martes, 13 de marzo de 2018

San Manuel Bueno, mártir

Manuel Bueno Bengoechea, escritor y periodista español, nacido en 1874, en Pau (Francia), de padres bilbaínos. Asesinado por los rojos el 11 de agosto de 1936 en Barcelona, fusilado en Montjuïc, junto a otras docenas de personas cuyo delito fue no compartir las ideas del gobierno Companys y el Frente Popular. 

Antes de que conviertan el Valle de los Caídos en un parque temático a mayor gloria de personajes inmorales y hechos deshonrosos, acaso con alguna que otra luz propia de discoteca que ilumine el museo de los horrores que aspira a instalar ERC (ahora también el PSOE a través de Odón Elorza), que se sepa que allí reposan los restos de 40.000 ciudadanos españoles y que la mitad aproximada corresponde a cada uno de los bandos combatientes en la Guerra Civil. Algunos de ellos fueron vilmente asesinados en la época más aciaga de nuestra historia y aún así no se destacan sus biografías ni se hace alarde de nada, al menos no de un modo museístico, lo que mueve a pensar que se quiso buscar la reconciliación en el reposo conjunto de las víctimas.

Uno de esos españoles al que hoy quiero referirme tuvo una muerte desgraciada, igual que la de tantos otros, que justifica de sobras, como desagravio a las víctimas, la permanencia de la Basílica-cripta y del monumento del Risco de la Nava. En la reconversión que pretende Esquerra, un partido político separatista cuyos componentes dicen no ser españoles pero que se ocupan con gran codicia de los asuntos de España, no sería de extrañar que destinen la gran cruz a ser volada en mil pedazos (al menos sus brazos) o a servir de base a una antena de televisión digital terrestre o telefonía móvil. Sea como sea, ya que cualquier desenlace cabe esperarse por cuenta de estos socialistas que ahora mandan obedeciendo a los más radicales, paso a la parte seria de esta anotación y presento a continuación a una de las víctimas de la barbarie izquierdista:

Manuel Bueno Bengoechea, escritor y periodista español, nacido en 1874, en Pau (Francia), de padres bilbaínos. Asesinado por los rojos el 11 de agosto de 1936 en Barcelona, fusilado en Montjuïc, junto a otras docenas de personas cuyo delito fue no compartir las ideas del gobierno Companys y el Frente Popular.

Manuel Bueno se crió en Bilbao y viajó a los 14 años, junto a su familia, a los Estados Unidos, donde estudió y se inició en el periodismo. De regreso a su patria chica, comenzó a trabajar en el diario el Porvenir Vascongado y Las Noticias, al mismo tiempo que publicaba su primer trabajo de ensayo literario: Acuarelas. En 1897 marchó a Madrid, entrando a formar parte de la redacción de El Globo. A partir de 1899 ejerció la crítica teatral en el Heraldo de Madrid y colaboro en otras publicaciones. Dirigió las revistas Madrid y La Mañana, de la que fue fundador. Publicó además las siguientes obras literarias: Viviendo (cuentos e impresiones, 1897), Almas y Paisajes (cuentos, 1900), A ras de tierra (cuento, 1900), Corazón adentro (novela, 1906), El teatro en España (críticas, 1910), Jaime el Conquistador (novela, 1912), El dolor de vivir (novela, 1919) En el umbral de la vida (cuentos, 1919), Historia breve de un breve amor y La ciudad del milagro (novelas publicadas en 1924), El último amor (novelas cortas, 1930). Finalizó su obra literaria con la comedia Lo que Dios quiere. También desempeñó la actividad de productor y arreglista teatral, con montajes como Fuente-Ovejuna, de Lope, en colaboración con Valle Inclán, entre otras producciones. Tradujo obras francesas e italianas que se estrenaron en diversos teatros madrileños.

Andrenio, seudónimo del gran crítico literario español cuyo verdadero nombre fue Eduardo Gómez de Baquero, académico de la lengua, afirmó lo siguiente de la obra de Manuel Bueno: “La prosa castellana de Manuel Bueno, es de lo mejor que se ha escrito en nuestros días. Fluida y firme, tan distante de la vulgaridad como del preciosismo, poco dada a las divagaciones literarias, libre de ampulosidades oratorias, se mantiene en el feliz equilibrio de la precisión. Su sencilla elegancia, matizada por el ingenio, se debe tanto a la construcción clara y artística y al buen empleo del léxico, como a la armonía interior del pensamiento y a la exacta conjugación entre la palabra y la idea”.

A pesar de que hoy en día no debe conocerlo casi nadie fuera del mundo profesional literario, lo contrario de lo que pasaría si hubiese sido un desaprensivo de la categoría del chequista Alberti, digamos que el señor Bueno Bengoechea fue un gran escritor y mejor periodista que formó parte de la llamada Generación del 98. Los últimos años de su vida los dedicó casi exclusivamente a escribir crónicas y artículos periodísticos, muchos de ellos destinados al diario ABC, que le había encargado una corresponsalía volante en Cataluña, donde por entonces las noticias sobre estragos, asesinatos y saqueos eran diarias. Tuvo una relación de amistad con el gran pintor catalán Ramón Casas, que le hizo un magnífico retrato inicialmente expuesto en el Museo Municipal de Barcelona. Finalmente, como anécdota ante la trágica pérdida de un gran escritor, tan grande como hoy desconocido, me gustaría recordar el título premonitorio de una de las obras de otro de sus amigos y paisano, Miguel de Unamuno, que aventurando acaso la lamentable desgracia de Manuel Bueno Bengoechea, en 1931 publicó una novela a la que tituló: San Manuel Bueno, mártir.

Bien, pues como ocurre con los restos del meritorio y noble personaje hoy recordado, en los nichos del Valle de los Caídos se encuentran depositados los cuerpos de docenas y docenas de personas que no desmerecen en nada al ilustre Don Manuel Bueno. Ni en sus vidas merecieron morir asesinados, ni sus despojos merecen que hoy se secunde la inmoralidad que proponen unos miserables.

Artículo revisado, insertado el 7 de mayo de 2006 en Batiburrillo de Red Liberal

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