![]() |
Medusa gigante de Japón. Algunos ejemplares alcanzan los dos metros de diámetro y sobrepasan los 300 kilos de peso. |
En tiempo veraniego no resulta necesario fabricar noticias más próximas al ciudadano común que llamen y desvíen su atención de asuntos de mayor calado. Las “serpientes” estivales suelen prodigarse con facilidad de forma natural al amparo de la temperatura. Estos días, un alto porcentaje de los medios informativos nos ofrecen todo tipo de opiniones y datos relativos a la arribada a nuestras costas de un ejército de medusas que amenazan nuestros días de asueto playero. Además, parece que están “cabreadas” y las picaduras están causando estragos. Otros países también parecen ya tener experiencia habitual en estos desagradables encuentros. Mil "sesudas" explicaciones, especialmente científicas y ecologistas, vienen a justificar su aparición, probablemente con argumentos de aspecto razonable pero no fácilmente demostrables.
En cualquier caso, es lo de menos. Lo cierto es que la plaga de la medusa flotante va tomando tintes de rebelión más que de invasión pacífica. Se especula y se teme por todos los rincones del solar patrio, pues su belleza y grácil silueta no nos inspira confianza, sabedores del riesgo urticante que esconden sus tentáculos gelatinosos. Precaución que por cierto no extendemos a otros especímenes que también disfrazan su venenosa naturaleza bajo la forma aparente de una inofensiva inocencia.
Salvando las distancias, la otra invasión que venimos sufriendo desde hace más tiempo y con visos de perpetuarse sin control, no recibe desgraciadamente el mismo tratamiento de urgencia, ni de hecho tratamiento alguno por parte de este Gobierno, que pueda percibirse como solución tanto para los invasores como para los invadidos. Esta segunda invasión tiene una dimensión humanitaria que no se concede a la de las medusas, ya que sabemos ahora que sólo los grandes simios tienen sus derechos equiparados a los humanos. Una desgracia humanitaria nos implica en la prestación de auxilio a los parias que escapan de la pobreza y desamparo de sus propios países, donde caciques y dictadores mafiosos locales sólo se ocupan de mejorar sus propias condiciones de vida en sus respectivos palacios de la Mareta y a costa del sufrimiento y penuria de sus propios pueblos.
Nuestra capacidad de absorción de inmigrantes ilegales hace tiempo que ha alcanzado su límite, pero seguimos sin aplicar ni una sola medida eficaz que garantice el bienestar de todos de una forma razonable. Ir a llorar por medios y ayudas a la Comunidad Europea, la misma que ha criticado duramente las regularizaciones Caldera y su efecto llamada masivo, o que De la Vogue y/o Moratinos se arrodillen ante Marruecos, Mauritania u otros países, principales productores de la miseria que nos llega, obteniendo como única respuesta exigentes peticiones de dinero u otras contrapartidas crematísticas como chantaje y medida de presión que les alivia y enriquece, a la par que nos empobrece y degrada, es digno de lástima y vergüenza ajena.
¿Integración solidaria? Una milonga progre que parece un mal chiste el mismo día que el ínclito Maragall pone en marcha el Estatut de la discriminación entre españoles, y al que me parece estar oyendo decir: “Feina feta. Anem a dinar”.
No. Definitivamente es mejor seguir hablando de las medusas.
Autor: Perry
Publicado el 9 de agosto de 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.