Hoy se cumplen 70 años del asesinato de Calvo-Sotelo. Es bien sabido que los autores del crimen político fueron gente del PSOE muy allegada a Indalecio Prieto y a otros miembros destacados del Frente Popular. En Batiburrillo hemos tocado a fondo el tema, como puede verse en una trilogía de artículos —(1), (2) y (3)— entresacados a partir de la Causa General y otros textos. Hay en esta bitácora, además, numerosas anotaciones adicionales y no pocos comentarios de nuestros visitantes, que aluden a este suceso y que aún desvelan en mayor medida la tragedia propiciada por unos miserables que hoy pasan por demócratas ejemplares.
Nada hace pensar que los socialistas de ahora, tan adictos a condenar cualquier episodio histórico relacionado con el franquismo, posean un grado mínimo de sensibilidad para condenar igualmente un horrible crimen que fue obra directa de sus correligionarios de la época. Quienes en la actualidad mandan en el PSOE no parecen dispuestos a pedirle perdón a los familiares del líder derechista ni, según parece, a consideran necesario una simple mención reconciliatoria con los herederos del político monárquico.
Nada hace pensar que los socialistas de ahora, tan adictos a condenar cualquier episodio histórico relacionado con el franquismo, posean un grado mínimo de sensibilidad para condenar igualmente un horrible crimen que fue obra directa de sus correligionarios de la época. Quienes en la actualidad mandan en el PSOE no parecen dispuestos a pedirle perdón a los familiares del líder derechista ni, según parece, a consideran necesario una simple mención reconciliatoria con los herederos del político monárquico.
Los periódicos ABC y La Razón sí destacan el aniversario, el primero con una carta de Enriqueta, hija de don José Calvo-Sotelo, carta que se me antoja de obligada lectura para cualquier persona alejada del sectarismo; el segundo, con un artículo de Alfonso Bullón, en el que afirma, según puede leerse: "Me llamo José Calvo Sotelo. Soy diputado y he denunciado los actos violentos del Frente Popular. La madrugada del 13 de julio de 1936 militantes del PSOE pertenecientes a la escolta de Indalecio Prieto, acompañados por miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, me arrancaron de mi domicilio a pesar de las súplicas de mi esposa, y me pegaron un tiro en la camioneta de la Guardia de Asalto en la que decían conducirme a la Dirección General de Seguridad. No tuve juicio, ni abogado, ni sentencia. Mi cuerpo fue abandonado en el cementerio del Este. Hubo un día en que numerosas calles y centros escolares llevaron mi nombre, pero se ha dado orden de quitarlo para que no se recuerde el crimen. Mis hijas siguen esperando que el PSOE pida perdón por mi asesinato».
Porque tal es el caso. Al PSOE no le bastó con amenazar en su día a uno de los líderes de la oposición, sino que lo asesinó vilmente, encubrió durante años el crimen execrable y hoy, hipócritamente, sólo se muestra dispuesto a que recaiga sobre la derecha cuanta maldad generó la II República. Pues bien, para los no iniciados en la historia de aquella trágica etapa, debe quedar claro que el origen de toda violencia, opresión o arbitrariedad políticas debe serle imputado esencialmente al partido que lidera Zapatero. La derecha de la República, uno de cuyos dirigentes fue Calvo-Sotelo, se dedicó a denunciar las tropelías y luego a defenderse para sobrevivir. Más tarde llegó el odio a uno y otro bando y ya no fue posible hablar de seres humanos, sino de fieras salvajes y aborrecimiento mutuo.
Porque tal es el caso. Al PSOE no le bastó con amenazar en su día a uno de los líderes de la oposición, sino que lo asesinó vilmente, encubrió durante años el crimen execrable y hoy, hipócritamente, sólo se muestra dispuesto a que recaiga sobre la derecha cuanta maldad generó la II República. Pues bien, para los no iniciados en la historia de aquella trágica etapa, debe quedar claro que el origen de toda violencia, opresión o arbitrariedad políticas debe serle imputado esencialmente al partido que lidera Zapatero. La derecha de la República, uno de cuyos dirigentes fue Calvo-Sotelo, se dedicó a denunciar las tropelías y luego a defenderse para sobrevivir. Más tarde llegó el odio a uno y otro bando y ya no fue posible hablar de seres humanos, sino de fieras salvajes y aborrecimiento mutuo.
Publicado el 13 de julio de 2006
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