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Personajes de La conjura de los necios, alegorizados en el presente artículo. |
John Kennedy Toole jamás hubiese imaginado que cuarenta años después al otro lado del Atlántico y lejos de la decadente Nueva Orleans plasmada en su obra maestra, aunque de igual manera al abrigo de una mediocre y decadente sociedad, emergería un quijotesco Ignatius J. Really menos obeso y sin bigote pero con calcado perfil vital: cobarde, repugnante, caprichoso, reprimido, mentiroso patológico, egoísta, infantiloide y aprensivo.
La reencarnación "ignaciana" representada en el presidente Rodríguez con todos sus tentáculos y variaciones presenta en esta nueva versión del clásico la particularidad de que los necios, lejos de conjurarse contra nuestro particular protagonista se alían con él en una simbiosis macabra y belicista.
Con una clase política -la española en general- ensimismada y realizando su labor a espaldas de la masa que dice representar, lo que claramente es síntoma de un alarmante déficit de valores democráticos resulta entendible su manifiesta incapacidad para utilizar el término "auto crítica".
En un país -España- supuestamente gobernado por el partido socialista y en una comunidad -Galicia- gobernada por la coalición nacional-socialista la manifestación de ayer en Santiago de Compostela, en la que nuestros particulares necios se aliaron con el original Ignatius Zapatero bajo el lema "Partido Popular terrorismo ambiental" pone de manifiesto la cuasi obscena unión de los progresistas y sus palmeros sacrificando la pacífica convivencia de esta España nuestra.
La labor política de estos "dime-de-lo-que-presumes-y-te-diré-de-lo-que-careces", claramente orientada a la destrucción y no a la construcción, raya el límite de lo permisible en esta sociedad tan proclive a la polarización desde el último siglo. Esta peligrosa explotación del bipolarismo, esta actitud chulesca y desafiante para con el adversario político es imposible que pueda dejar nada bueno.
Es posible que siguiendo esta senda dentro de setenta años las polémicas históricas giren en torno a las mismas cuestiones que ahora nos atormentan: ¿cómo se llegó a aquella situación de confrontación entre las dos españas?. Si inadmisible es la actitud del partido socialista anteriormente conocido como obrero español para con el principal partido de la oposición -culpable de todos los males- preocupante, muy preocupante y peligrosa es la actitud de estos necios y palmeros.
Urge pues abrir cuanto antes la ventana y dejar que entre fresco el aire de una nueva "restauración" que fulminé esta plaga radical que nos asola antes de que seamos testigos de un nuevo episodio de "canibalismo" por parte de Saturno. Sentadas las premisas solo nos falta esperar -o tal vez exigir- un brazo que abra la ventana y un nuevo aire que limpie de un plumazo esta desgracia.
Autor: John Sherman
Publicado el 21 de agosto de 2006
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