lunes, 5 de febrero de 2018

Simón Peres, ex-socialista a fuer de decente

Simón Peres y Ariel Sharon

¿Se imagina alguien al socialista gallego Paco Vázquez abandonando su partido para unirse a los populares y ponerse a disposición de Rajoy? La verdad es que no resultaría demasiado extraño un hecho semejante si consideramos la trayectoria del alcalde de La Coruña, un personaje de acreditada vocación democrática y dispuesto siempre, a mi juicio, a que prevalezca el bien común sobre las ideologías totalitarias que en la periferia ibérica, avivándose ante el débil cortafuego de Zapatero, no cesan de tomar carrerilla para el asalto final a la nación española. No resultaría extraño, digo, pero sí inédito, ya que si se considera que la transición ideológica en el ser humano se produce desde la izquierda hacia la derecha, y existen abundantes ejemplos de ello, cuando se habla de políticos con cargo lo que prevalece es el tragarse los sapos a docenas y conservar así la poltrona, dígase Vázquez quien la ocupe o dígase Pepito.  


No obstante, y quizá a juicio del discrepante de poco coraje, existe un término medio para alertar sobre la acción política inadecuada, que consiste en efectuar una declaración en contra y esconder la mano, o replegar velas si se es llamado al orden por la Ejecutiva del partido. A tales efectos, quien posee mayor destreza es el bueno de Rodríguez Ibarra, todo un número uno en soltar la lengua y luego retractarse. De Paco Vázquez me suena que ha comentado no hace mucho que a él le alegraría bastante una gran coalición entre el PSOE y el PP. Sería un método razonable para neutralizar esas riadas de egoísmo y menoscabo a la democracia que no cesan de anegar determinadas regiones españolas, la última de ellas la gallega, donde un partido tan minoritario como extremista, y hablo del BNG, decidirá a sus anchas, con el visto bueno de ZP y su sátrapa Touriño, que a Galicia hay que pasarla por la piedra del nacionalismo para que acceda al solio de las naciones de diseño. 

Estas cosas pasan en España porque el presidente Rodríguez, del que no cuesta mucho deducir que carece del más mínimo sentido de Estado, cree que logrará mantenerse más tiempo en el poder si debilita por cualquier medio a la derecha. Y una forma  de debilitarla, si hay que deducirlo de las actuaciones zapaterescas, es marginarla de cualquier institución en la que sumados los acólitos de la izquierda con las huestes nacionalistas se logre la mitad más uno de los votos. Vamos, lo que se dice “como sea”, o algo que a la par podría definirse como: “a cualquier precio”, “a como dé lugar”, “caiga quien caiga” o “ande yo caliente”. 

Pero no en todas partes funciona la inmoralidad política como herramienta de poder más usada a diario. La Razón nos ofrece una noticia en su sección de Internacional que me ha hecho pensar durante un buen rato, con perdón: “Peres anunciará hoy que deja el laborismo para apoyar al nuevo partido de Sharon”. ¿Qué puede decirse de un político que, según se lee en el cuerpo del artículo, “ha decidido abandonar la que ha sido su casa desde hace 60 años”? Se habla aquí de un socialista, no lo olvidemos, que ha vivido las etapas más duras del estado de Israel y que además de pactar la gran coalición cuando ha sido preciso, único método para lograr la estabilidad de gobierno y dejar al margen del mismo a los más radicales de la Knesse, no ha reparado en unirse, a la vejez —época en que las criaturas suelen alcanzar la sabiduría—,  a ese otro dirigente de la derecha israelí que, con toda probabilidad, está más capacitado para dirigir la defensa y supervivencia de la patria judía. Me refiero a Sharon, un político tan zaherido por la izquierda europea como bien dotado del coraje y el talento necesarios para mantener erguida la dignidad del estado de Israel.

Unos meses atrás, y siento que el tiempo me haya dado la razón, escribí otro artículo en Batiburrillo donde comparaba las trayectorias de Zapatero y el mandatario israelí. Lo titulé “Ariel Sharon” y entre otras ideas se expresaba el siguiente convencimiento: “Es posible que algunos no me crean o piensen que exagero, pero ahora mismo cambiaba a ZP por Ariel Sharon y ofrecía un par de Montillas de regalo”. Tal párrafo fue escrito a primeros de junio del año 2004, cuando ya se divisaba lo que más tarde supondría el desistimiento claro de Zapatero respecto a una política nacional no sectaria. Por el contrario, la acción del gobierno socialista se ha ido acrecentando descaradamente desde entonces a favor de la Secta mediática que lo ampara, así como de esas tribus de antropófagos que gobiernan la periferia. Unas tribus que han conducido a España, con el beneplácito del tipo de la sonrisa, a su peor momento histórico desde la Transición.

Porque en el caso de los estadistas honorables, y Simón Peres puede ser uno de ellos, de lo que se trata, ante todo, es de conservar la dignidad de la nación para no ponerla en riesgo creando zonas de sombra que impidan la democracia y la libertad individual, fin último de cualquier régimen político medianamente respetable. De ahí el coraje de Peres al sumarse a la causa del derechista Sharón y de ahí, lamentablemente, la cobardía de tantos socialistas que de boquilla reniegan de Rodríguez pero luego no hacen nada por su patria. Todo sea por el cargo y la prebenda. 

Publicado el 30 de noviembre de 2005

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.