Lo peor que le puede suceder a un partido político de ámbito nacional es que no defienda para toda España el mismo modelo de lo que debe hacerse. Ahora resulta que los miembros de la comisión negociadora del nuevo estatuto de Castilla-La Mancha, formada por PSOE y PP, alcanzaron ayer un acuerdo que incluye la extinción progresiva del trasvase Tajo-Segura antes del 2015. Me he quedado de piedra cuando he leído la noticia en el diario La Verdad. Incluso la flamante candidata del PP, Dolores de Cospedal, llega a afirmar lo siguiente en relación con el tema del trasvase: El Partido Popular hubiera preferido que este asunto fuese recogido en una ley aparte, pero, tal y como ha quedado, “no nos parece mal”.
No sé yo si esta señora es muy “larga” —en su variedad más farisaica, por supuesto— y lo que pretende es no perder la guerra del agua como le pasó al PP en Aragón, y luego ya veremos, o simplemente es sincera —modelo desinformada— y cree defender los derechos de la comunidad autónoma que aspira a presidir. En cualquiera de ambos casos, la Cospedal se ha retratado, y con ella de nuevo el inconsistente Rajoy, al aceptar incluir en un estatuto de autonomía una competencia que es exclusiva del Estado y que contradice, no solo la solidaridad interterritorial, sino cuantos planes había elaborado Aznar para conectar entre sí varias cuencas hidrográficas a través del PHN. Pero claro, Aznar fue un estadista, salvo en el caso de los medios de comunicación, y Mariano Rajoy es lo que en Cataluña llaman acertadamente un “cagaductes” (cagadudas, para que se entienda).
Dicen los del PSOE castellano-manchego, y con ellos la “lince” Cospedal, que en 2015 llegará a Murcia toda el agua necesaria a través de las desaladoras programadas. De modo que el trasvase del Tajo no será necesario. Eso mismo es lo que otra tipa, la Narbona, tiene previsto en el plan Agua. Ahora bien, sin adentrarme en lo muy costoso y contaminante del producto desalado, hay que decir que el agua del Tajo no solo provee una parte importante de las necesidades de Murcia, sino que llega también a comarcas muy desarrolladas de Alicante y Almería, abasteciendo a una población cifrada en más de 2.5 millones de habitantes, así como muchos miles de hectáreas de regadío y numerosas industrias de todo tipo, como por ejemplo la importante actividad porcina de Lorca, que sufre desde hace días interrupciones en el suministro de agua y va camino de arruinarse.
Otra cuestión que no ha tenido en cuenta el PP manchego, a la hora de secundar la barbaridad del PSOE, es que el plan Agua de la ministra Narbona no prevé en ningún caso el suministro procedente de las desaladoras a comarcas murcianas tan importantes y extensas como el Altiplano (Jumilla-Yecla) o el Noroeste (Caravaca de la Cruz-Moratalla-Calasparra), limitándose a las zonas más próximas al litoral, desde Alicante a Almería, y a lo sumo una franja que se adentre alrededor de 50 kilómetros. Lo que significa que el interior de la región Murciana se da por perdido y determinadas huertas muy feraces o de productos altamente acreditados, casos de la fruta de Cieza o el vino de Jumilla, Yecla y Bullas, pasarán a mejor vida y a mayor gloria de las tipas Narbona y Cospedal. Eso sí, con Rajoy de fedatario público y ZP de encizañador mayor del reino.
