Secuelas de un macrobotellón. Otro tipo de secuelas (físicas y psíquicas), que afectan a la salud de los jóvenes, tal vez no sean tan evidentes en el corto plazo. |
¡Qué significado tienen los intentos de “macrobotellón” (MB) que la noche pasada han salpicado ciertas ciudades españolas? Da la impresión que determinada juventud, poco responsable y bastante ociosa gracias a unos estudios que irá aprobando sin esfuerzo alguno, le manda un mensaje a ZP: “Tomamos nota de que vale todo en este mundo de jauja y barra libre diseñado por quienes te escriben los guiones, tú encabezas encantado y nosotros aplaudimos satisfechos”. “Aceptamos botellón, a poder ser con alguna que otra droga de diseño mezclada y agitada en el calimocho, como animal de compañía de un sarao de lo más divertido y encima muy mal visto por la derechona cavernaria”.
Por supuesto que los “botelloneros” nunca confirmarán algo así, pero el trasfondo de sus ideas no andará demasiado lejos de lo expuesto o al menos lo parece. Desde la Revolución Francesa en 1789, que se sepa ningún movimiento lúdico o incluso de rebeldía ha reivindicado nada mediante el lamentable método de abandonarse en bloque en manos de Baco, Morfeo y sus respectivos vómitos. No, la sociedad española del siglo XXI no puede estar tan desnuda de ideas, ni es posible creer que sus actos vengan motivados sólo por la diversión callejera y bajo la consigna de “cuantos más mejor y cuanto más alcoholizados o drogados, pues más cojonudo y más jodemos al PP”. Luego más bien estamos asistiendo a una especie de panem et circenses destinado a una juventud que debería cambiar el mundo, como es su obligación, pero de la que podría asegurarse que alguien desea volverla frívola y holgazana. Y lo que es mucho más grave, encima quiere utilizarla con el peor de los propósitos. Como se argumentará.
Algunos de los abogados de lo imposible que pululan por esta bitácora no dejarán de alegar que la moda del botellón surgió en plena era Aznar. Lo cual es aproximado pero no del todo cierto, porque el desenfreno callejero generalizado de ahora, cuya diferencia principal con lo anterior es que invade algo más que un par de bancos en cualquier plaza, es una costumbre reciente y en todo caso su origen se remonta a esa movida que el socialista Tierno Galván alentó a los gritos de: “¡Quien no esté colocado, que se coloque! De aquel insensato llamamiento efectuado por un vejestorio que pretendía ir de modernito, cuando en realidad se trataba de todo un carcamal que lo único que dominaba era el latín, se derivó la ingestión meritoria y aplaudida de cualquier tipo de consumibles sólidos, líquidos y gaseosos, destinada al nihilismo que la gente de izquierda siempre ha usado como fe propia y, por supuesto, considera de lo más adecuado que le sea inculcada a los jóvenes. No vaya a ser que les dé por pensar y alguno de ellos acabe por no ver claro esto del socialismo y a la postre decida abandonar el redil.
Se dirá que las autoridades socialistas hacen lo posible por reprimir los MB y por lo tanto no encaja demasiado que los instigadores surjan de entre sus filas. Es posible que sea así, pero sólo en apariencia, porque en el caso que más de cerca conozco, el de Murcia capital, existe el antecedente de un delegado del Gobierno que hace unos días expresó la opinión de que los MB no eran de su responsabilidad sino de la policía local. Ayer por la noche, finalmente, sí intervino en Murcia la policía nacional, pero solo como simple espectadora de un centenar de jóvenes que acabaron practicando el ritual de marras. Lo más curioso del caso es que a cierta distancia otro centenar de personas contemplaron el espectáculo, entre ellas figuraba un tal Luis Mariano Pérez, miembro de la ejecutiva municipal socialista, que llegó a afirmar: “Existe una clara necesidad de buscar un sitio donde los jóvenes puedan relacionarse”. Y concluyó diciendo que: “Ésta es una situación más propia de un estado policial que de derecho”. El socialista se refería, por supuesto, a la situación de la ciudad de Murcia, cuyo alcalde del Partido Popular, ante la desidia del delegado del Gobierno en cuestiones de seguridad, anuncia la intención de duplicar la plantilla de la policía local.
Habría que hacer una relación de localidades donde el MB se ha fomentado o se fomentará al tradicional modo del SMS izquierdoso. Habría que comprobar qué partido político gobierna en buena parte de esas ciudades y habría que comenzar a sacar conclusiones. La primera de ellas quizá podría ser la siguiente y no sería nada extraño que se hubiese expresado en alguna sede de la izquierda: Desestabilicemos la seguridad ciudadana de las capitales gobernadas por el PP, puesto que las elecciones municipales y autonómicas están al caer y aquí no nos vale ni el “No a la guerra” ni el “Nunca mais”. Así que ir con mucho tiento, compañeros, pero no dejéis de poner en evidencia cualquier gobierno de los fachas. Unos cuantos bancos y papeleras rotas a la semana, más alguna cabina telefónica y cientos de botellas vacías y otros restos asquerosos pueden dar mucho de sí a la hora de decantar el voto de esa ciudad. ¿Malpensado? ¡Nimijita! De los profesionales de la agitación, osease de la sarmentosa izquierda, cabe deducir con bastantes posibilidades de acierto cualquier intención deshonesta.
Publicado el 18 de marzo de 2006
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