Ni rojo claro ni rojo oscuro, simplemente rojo-ignorante. |
Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen. La frase de Alfonso X el Sabio definiría perfectamente a un tal Rodríguez Zapatero, que acaba de calificarse a sí mismo de rojo. Sí, sí, tal cual: "¡Es que soy rojo! Nada me ha enseñado la derecha". No le ha enseñado nada la derecha, ni la izquierda, ni los centristas, ni nadie de este mundo. Este fulano es un auténtico autodidacta -de barrio sin biblioteca- que sólo para conocer la gran vergüenza histórica, urbi et orbe, que representaron las políticas liberticidas de los rojelios necesitaría un millón de tardes. Cómo es posible, se preguntará más de uno, que un buen día Zapatero afirme que su patria es la Libertad y a la semana siguiente se confiese rojo. ¿Creerá compatible ambos conceptos? Supongo que no querrá decir ni rojo claro ni rojo oscuro, simplemente rojo-ignorante.
Comprendería, por otra parte, que alguien tan hueco como Zapatero presumiera de demócrata, aun sin ser cierto. Comprendería, igualmente, que quisiera vendernos progresismo, que es esa etiqueta que algunos se enganchan con Super-Glu porque no hay modo de que se les quede sujeta. Pero ¿presumir de rojo?, ¡vive Dios! Es como presumir de admirar a los mayores genocidas de la Historia, con más de 100 millones de asesinatos a sus espaldas. Cada día tengo más claro que Zapatero no es más que un mediocre con engreimiento y sin cultura, de los que están convencidos que el Sol sale cada día para oírles cantar, como les pasa a esos gallos de corral a los que el amo no les pone otro gallo cerca, siquiera sea para enseñarles una cierta armonía.
Publicado el 18 de octubre de 2005
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