miércoles, 11 de abril de 2018

Batiburrillo de ideas, con dos ingenuo-liberales al fondo


Por una vez voy a creerme que Zapatero dice la verdad cuando afirma que es radicalmente falso que el PSOE negociara con Batasuna la pasada Legislatura. En efecto, no fue con Batasuna con quien negoció, sino directamente con la ETA, a juzgar por las declaraciones de Julen Madariaga, un ex etarra usado para contactar con la banda, así como otras fuentes. Claro que, en honor a esas medias verdades con las que ZP nos obsequia al tomarnos por tontos, es posible que el ilustre impulsor de la Alianza de Civilizaciones esté convencido de que Batasuna no es ETA ni el PSE-EE es el PSOE. De donde se desprende que no hubo negociación PSOE-Batasuna, sino PSE-ETA. Y esto último ni lo afirma ni lo desmiente, como es lógico. Simplemente se limita a poner cara de: ¡ah, se siente!


¿Qué habría que hacer para que este hombre tan desahogado dejase de intentar engañarnos cada vez que abre la boca? ¿Cómo es posible que la sociedad en general no lo haya catalogado ya de lo que es: Un cínico capaz de conculcar en interés propio cualquier ley en vigor? Desconozco la respuesta al primer interrogante, si bien en el segundo lo tengo algo más claro: La gran mayoría de los votantes en España está convencida de que todos los políticos son iguales, de ahí que pase olímpicamente de las noticias del día a día, sin mostrar interés en conocer si le afectan o no, y se limite a interesarse tibiamente en la política durante la quincena de campaña electoral, que es cuando el PSOE echa el resto y saca los doberman a pasear contra la derecha. A veces, por supuesto, los saca mucho antes, como esos dos años largos 2002-2004 en los que se manifestaron cada semana contra el PP.

Esto es así, por supuesto, en las etapas gobernadas por el partido socialista, porque cuando ha sido el PP quien ha gobernado, entonces ya no cabe hablar de apatía del ciudadano ni de interés reservado para las dos semanas que preceden a las elecciones. Nada de eso. La izquierda suele realizar campañas electorales de varios años de duración y lo hace a fin de ir mentalizando a sus votantes para cuando llegue el momento decisivo. Recordemos el Nunca Mais o el No a la guerra, agitaciones deshonestas y multitudinarias que duraron meses y meses y acerca de las cuales cabe añadir que ciertos hechos posteriores, de exclusiva responsabilidad socialista, han dejado en pañales las razones que entonces se alegaron. Frente al Prestige cuando gobernaba el PP, los negligentes incendios con víctimas mortales en media Galicia con gobierno nacional-socialista; en contraste con el cometido de nuestras tropas en Iraq, destinado a la ayuda humanitaria, la misiones que actualmente se realizan en Afganistán y el Líbano, algunas de mucho riesgo en las que se han sufrido ataques armados.

La primera conclusión a la que podría llegarse es que al PSOE le da buen resultado el sistema del agit-prop continuado, técnica que usa con gran empeño, además, para tapar sus fracasos en el Gobierno. Porque siempre hay alguno, incluso ubicado en las filas liberales, que está dispuesto a creerse el camelo de que la culpa es del PP y de la rancia España que representa, por lo que supone que la derecha está obligada a practicar un orgiástico aquelarre público y concluir inmolada en la pira que la izquierda y el nacionalismo le vienen preparando desde que decidieron que aquí lo que vale es la postura progresista. Para ellos, para los totalitarios -he estado a punto de escribir progresistas- nada debe oler a colonia facha for men, que es una de tantas etiquetas de diseño envenenado con las que adornan a esa derecha a la que no pueden batir ideológicamente ni, especialmente, en el terreno de la creación de riqueza y bienestar.  

Nada hay más torpe, pues, que renunciar a los métodos que se han mostrado eficaces. Me refiero no a la agitación y la propaganda, y mucho menos a ese tipo de violencia que supuso el acoso a las sedes del PP, sino a la denuncia constante de cuanta falsedad y sectarismo usan los antidemócratas para crear un mundo a su medida y conservarlo de tal modo cueste lo que cueste. Eso sí, la denuncia debe estar basada en la honradez y el convencimiento de que la libertad individual es un bien superior del que se extraen numerosas ventajas y satisfacciones. Luego si a un ministro chorizo hay que llamárselo, por mí no ha de quedar y si tiene lo que hay que tener que presente la correspondiente querella en el juzgado de guardia. Claro que, siempre habrá quien apueste por llamarle tramposillo, con perdón, al ministro chorizo. 

Una de las personas que a mi juicio ha entendido lo legítimo y lo eficaz del uso continuado de la denuncia, expresada asimismo en un lenguaje que el pueblo entiende a la perfección, es Federico Jiménez Losantos. Por eso me ha extrañado mucho que alguien que se dice liberal*, y que forma parte de RL, no sea capaz de entender que la defensa propia es legítima y que nada hay de pecaminoso si se adopta la técnica rival del gota a gota, por supuesto la menos farsante, para ser usada a diario en esa defensa. Otra cosa bien distinta sería que todos fuésemos unos caballeros y actuásemos con guante blanco, pero no es el caso. 

A mi juicio Federico no conspira para que el PP ni ningún otro partido llegue de forma fraudulenta al poder. No se involucra en la destrucción del Estado ni de territorio alguno, no llama al asalto de sedes políticas ni incentiva ese tipo de violencia callejera conocida como kale borroka. Tampoco justifica el terrorismo etarra o el islámico, ni el de cualquier otro signo, como sí hacen esos izquierdistas tan comprensivos a la hora de amparar cualquier postura antiamericana o antisemita. Ni de lejos adoctrina para que se pacte con ellos, con los terroristas. Ha condenado sin el menor resquicio de dudas toda iniciativa de la extrema derecha española, cuyos métodos fascistas han sido denunciados por él y esas denuncias le han valido alguna querella y no pocas amenazas. Pues bien, según algún liberal candoroso, Federico lo hace muy mal porque es gangoso y ha cambiado de carácter.

¡Ave María Purísima, si tuviésemos que depositar nuestra libertad en manos de gente tan buenista como el candoroso! ¡La izquierda y el nacionalismo nos habrían comido ya por los pies y la mayor industria en España no sería la construcción de viviendas, sino la de pateras y cayucos para huir a Marruecos o Senegal! Al más genuino método cubano.

* Mi compañero Smith ha identificado y contabilizado más de tres docenas de posiciones liberales, de modo que no me extraña que también exista la del liberal sensiblero y candoroso. Está en su derecho, por supuesto.

Autor: Policronio
Publicado el 20 de septiembre de 2006

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