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Günter Grass |
"Mi honor es lealtad" era el lema de las SS alemanas que tras el proceso de Nuremberg en 1946 fueron declaradas como organización criminal. En recientes fechas el escritor alemán Gunter Grass confesó en el ocaso de su vida su pertenencia a las Waffen SS y concretamente a la división acorazada Frundsberg. Quien firma el presente y, tras el revuelo ocasionado al conocerse que el actual pontífice perteneció al ejército alemán, se sorprende ante el escalofriante silencio del autodenominado mundo intelectual y progresista occidental.
Vaya por delante mi comprensión ante el derecho del escritor a rectificar -como bien se expone aquí- ya que sería injusto tratar de enjuiciar al señor Grass en el contexto actual y, porque -a diferencia de la secta- entendemos tanto el trasfondo histórico, como el arrepentimiento y el derecho a evolucionar.
A pesar de ello, es paradigmático no solo el fariseo silencio de la izquierda que habitualmente se ensaña con aquellos personajes de la vida pública y pasado similar si no ante todo el silencio que mantuvo el autor durante tan largo periodo y las vagas explicaciones que ha aportado en la actualidad. Y es que la manía patológica de ciertos sectores por construirse un "pasado a medida" al final acaba pasando factura. ¿verdad, Enric Marco?
Algunos se preguntan si quizás este ominoso pasado le hubiese privado de alcanzar el Premio Nobel en el año 1999 pero lo cierto es que las peregrinas explicaciones al respecto parecen convencer a pocos sobre todo teniendo en cuenta el particular carácter de las SS que las diferenciaba del ejército regular (Wehrmacht). El autor afirma que no se enroló voluntario y que no pegó un solo tiro. Lógicamente no podemos asegurar la veracidad de sus palabras pero sí que podemos indagar en el Manual de las SS en donde encontramos en el primer punto lo siguiente: "I. El servicio en las Waffen SS cuenta como servicio militar. Sólo se acepta a voluntarios".
Poniendo la vista nuevamente en Nuremberg comprobaremos como el Mayor Farr demostró ante el tribunal que la pertenencia a las Waffen SS no solo era voluntaria si no que para su ingreso era preciso cumplir ciertos criterios raciales o lo que el propio Himmler llamaba "el principio de la Sangre y la Élite":
"Por tanto, sólo se puede escoger sangre buena, sangre cuya historia ha demostrado que es líder, creativa, y la base de todo Estado y de todas las actividades militares, sólo sangre nórdica. Me dije a mi mismo que, si tenía éxito en la selección para esta organización, de entre el pueblo alemán, de tanta gente como fuera posible en la que la mayoría tuviera esta sangre deseada, al enseñarles disciplina militar y con el tiempo hacerles entender el valor de la sangre y toda la ideología que emana de ella, entonces sería posible realmente crear una organización de élite que actuaría con éxito en todos los casos de emergencia".
Si al silencio sectario que acompaña al caso y a la propia tardanza en desvelar el hecho en si, le sumamos el carácter elitista y político de las SS -insistimos: bien diferenciadas del ejército regular alemán- llegaremos a la conclusión de que construirse un pasado a medida para satisfacer presentes intereses en estos tiempos de hemerotecas digitales es un grave riesgo que puede volverse peligrosamente en contra del afectado llegando incluso a desprestigiar y anular su obra moral.
Autor: John Sherman
Publicado el 14 de agosto de 2006
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