La holganza del fin de semana impide resaltar debidamente unas cuantas noticias surgidas del régimen maloliente que impera en el País Vasco, ya que aún no hay suficientes artículos de opinión sobre ellas o análisis pormenorizados de los que conocen a fondo el tema. En efecto, varias de las crónicas periodísticas de los dos últimos días están relacionadas con ese mundo del PNV, tan cenagoso como el de sus primos de la banda asesina ETA y de Batasuna, a la par que le otorgan protagonismo a uno de los pocos jueces de la Audiencia Nacional, curiosamente vasco, de cuya labor cabe deducir que aún es posible mantener algo de fe en la Justicia. Me refiero a Grande-Marlaska, magistrado que con alguna paletada de arena en los últimos meses no ha cesado de ofrecernos bastantes decisiones acertadas, de las de cal, con las que podrían llegar a elaborarse, en el caso de ser secundado por otros jueces hasta ahora más acomodaticios, una argamasa consistente que diese mayor solidez al cumplimiento de la ley.
Una ley y un cumplimiento cuyos primeros guardianes deberían haber sido los responsables del Gobierno y en su nombre el fiscal general del Estado, pero que lamentablemente han preferido optar por el desistimiento partidista que se refleja en un mendaz aquí no pasa nada. Y es que no hay que molestar a la izquierda abertzale, que es como ahora engañosamente denominan a los terroristas, no vaya a ser que se enfaden y larguen todo lo que saben del 11-M o se decidan a reanudar la actividad asesina. Y digo asesina, porque las acciones criminales, esas que para el Gobierno no suponen nada ni impiden la continuación de sus planes negociadores, no han cesado en ningún momento desde el supuesto alto el fuego permanente que ZP quiso vendernos a los ciudadanos, a los que engaña sin rubor, como si hubiese surgido fruto de sus ansias infinitas de paz, su talante y su diálogo, de los que se derivaría poco menos que un acto espontáneo de ETA. Nada más falso, puesto que nadie ignora que se venía negociando entre la banda y el PSE desde casi dos años antes de finalizar la anterior legislatura, naturalmente por órdenes de Zapatero.
Así, pues, los españoles nos encontramos ante un socialismo plagado de insidiosos que ha negociado a fondo con la banda terrorista y que ahora, desde el poder, simplemente pretende, a la chita callando, rubricar los detalles de un acuerdo previo. Sí, un acuerdo en el que los etarras cumplieron con su espantosa parte, probablemente muy relacionada con el 11-M, y como es lógico quieren recibir el pago prometido. De ahí que ETA aluda siempre en sus comunicados a los compromisos insatisfechos de ZP. ¿Qué compromisos son esos que obligan al infame Rubalcaba a salir en pantalla con el rostro desencajado? Tras esa aparente dejadez mostrada por un Ejecutivo que no reconoce la continuidad descarada del crimen etarra -De la Vega aseguró hace poco que ya no existía el terrorismo-, se envalentona una mafia que deja clara su intención de no rebajar un ápice las pretensiones de siempre.
Juraría que en esa actitud fingida y alocada del Gobierno no puede haber nada más que traición al Estado y derivado de ello, sobre todo, pánico ante la posibilidad de ser descubiertos. No le queda más opción a los gobernantes socialistas, dado el monstruoso chantaje al que están sometidos por parte de ETA, que mirar para otro lado y hacer la vista gorda. Lo contrario supondría que se descubriera todo el pastel. Porque los asesinos poseen una mente canallesca pero no son idiotas, y algunos de los que hoy son ministros, incluyendo a su presidente, quizá acabasen siendo juzgados por alta traición en el más que hipotético caso de que la ETA decidiera forzar la máquina a tope.
Juraría que en esa actitud fingida y alocada del Gobierno no puede haber nada más que traición al Estado y derivado de ello, sobre todo, pánico ante la posibilidad de ser descubiertos. No le queda más opción a los gobernantes socialistas, dado el monstruoso chantaje al que están sometidos por parte de ETA, que mirar para otro lado y hacer la vista gorda. Lo contrario supondría que se descubriera todo el pastel. Porque los asesinos poseen una mente canallesca pero no son idiotas, y algunos de los que hoy son ministros, incluyendo a su presidente, quizá acabasen siendo juzgados por alta traición en el más que hipotético caso de que la ETA decidiera forzar la máquina a tope.
De ahí que se hayan disparado todas las alarmas ante las actuaciones del juez Grande-Marlaska, un funcionario público al que no le unen compromisos previos y que se limita a aplicar la ley. Y con cada auto de Marlaska, sea contra Batasuna-ETA, sea contra el PNV, sea contra esa mafia vasca que somete a extorsión a los empresarios, mafia integrada igualmente por algún socialista conspicuo o algún periodista de la SER, el gobierno de Zapatero se desespera ante la imposibilidad de controlar al juez y ve más cerca que nunca el banquillo de los acusados. Porque ni siquiera el PSOE de los 100 y pico años de conspiraciones es capaz de preverlo todo y ocultarlo todo en cada una de sus ilegales llegadas al poder. Y es que estamos en esas: ¿Cómo pagarle a ETA sin que se advierta demasiado una llegada ilícita a los despachos de La Moncloa? La suerte que tienen estos inmorales del poder es que están respaldados por otros inmorales en el Parlamento, los cuales no le hacen ascos a mirar igualmente para otro lado a condición de que a ellos también se les pague su precio: Las patrias de diseño.
Publicado el 25 de junio de 2006
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