Qué malo es eso de ser un acomplejado. Qué complejo tendrán los socialcomunistas hispanoamericanos con el llamado "neoliberalismo" que no pueden recitar discurso alguno sin el consabido latiguillo anti-neoliberal. Basta con repasar por encima cualquiera de las sucursales mediáticas de los totalitarios paleomarxistas para comprobar las toneladas de odio que son capaces de proyectar sobre una sola idea, un solo concepto: el neoliberalismo. Esta vez ha sido el ex presidente nicaragüense Daniel Ortega, quien ha calificado al neoliberalismo nada menos que de "genocida". Se creerá el ladrón que son todos de su condición.
Al referirse al saldo (?) de la filial de la sociedad "Neoliberalismo, S.A." en Nicaragua, cuya sede central seguramente estará repartida entre Wall Street, el Pentágono y la city londinense, Ortega dice que el 70 por ciento de la población nicaragüense vive en la pobreza y 40 por ciento de ella sufre condiciones extremas. La culpa naturalmente es de "Neoliberalismo, S.A.
Afortunadamente la Historia deja a cada uno en su sitio. Recordemos al señor Ortega que el gobierno sandinista que se hizo con el poder en 1979 nació de una guerra con Somoza que había provocado 50.000 víctimas; cientos de miles de ciudadanos habían perdido sus hogares o se habían refugiado en los países vecinos, y muchas zonas de la nación se hallaban en ruinas. Los daños provocados por la guerra habían destrozado la economía, a lo que habría que añadir la gran deuda exterior de 1.600 millones de dólares; numerosos profesionales liberales y empresarios habían abandonado el país, en donde escaseaban los alimentos y el combustible, las condiciones sanitarias eran ínfimas y existía un elevado índice de pobreza y analfabetismo. Datos a tener en cuenta, señor Ortega. No sabemos si el neoliberalismo (en abstracto) o Neoliberalismo S.A. (sociedad concreta a la que se le pueden achacar todos los males del universo) son los responsables de todos y cada uno de los males que aquejan a Nicaragüa, pero una cosa sí que está bien clara: el sandinismo no sólo no solucionó ninguno de estos problemas, sino que los agravó.
Item más. Que como el señor atribuye el calificativo "genocida" al neoliberalismo y dado que tan de moda está el neoindigenismo no sobraría recordar que el sandinismo combatió brutalmente a los 150.000 indios (misquitos, sumus, ramas, criollos, ladinos...) que vivían en la costa atlántica de Nicaragua y que disfrutaban de una ventajosa autonomía (exención de impuestos y del servicio militar) heredada de la época colonial. En octubre de 1979 Lyster Athers, el líder de Alpromisu, fue asesinado dos meses después de su arresto. En 1981 se detuvo a los líderes nacionales de Misurasata... Al más puro estilo estalinista, se desplazaban a las poblaciones indígenas con el pretexto de "protegerlas de las incursiones armadas hondureñas".
15.000 indios fueron encarcelados; cientos de mineros y misquitos fueron brutalmente asesinados. El ministro del Interior, el maoísta Tomás Borge, ya lo había advertido: "La Revolución no puede tolerar excepciones". Los sandinistas disparaban a todos los que huían de la dictadura socialista a través del Río Coco. En 1982 se inició el "desplazamiento" de 10.000 indios al interior del país, Ejército Popular Sandinista mediante. Las comunidades indias agrupadas en el centro del país recibían una cantidad limitada de comida, convirtiendo el hambre como un arma letal en manos del régimen sandinista. Item más, diremos que las violaciones de derechos humanos, la sistemática destrucción de aldeas indias y los abusos de poder caracterizaron al régimen tutelado por el sanguinario Fidel Castro. Hasta tal punto que el propio Edén Pastora se había quedado estupefacto al comprobar en La Habana que Fidel Castro se reunía con el Gobierno sandinista en pleno para co-gestionar ministerios como Agricultura, Defensa o Interior. Hablamos de un régimen, en definitiva, que según el etnólogo Gilles Bataillon practicaba una "política etnocida".
Señor Daniel Ortega, ¿nos puede explicar ahora quién es el "genocida"?
Autor: Smith
Publicado el 14 de febrero de 2006
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