En medio de sus vacaciones veraniegas el presidente sale de fiesta por Lanzarote. Está nervioso ante la situación en Cuba y cualquier anécdota, como ya le ha ocurrido en otras ocasiones, puede desencadenar su enajenación mental. En este caso no puede reprimir un ramalazo de autoritarismo a la cubana, sintiéndose por unas horas el señor de la fiesta, y de la isla.
Publicado el 7 de agosto de 2006
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