sábado, 17 de marzo de 2018

Primera impresión sobre el debate ZP-Rajoy

Zapatero y Rajoy, el uno se pasa (por marrullero) y el otro no llega (por tibio).

Rajoy ha sido llevado al huerto por Zapatero, es normal, uno tiene integridad y el otro apenas la conoce. El jefe de los populares ha vuelto a demostrar que es un caballero que cumple sus promesas. Y en el debate de hoy sobre el “Estado de la Nación”, ambos dirigentes había acordado no hablar sino muy de pasada del asunto más candente: La tregua de ETA. Eso sí, sobre el tema de los estatutos ZP no dudó en restregarle hasta tres veces a Rajoy que Alianza Popular no aceptó nunca el artículo VIII de la Constitución española. Como si Mariano, que entonces contaba 24 años y estaba en el servicio militar, según afirmó, fuese en el 78 el responsable directo de esa decisión sobre el título VIII. Un título, por cierto, acerca del cual el tiempo ha venido a darle la razón a Fraga, ya que ha sido el comodín de todas las insidias y conspiraciones nacionalistas secundadas hoy descaradamente por ZP y convertidas en caballo de batalla del populismo izquierdista que pretende imponernos.


Con todo, lo que más me ha llamado la atención es que en las réplicas Zapatero usase la mayor parte de su tiempo en hablar de las distintas etapas de gobierno del PP, comparando cifras de los años 96 en adelante, como por ejemplo las ampliaciones de plantillas en las Fuerzas de Seguridad del Estado, con las más recientes de 2004 para acá. Está claro que de ningún modo son cifras homologables, entre otras razones porque hay dos o tres millones más de emigrantes, entre los que no faltan abundantes mafias de delincuentes profesionales, y cuando el PP llegó al poder se encontró con tres millones y medio de parados. Aquí Rajoy le ha contestado que él venía a hablar del presente y del futuro de la Nación, que es donde encaja el debate, pero  ZP se ha cerrado en banda sobre el futuro. Digamos que lo suyo ha sido sacar trapos viejos que marrulleramente pudieran favorecerle, una actitud de lo más desvergonzada y nada elegante. Pero claro, qué se puede esperar de un fulano así.

También ha sido llamativo que Zapatero haya insistido tanto en lo bien que marcha la economía, algo perfectamente desmontable con dos simples datos: La inflación es el doble que la europea aun cuando el precio del combustible es el mismo y nuestras exportaciones, si bien aumentan, lo hacen mucho menos que los productos que importamos, dándose el caso de que España tiene un déficit comercial que en porcentaje supera incluso al de los EEUU. Nada de esto ha dicho Rajoy por falta de tiempo y ello ha supuesto que -con un montón de papeles bajo el brazo sobre economía- haya debido bajarse de la tribuna, con muy mal humor debido al cada día más desagradable y provocador Marín. Está claro que en los aspectos económicos Zapatero sigue siendo un aprendiz, además de un demagogo, aunque hayan transcurrido ya las dos tardes y no se prive de poner a trabajar a todo su equipo para que no le pille el toro. Lo normal en esta clase de pícaros indocumentados. 

Para concluir mi opinión, digamos que Rajoy ha estado brillante en su discurso y algo torpe en las réplicas, desestabilizado en buena medida por el presidente del Congreso. Ha entrando al trapo de un ZP que le quiso llevar al terreno que más le convenía: el pasado. ¿Qué moraleja puede extraerse si se considera que en un debate de cifras el presidente del Gobierno siempre dispondrá de la mejor información? Yo, en principio, saco una: Rajoy sigue siendo un pardillo debido a su caballerosidad. Nunca debió pactar nada con ZP. Porque si se desprende de la mejor arma política que ahora posee, el asunto nada claro de ETA, y evita los mordiscos a la yugular, jamás tendrá nada que hacer con un tramposo sin escrúpulos como es Zapatero. Luego se ha confirmado -de nuevo- que a Mariano le falta instinto asesino y que a ZP le sobra ese mismo instinto, que es algo bien diferente a ganar o perder un debate y, sobre todo, a gobernar decentemente una nación como España.

Publicado el 30 de mayo de 2006

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