Lamento sinceramente la desgracia de Ariel Sharon. Lo lamento por él, como ser humano, y también por el admirable pueblo israelí, al que ya no le será posible recibir los estimables servicios de un gran hombre. Sí, no tengo duda alguna, considero muy meritoria la trayectoria de Sharon por cuanto a mi juicio ha dado en cada etapa de su vida lo que de él se esperaba. Como militar, fue decidido y eficaz; como político, no careció de energía cuando permaneció en la oposición, mientras que en al gobierno le acompañaron la moderación y la firmeza, virtudes imprescindibles en un estadista. Y él lo era.
Pero por encima de todas sus cualidades, creo que Sharon poseyó un concepto claro de lo que debía ser su patria y cómo dotarla de la seguridad necesaria en una región, la del Cercano Oriente, plagada de satrapías islámicas que jamás han conocido la democracia. No me extenderé mucho más, en Batiburrillo hay ya otros dos artículos que hablan de Ariel Sharon, pongo a pie de página los enlaces por si algún lector de esta bitácora cree que es el momento adecuado de repasarlos. Simplemente, como suelo hacer a menudo, concluyo con un interrogante: ¿Se imagina alguien al estado de Israel en manos de un Rodríguez Zapatero o de un Jimmy Carter? ¡Dios no lo quiera!
Ariel Sharon I (6-6-2004)
Ariel Sharon II (29-12-2004)
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