Cualquier estudio climático por sencillo que sea indica que los pantanos de la cabecera del Tajo poseen un excedente de agua en situaciones de normalidad. Es decir, si descontamos el período de sequía que ahora padecemos, sequía que suele prolongarse mucho más en la cuenca del Segura que en la del alto Tajo, lo normal es que haya sobrantes que la población manchega no precise y acaben por serles enviados a nuestros vecinos portugueses. Pero ojo, no para que éstos los utilicen en sus huertas, sino para darle mayor grandiosidad a un estuario del Tajo de por sí impresionante y en clara competencia, en cuanto al caudal dilapidado, con el que suele arrojarse al mar en el delta del Ebro. Otra alternativa a esos sobrantes de agua del alto Tajo podría ser destinarlos a poner en regadío miles de hectáreas manchegas en las que plantar productos subvencionados por la Unión Europea, como puedan ser el lino, la remolacha o el girasol, algo no tan simple de lograr puesto que la propia UE tiene asignados ya una serie de cupos por países. De ampliar el sector vitivinícola ni hablemos, ni siquiera para la elaboración de zumos, y menos ahora que lo que se prima por parte de la UE es el arranque de cepas.
Otros productos que se intentaran plantar en esas miles de hectáreas de regadío, las cuales deberían sustituir a las que fuesen eliminadas en la misma proporción de Almería, Murcia y Alicante, se enfrentarían de lleno ante la más adversa de las características del clima castellano-manchego: No hay provincia que no posea unos inviernos muy crudos, con temperaturas mínimas que han llegado a alcanzar los 24 grados bajo cero, caso de Albacete, sin que el resto de las provincias le vayan muy a la zaga. Es más, ni siquiera Albacete tiene el discutible honor de poseer el récord regional. Molina de Aragón (Guadalajara), posee muchos más días de heladas y aún más intensas que Albacete.
Lo que significa que en el proyecto acordado entre el PSOE y el PP manchegos se pretende o bien dejar que discurra el agua bajo los puentes hasta llegar al Atlántico o bien cambiar las cosechas extratempranas y de alto valor comercial del ámbito levantino por productos agrarios de subvención y escasa rentabilidad, tanto económica como de mano de obra, puesto que no es mismo meter una máquina que recoja un campo de girasoles al día, que en ese mismo terreno se instalen 10 invernaderos que luego precisen 1.000 personas durante semanas para recolectar los productos y envasarlos.
Esta cuestión de acabar con el trasvase Tajo-Segura me parece de lo más natural para la filosofía socialista, que hace bastante tiempo que ha dado por perdidas políticamente las regiones de Valencia y Murcia —también la provincia de Almería— y en fondo disfruta con crear malestar entre las regiones, para lo que hace hincapié en cualquier aspecto que resulte conflictivo entre ellas, en muchos casos artificialmente conflictivo. Pero... ¿Y el PP? ¿Cómo es posible que el PP se haya sumado a la infamia que respalda la tipa Cospedal? ¿Cómo es posible que Rajoy, del que estoy convencido que no le ha permitido actuar por su cuenta a esa individua, haya dicho que sí a una cabronada semejante? Sí, cabronada, porque cada actitud merece su definición en el idioma del pueblo.
Todo lo antedicho, junto a esos estatutos que van acordándose entre el PSOE-PP, llenos de naciones y nacioncitas –sean realidades o virtuales—, lleva al convencimiento de que ya no queda partido político alguno en España que practique la decencia. Si encima le añadimos las inmersiones lingüísticas que el PP efectúa en la Comunidad Valenciana y Baleares, sencillamente: Apaga, vámonos y el último que tire la llave al río, aunque sea al Tajo. A fin de cuentas, tienen intención de blindarlo.
Aquí solo veo dos soluciones: O la gente del PP pone al frente de su partido a alguien con carácter y decencia, que fulmine a las Cospedal de turno en cuanto advierta la más mínima fechoría política como la que ha realizado, o si los levantinos queremos sobrevivir no tendremos más remedio que crear un partido nacionalista que mande a los populares a hacer puñetas y que, de paso, podamos permitirnos el lujo de chantajear a quien gobierne en Madrid, único método que entienden estos partitocráticos con tan poca vergüenza. Porque, visto lo visto, este mundo es de los listos. Vale el pareado y se salva.
Autor: Policronio
Publicado el 27 de octubre de 2006
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