domingo, 18 de marzo de 2018

Estatuto de Cataluña, cifras y deducciones del último sondeo

Lo usual es que las encuestas del CIS ofrezcan un resultado bastante aceptables, salvo cuando el departamento ha estado en manos de ciertos gobiernos con poco escrúpulos.

Supongamos que sea cierto lo que afirma El País y asimismo aceptemos como buena la encuesta del CIS que reflejan las páginas de ese diario. Con independencia de que El País es un medio que ha reconocido haber dado noticias falsas y el CIS es un organismo público que no suele acertar ni una a la hora de sus sondeos, de cumplirse tales suposiciones los ciudadanos de Cataluña aprobarían el Estatuto con un 74,8 % de los votos a favor frente a un 21,7 % en contra. Ambos porcentajes suman el 96,5 %  de los votos y el resto, como es de Perogrullo, no pueden ser más que papeletas nulas o en blanco. Es decir, sólo 3,5 puntos de votos inservibles (si se incluye en esa categoría a los “en blanco”), que se me antojan muy bajos dadas las ganas que algunos tienen en Cataluña de reflejar en un papel lo que realmente piensan de los promotores del Estatuto. Pero ahí queda el dato como testimonio de una encuesta destacada en primera página por el boletín oficial de la Secta de Intereses a Favor de Polanco (SIFP), más conocida como PRISOE.


Ahora bien, en la encuesta también se afirma que el porcentaje de participación alcanzará el 55,1%, lo que una simple operación aritmética nos lleva a la conclusión de que el Estatuto catalán será aprobado por un 41,2% de los ciudadanos, que es algo bien distinto al 90% de parlamentarios entusiasmados a la hora de redactarlo y al clamor popular que argumentan para justificar tan espantosa ley. Luego aquí, de cumplirse el pronóstico, nos encontramos con una serie de hechos evidentes:

1. La clase política catalana no representa en absoluto a sus ciudadanos, solo a una parte. Más bien se trata de un Régimen cuyo único propósito es conservar el poder a costa de lo que sea. Los políticos catalanes les mienten constantemente a los ciudadanos, además de malversar sus impuestos.

2. En ese Régimen cabe incluir a cualquier partido político del arco parlamentario catalán, PPC incluido, a quien le ha correspondido el desagradable papel de enemigo interno que desea quitarse de en medio entregándose a CiU. El enemigo externo es sin duda alguna España. Enemigo que todo sistema totalitario precisa para desviar la atención de sus fechorías y corrupciones, tan abundantes en Cataluña entre los políticos.

3. El nuevo Estatuto catalán, además de ser destructor del Estado de derecho en España y opresor con el ciudadano catalán, jamás fue una necesidad sentida como tal, sino algo impuesto de arriba abajo. O sea, como se imponen todas las decisiones en los regímenes donde la democracia y la libertad no existen: desde el Poder.

4. Si a pesar de la demoledora propaganda oficial, con todos los medios de comunicación comprados y posicionados a favor del Sí, se confirma el porcentaje de votos favorables y éstos representan poco más del 40% del censo de votantes, cualquier demócrata catalán deberá considerar ese Estatuto como papel mojado. Si además es un demócrata combativo —en el mejor de los sentidos— su reacción inmediata deberá ser la rebeldía civil frente o los déspotas que los gobiernan. Medios hay para ello, véase, si no, el decálogo de propuestas que aquí, en Batiburrillo, se sugirieron para otro problema similar y muy relacionado.

Publicado el 9 de junio de 2006

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