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| Julen Madariaga, fue uno de los fundadores de la banda de asesinos ETA. |
¿Qué puede haber motivado las declaraciones de Julen Madariaga cuando “desvela que el PSOE le pidió antes de las elecciones mediación para hablar con ETA”? Mi opinión es que se ha sentido traicionado, o al menos muy sorprendido, y como poco se cree objeto de un tratamiento injusto hacia su persona. En el fondo, con unas manifestaciones descarnadas en las que reconoce su antigua colaboración con Zapatero, Madariaga le está preguntando a alguien: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Es evidente, pues, que Madariaga creía haber logrado su salvoconducto contra la represión del Estado "fascista" y por lo tanto era uno de los que debía quedar al margen de cualquier redada, con independencia de quien la practicase. Si, como en su caso, fue el juez Marlaska quien la ordenó, la policía le debía haber avisado a tiempo como hizo con otros en su misma situación de recaudadores etarras. Ahora, como puede deducirse de las palabras del miembro de Aralar —militancia tapadera—, emite un reproche hacia la ingratitud de Zapatero: “El mismo poder político que me va a juzgar por la comisión de un eventual delito de contacto con ETA llega hacia mí hace dos años y me contactan elementos del PSOE del señor Zapatero nada menos que para conseguirles una entrevista oficial con ETA”.
Quizá la clave de este asunto consiste en distinguir entre la línea recta y la sinuosa. El terrorismo etarra —en el que podría incluirse tanto a sus miembros activos como a los que han pasado a la situación de “jubilados”— ha practicado desde siempre lo que pudiera denominarse rectitud de comportamiento. Ojo, no una rectitud en cuanto a la honestidad de sus acciones, no confundamos, pero si una rectitud en el sentido de que jamás se han desviado ni un ápice del encanallamiento original ni de sus reivindicaciones sempiternas. Es decir, la ETA sólo ha dejado de matar y ha atenuado otros crímenes cuando se ha visto muy debilitada, caso de los dos últimos años del gobierno Aznar, o bien cuando se le ha ofrecido una salida negociada que, a priori, aparejaba el logro de una buena parte de sus objetivos.
La línea sinuosa vendría representada por el comportamiento irregular, frecuentemente delictivo, de un partido socialista que en el País Vasco ha ido dando bandazos espasmódicos a lo largo de muchos años. No hay más que reparar en su trayectoria para constatarlos: Una etapa inicial en la que predominó el GAL, seguida de una larga servidumbre al PNV, en tiempos de González, a cambio de que no surgiera a la luz determinado dossier en poder de Arzallus sobre la guerra sucia. Un dossier que les garantizó a los peneuvistas, cada día más radicalizados, esa gobernabilidad intolerante y cargada de adoctrinamiento que deseaban practicar, para lo que se hacía preciso que el PSE, sumiso y acomplejado, mirase hacia otro lado desde los despachos de sus consejerías. Luego le siguió un breve período de lealtad a la Constitución española, tras renovarse la Ejecutiva y ejercer el mando Redondo Terreros, que de inmediato fue traicionado por Eguiguren. Y finalmente un volver a las andadas de la mano de Zapatero y López, que se consideran a salvo de cualquier responsabilidad de la etapa delictiva de González y nunca se han cortado un pelo a la hora del tú a tú con los terroristas.
Lo que ocurre es que Zapatero no deja de ser un individuo tan adicto a la improvisación como a la conspiración política y los conciliábulos. Sus ideas no van destinadas casi nunca al bienestar del conjunto de los ciudadanos sino a lograr primeras páginas laudatorias en los medios de comunicación. Ahora trata de vendernos unas expectativas de paz cuya euforia quiere hacerla durar como mínimo hasta las municipales y autonómicas de 2007, de modo que desarrolla su política en el País Vasco a un ritmo cansino, de solución de última hora, de parche, como todo lo que hace.
Pero la ETA no considera que ese ritmo sea el adecuado, de ahí sus cinco comunicados al respecto. Es decir, partiendo de la base probable de un acuerdo ETA-PSOE, comenzado a negociar antes de las elecciones de 2004, tal y como se desprende de la afirmación de Madariaga, y en el que sin duda se fijó un calendario de actuaciones que ambas partes debían cumplir si el socialismo llegaba al poder, ahora resulta que ZP echa balones fuera respecto a sus promesas y lo más probable es que sólo vaya cumpliendo cuando no tenga más remedio porque los etarras amenacen seriamente con largar respecto al 11-M.
En caso de ser cierta la grave revelación que cuenta Julen Madariaga, ¿qué conclusiones podrían extraerse de este asunto? Ante todo una de carácter particular: Todo apunta a que el PSOE inició su traición al Estado uno o dos años antes —según fuentes— de las últimas elecciones generales. Nada extrañaría, pues, que el zapaterismo se hubiese servido de la infraestructura etarra —a saber con qué grado de complicidad— para llegar al poder en el 2004. Sin embargo, a juzgar por los comunicados de los asesinos, ZP se resiste ahora a pagar el precio acordado en su momento. Juraría, no obstante, que el partido socialista acabará pagando la tarifa del terror, al menos en parte, pero esos pagos se librarán cuando más le convenga a su calendario electoral. Y esto es así porque el gobierno de Rodríguez no se siente excesivamente presionado, ya que no ignora que si la ETA decidiera poner sobre la mesa las pruebas del 11-M, los terroristas serían los primeros obligados a desechar toda opción de victoria respecto a sus reivindicaciones.
El pueblo español jamás perdonaría a los beneficiarios directos de un genocidio tan espantoso si se llegase a demostrar que algún socialista ha tomado parte en la masacre. Es decir, ante determinadas evidencias ZP perdería el poder y eso es algo que a la ETA no le conviene en absoluto. La alternativa sólo podría ser una derecha que asumiera el control del gobierno y se enfrentase a la banda asesina como hizo en la era Aznar. Luego los asesores de Zapatero no creen que el submundo etarra elija morir matando, lo cual es una forma de suicidio, y de ahí las largas que el Gobierno ofrece a quienes siempre han querido lo mismo: Un País Vasco independiente y marxista. O sea, una tiranía xenófoba en la Europa del siglo XXI.
También es posible extraer, o al menos recordar, una conclusión de carácter general: El PSOE, a lo largo de su dilatada, sombría y corrupta historia, jamás ha llegado al poder de un modo limpio. Desde siempre han mediado los golpes de estado, las agitaciones, los pucherazos o las conspiraciones que beneficiasen su causa. Con ZP, el más falso y radical de los “rojos” contemporáneos, no tiene por qué ser distinto. Luego las palabras del etarrófilo Madariaga no desentonan demasiado respecto a la credibilidad de un partido político cuya única y exclusiva virtud es la práctica de la propaganda, en la que son maestros a causa de su falta de escrúpulos. Y junto al don propagandístico, como una especia de suerte añadida, les influye en no poca medida el hecho de contar con una derecha opositora que se muestra rotundamente negada para denunciar con eficacia tanto desafuero como surge de la izquierda o el nacionalismo. Si hubiese sido al revés, si en la actualidad gobernara el PP tras un atentado gravísimo que le hubiera llevado al poder, y Madariaga asegurara que Aznar, desde la oposición, llamó a la puerta de ETA antes de los atentados, la izquierda hubiese salido a la calle en cuestión de horas y en sus pancartas, a miles, se hubieran podido leer frases alusivas a la traición de Aznar y a su falta de honradez política. Eso como poco.
Autor: Policronio
Publicado el 13 de septiembre de 2006
Publicado el 13 de septiembre de 2006

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