Cuando un grupo de personas se declaran a sí mismas progresistas y de izquierdas, lo cual es completamente contradictorio, ¿a qué está jugando dicho grupo? ¿Pretenderá, acaso, engañar zafiamente al personal? ¿Considerará que el número de desinformados, respecto al comportamiento histórico de las izquierdas, es suficientemente amplio como para sacar tajada de ellos? ¿Hay en ese grupo de “progresistas” de izquierdas más voluntariedad, e incluso buena fe, que un criterio sólido y bien formado que desee transmitirnos? Me temo que en el “progresismo” al que se alude se da de todo un poco.
Que se sepa, no hay período histórico o país en los que el progreso se haya manifestado claramente bajo un gobierno de izquierdas. Ni económico, ni social, ni culturalmente hablando. Ha sido así, simplemente, porque la izquierda de siempre ha mostrado una clara tendencia a crear regímenes liberticidas, y el progreso no es posible en ausencia de libertad. La libertad es, sin duda alguna, la primera condición necesaria para que el ser humano pueda desarrollar sus facultades e inquietudes.
La Historia nos enseña que la gente de izquierdas desconfía del hombre libre (también de la mujer), pese a que sus consignas afirmen lo contrario, y por esa causa lo primero que intenta es controlar a las masas y “encarrilarlas”. De modo que la libertad es también la primera condición que las izquierdas ponen a buen recaudo cuando alcanzan el poder. Reglamentos, normas y decretos reguladores elaborados a destajo, a los que tan aficionados son los izquierdistas, convierten a la libertad en una sustancia descafeinada que desmotiva al ciudadano y le imbuye espíritu de funcionario chusquero.
Existen numerosísimos ejemplos de regresión del progreso, izquierdas de por medio, a lo largo y ancho de este mundo y de nuestra reciente Historia, desde Extremo Oriente -pasando por cualquier país que la antigua URSS hubiese controlado- a esas repúblicas africanas o americanas, de regímenes izquierdistas-populistas, que tantas simpatías despiertan entre los sedicentes progresistas. Toda una farsa, pues, en el espacio y en el tiempo, que como un burro viejo, casi sarnoso, quieren volver a vendernos a los españoles en la Europa del siglo XXI.
Es más, incluso ciertos nacionalismos de izquierdas (otros dos términos contradictorios en sí mismos) apelan falsamente al progreso por estar convencidos de que es un término que gusta y tiene buena salida en el mercado de la estupidez humana, representado en este caso por ese amplio colectivo de individuos a los que la información les produce erisipela y prefieren dejarse llevar por los eslóganes de la televisión. No, no hay aquí descalificación multitudinaria de los ciudadanos, es meramente la descripción de la cruda realidad, aunque no guste que se diga. Una realidad que no deja de afectar a esa población a la que la izquierda, mediante leyes tipo LOGSE, contribuye con gran entusiasmo a mantener en la ignorancia por tratarse de un requisito imprescindible para que el votante, poco dado a la meditación, asimile sin más sus consignas de “progreso”.
Se podrá alegar que las socialdemocracias de los países escandinavos progresaron notablemente durante los últimos 50 años sin dejar de practicar políticas de izquierda. Falso, en esas democracias nunca llegó a perderse la libertad individual ni la iniciativa privada (esencias de la democracia), y por lo tanto sería inadecuado, además de embaucador, que las izquierdas ortodoxas se adjudicaran mérito alguno en tales logros. Por otra parte, no todas las políticas sociales son aplicadas por las izquierdas aunque éstas se las apropien. La derecha sí ha evolucionado convenientemente en los últimos tiempos, no por espíritu benefactor —no es preciso ser mendaz— sino por simple pragmatismo y conveniencia de estabilidad laboral, de ahí que haya acabado por facilitarle al ciudadano mayores ventajas sociales que sus demagógicos rivales políticos, más inclinados a mantener el control de las empresas en manos del Estado y por lo tanto a convertirlas en deficitarias o inviables.
Por ejemplo: Se dice que en tiempos de González, sobre todo al final de su mandato, la partida de los presupuestos destinada a prestaciones sociales era mucho mayor que la misma partida del último año del presidente Aznar. Lo que no se dice, porque no interesa aclararlo, es que el 80 o el 90 por ciento de esa partida se la comían el desempleo o los cursillos de formación retribuidos, que era una forma de pago encubierto destinada a los cientos de miles de desempleados que habían agotado ya el subsidio de paro. Aznar, con su acertada política económica de derechas, simplemente redujo al 10% una cifra de personas sin trabajo que a su llegada sobrepasaba el 25%. De modo que no precisó destinar la misma cuantía para el pago de subsidios. Eso fue así, y las izquierdas no suelen reconocerlo, porque el mayor bien social es el trabajo y la libertad empresarial que genera esos puestos.
