Zapatero ha vuelto a demostrar que es un sujeto con un instinto de lo más tortuoso y que no le importa situarse, con el mayor de los descaros, a favor de los que practican la violencia o la radicalidad y actúan al margen de toda ley o consideración. Tal es el caso de la posición que este hombre mantiene frente al terrorismo en España y lo mismo podría decirse de la postura que ha preferido escoger al situarse al lado de los terroristas de Hezbolá, meros sicarios de Siria e Irán, y en contra del único estado democrático en Oriente próximo: Israel.
Israel, debo decirlo con la mayor contundencia, tiene todo el derecho del mundo a defenderse cuando es atacado. Es más, considero que está legitimado para llevar esa defensa al propio nido de la bestia, sea en el Líbano -otro país torturado en el que hay importantes minorías cristianas-, sea en el fin del mundo si es allí donde se aloja el fanático furor contra los judíos. Porque, en efecto, así ha ocurrido al recibir Israel en su propio territorio, procedente del Líbano y Gaza, una serie de ataques violentos, con víctimas mortales, de terroristas abastecidos de material militar suministrado por terceros países. Esta es la realidad que Zapatero no acepta ni valora, contra la opinión mayoritaria de los principales líderes europeos, y esta es la realidad de la que él se margina y le convierte en un tipo de ideología primaria al que le encanta asociarse con cuanto grupo antisistema encuentra a su paso.
Lo peor de todo este asunto, que lo hace más incomprensible para los ciudadanos poco informados, es el apoyo de la mayoría de la prensa a un ZP cada día más radicalizado, que además se muestra a sus anchas en el papel de rebelde frente al sentido común y la moderación. Pocos medios, pues, informan con claridad de la angustiosa situación que vive Israel desde hace varias décadas, en las que recibe periódicamente, en función del grado de fanatismo del tirano musulmán de turno, unos ataques que siempre pretenden ser definitivos para arrojar a los israelíes al mar. Esos tiranos, cuya violencia y cólera política al parecer comprende tan bien nuestro sectario presidente, no cesan de rearmar a media docena de grupos terroristas con el único propósito de que ataquen a Israel. Pues no, informaciones así apenas aparecen en la prensa española, que se limita a destacar lo desproporcionado de la respuesta israelí.
No voy a hablar en nombre de los componentes de Batiburrillo, por dos razones: Porque desconozco cómo opinan al respecto mis otros compañeros y porque entiendo que aquí cada uno es de su padre y de su madre. Pero que conste, por lo que a mí respecta, que mi simpatía se encuentra al lado de la parte atacada: Israel. No tengo ninguna duda de que Israel desearía vivir en paz con todos sus vecinos, así ocurre con Jordania y Egipto, por ejemplo, que hace años comprendieron la gran utopía de derrotar al Estado judío y escogieron una cierta concordia. Pero desgraciadamente aún existen dos estados pendencieros en la zona, Irán y Siria, que traicioneramente promueven acciones violentas a través de esos grupos terroristas que he citado. Unas acciones violentas, repito, que a menudo se suceden -casualmente- tras las declaraciones belicosas de unos dirigentes iraníes o sirios no menos pendencieros.
Zapatero, con su crítica al hecho de que Israel se defienda -aunque no sean esas exactamente sus palabras-, se ha convertido en un cómplice de los islamistas violentos y en un hooligan de ese grupo de dirigentes totalitarios con el que quiere fundar la Alianza de Civilizaciones. Tal para cual. Aquí en Batiburrillo, por el contrario, nos gusta posicionarnos a favor de la libertad y las causas justas. Y secundar la posición de Israel me parece una de ellas.
Publicado el 17 de julio de 2006
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