que rodean Barcelona.
¿Es bueno o malo, para la estabilidad de España, la aparición de una izquierda moderada y patriótica? Juraría que no solamente es bueno sino que es muy recomendable. Y no solo en Cataluña o cualquier otra comunidad donde el nacionalismo se manifieste hegemónico, territorios que en todo caso deberían constituir los primeros objetivos de Ciutadans-Ciudadanos, sería igualmente deseable que esa izquierda moderada acabase por presentarse en todas partes. A mi entender, la presencia de este nuevo partido le restaría muchos más votos a los socialistas que a los populares, quizá en la proporción de 5 a 1. Para creerlo de tal modo, y reconozco que uso más la intuición que el conocimiento, me baso en la idea de que el patriotismo de Ciutadans es un sentimiento natural arraigado en buena parte de la izquierda española -hablo siempre del votante de a pie, no del cabecilla político-, esa parte justamente que jamás votaría a la derecha pero que, con la nariz tapada, acaba votando a gente como Zapatero o finalmente decide abstenerse y tirar su voto a la papelera.
Si se analiza el arco parlamentario español, se advierte de inmediato que el papel de lo que pudiera considerarse partido bisagra corre a cargo de varios grupos radicales compuestos por comunistas y separatistas más o menos confesos, lo que significa, estrictamente, la imposibilidad de que actúen como bisagra, puesto que jamás decidirían apoyar al PP. Esto quiere decir que en España, sobre todo cuando el socialismo dispone de un dirigente que carece de escrúpulos y se muestra encantado de situarse en la radicalidad, no hay probabilidad alguna de que un partido político, de tipo moderado y patriótico, vaya alternando su respaldo a uno u otro gobierno y además lo haga en función de un programa político. Lo que representa dejar las decisiones más importantes de la legislatura en manos de los grupos antisistema, a la vez que se impide la alternancia, una de las claves de la democracia.
Ese hueco de partido bisagra, que podría llegar a formarse algún día con 40 o 50 diputados -mucho mejor si fuesen más y perdón por tan desmesurado optimismo-, parece un espacio natural para que Ciutadans lo ocupe. Digo Ciutadans, pero podría ser cualquier otra formación política o agrupación de electores de izquierda moderada, de la que Ciutadans formase parte en Cataluña. De todos modos, si los de Albert Rivera fuesen capaces de lograr el simple número de 12 o 14 escaños en tres o cuatro comunidades quizá bastasen para concederle al PP alguna opción de gobierno, y eso en el supuesto de que los populares fuesen capaces de ganar las elecciones. La aparición de Ciutadans, repitámoslo, resulta imprescindible en un escenario político como el español, donde o la derecha gana por mayoría absoluta o no tiene ninguna posibilidad de gobernar al haberse formado desde hace tiempo un frente de todos contra el PP. De ahí que considere un tremendo error las manifestaciones de Rajoy cuando definió a Ciutadans como una especie de GIL o de operación Mario Conde, ese antiguo presidente de Banesto que, como la formación marbellí, acabó practicando la delincuencia.
Siempre hay una opción secundaria que consistiría en que los populares se echasen en brazos de CiU con tal de retornar al Gobierno, lo que representaría volver a las andadas y mirar forzosamente para otro lado respecto a las fechorías de los nacionalistas catalanes. Unos nacionalistas, sobre todo de izquierdas, que en Cataluña se muestran muy nerviosos ante la irrupción de Ciutadans en un Parlament hasta ahora monolítico, pero cuyo nerviosismo tampoco anda lejos de sospechar que su capacidad de decisión en el Gobierno de España pueda llegar a concluir en un plazo no demasiado lejano. La famosa llave que Caod-Rovira exhibió bravuconamente no hace mucho -juguemos a ello- podría cambiar de bolsillo si Ciutadans -o una federación de partidos decentes de la que formase parte- se consolidara en toda España. Para que se diese algo así a medio plazo, un "algo así" equivalente a lograr al fin la estabilidad política de la nación española, gente como Mariano Rajoy debería comportarse de forma bien distinta a la de un estúpido y, desde luego, dedicarse más bien a resaltar lo beneficioso de la izquierda moderada y patriótica.
Ciutadans, en mi modesta opinión, puede llegar a ser -hablo de una o dos legislaturas más- ese partido bisagra de carácter patriótico español (detalle importantísimo dada la repugnancia que muchos sentimos hacia los nacionalismos y sus cómplices) que en algunas comunidades y a largo plazo incluso podría relevar como segunda fuerza más votada al propio PSOE -mis disculpas por la elucubración, pero no olvidemos que UCD y el propio PP nacieron así-. Un PSOE que deberá refundarse con un marcado estilo social-demócrata si quiere sobrevivir al desastroso período zapaterista y su funesta ideología basada en la radicalidad. En cualquier caso, de actuar con la valentía y el coraje que ahora se advierte en ellos, Ciutadans está llamado a decidir algún día quién debe formar gobierno en España, sea el PP o sea un PSOE que se haya deshecho de Zapatero. Todo ello a su vez representa arrinconar a esos grupúsculos separatistas que hoy, con la complicidad y la sonrisa del bobo solemne, deciden la política española. Política, por cierto, cada día menos española y más sediciosa. La gran pregunta sería: ¿Ha irrumpido a tiempo Ciutadans o está ya todo perdido?
PD: Este trabajo correspondería también a la segunda parte de otro artículo titulado En Cataluña: Ciutadans (Ciudadanos). Artículo acerca del cual el estupendo comentarista Tin Morín mostró ciertas reticencias que sugerían profundizar en el análisis del programa de Ciutadans, en lugar de concederle algún valor a las "identidades de las taifas". Al respecto debo confesar que aún no ha llegado el momento de analizar a fondo dicho programa, que el dios Cronos me la tiene jurada, prefiero darle prioridad a destacar lo útil y necesario de la existencia y difusión de dicho partido. Ya que en el hipotético caso de la desmembración de España, lo que quizá importe menos sea la letra pequeña de un partido político de nuevo cuño.
Autor: Policronio
Publicado el 24 de noviembre de 2006
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