Viene todo esto a cuento para a continuación reflejar mi opinión sobre un grupo de bitácoras que se han unido en la denominada “Red Progresista: Somos de izquierdas”, donde, junto a autores con más buena intención que conocimientos (“libros en catalán de las décadas 40, 50 y 60”), no es difícil encontrar a más de un ciudadano LOGSE dedicado a la emisión de consignas y descalificaciones hacia el rival político, preferentemente hacia el presidente norteamericano; eso sí, sin argumentos en profundidad que respalden tal postura. Y digo yo, ¿no podrían haber elegido un nombre más acorde y menos contradictorio con la ideología “prêt-à-porter” que practican? En fin, ¡no es posible pedirle peras al olmo!
Veamos algunos ejemplos de las consignas citadas:
-Marcos Merino: “Sin embargo, la izquierda lleva ya tiempo claudicando frente al paradigma neoliberal (no caerá esa breva). Es normal que se replanteen las soluciones prácticas en función de las circunstancias, pero no podemos justificar el abandono de los mismos principios básicos, de los valores fundamentales de la izquierda (en qué quedamos, en lo anterior o en esto otro). El pensamiento de izquierdas se basa en el ansia de emancipación (sic) del ser humano...” (¡Madre del amor hermoso!).
-Bits RojiVerdes: “Bush se ha tomado casi un año completo de vacaciones en los 5 años que lleva de gobierno, prácticamente todo el tiempo en su rancho tejano”. (Y lo dice alguien que escribe en Internet, como si irse de vez en cuando al racho supusiera gobernar mediante señales de humo).
-Hugo: “Personálmete estoy convencido de que la izquierda es ese pensamiento político que surge tras cambiar por su antónimo cada palabra de Losantos, mientras que en el plano práctico es el arte de hacer lo contrario de lo que pueda proponer la administración del señor Bush”. (Vaya, parece que juegas a la contra. ¿Alguna idea propia?).
-David: “La realidad social se estructura en base a la actividad de todos sus componentes, esto nadie lo duda (Firmado: Maese Perogrullo). Partiendo de este punto debemos decir que la realidad histórica del presente está conformada por la praxis social de sus componentes, los actuales y los pasados (¡Uf!). La sociedad es un todo moldeable (Sí, señor, ese es mi David: un 10 en izquierdismo) y la verdad, como concepto claro y distinto (siguiendo la tradición cartesiana -este paréntesis no es mío-) se edifica de forma diferente en cada etapa histórica” (sic X sic a todo el párrafo).
-Natalia: “El ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) significa para los países que lo firmen el principio del fin de la soberanía. Es un tratado de anexión, que nos retrotrae, en el caso de Argentina, a las situaciones comerciales anteriores a la revolución de Mayo, la época del Virreinato, cuando el monopolio exclusivo sobre nuestro comercio lo tenía España. En este caso lo tendría América del Norte”. (Que no decaiga la demagogia rancia y atolondrada).
Por hoy me parece suficiente, me cansa leer tanto disparate seguido. No descarto volver a entrar otro día en las bitácoras “progres” con la intención de encontrar dos o tres de ellas que rediman al resto. En esta ocasión sólo he pretendido un muestreo, de donde se han entresacado las “perlas” que anteceden y que hablan por sí solas.
Debo confesar, finalmente, que me siento encantado de que se haya creado semejante grupo, eso quiere decir que, a pesar de todo, nos encontramos ante personas con ciertas inquietudes intelectuales, algunas de las cuales, como suele ocurrir en cuanto se profundiza un poco en las ideas, probablemente antes de un par de años se hayan decepcionado de su izquierdismo confeso y decidan sumarse a esta otra orilla en la que me encuentro, donde la libertad es real y no responde exclusivamente a consignas de contenido ficticio. No olvidemos que lo normal es pasarse de la izquierda a la derecha y muy raro lo contrario. Y de algún modo hay que empezar. ¿No, Jéssica?
Publicado el 15 de agosto de 2005
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