Progresista. (De progreso). 1. adj. Dicho de una persona, de una colectividad, etc.: Con ideas avanzadas, y con la actitud que esto entraña. Apl. a pers., u. t. c. s. 2. adj. Se decía de un partido liberal de España, que tenía por mira principal el más rápido desenvolvimiento de las libertades públicas. Apl. a pers., u. t. c. s. Un progresista. Los progresistas. 3. adj. Perteneciente o relativo a este partido. Senador, periódico progresista. Real Academia Española ©.
Desde la Revolución Francesa, la izquierda política se ha obsesionado con monopolizar el "progresismo", dando a entender ante la opinión pública que, mientras las ideas de la siniestra, sus ideas, son "progresistas", las de la diestra son "retrógradas". Nuestro Presidente del Gobierno, el radical, kerenskiano y disolvente José Luis Rodríguez Zapatero, ha ahondado en esta línea concediendo todas las mercedes necesarias para garantizarse la reelección en el 2008 a distintos colectivos minoritarios mediante una serie de medidas de corte "progresista".
Ocurre que la realidad es muy terca y, por mucho monopolio prisaico que monte toda una industria de la mentira al servicio del PSOE a cambio de la obtención de pingües contratos audiotelevisivos y editoriales, la verdad termina siempre saliendo a la luz. Otro principio físico, es en esta materia también muy instructivo: la basura siempre flota.
Resulta que, según El Semanal Digital, el Gobierno nacional-socialista de la Generalidad de Cataluña empieza a manejar la idea de la nacionalización del sector eléctrico en aquella bella región que, en otra época, tanta gloria y lustre dio a nuestra querida España. Al parecer, existe un informe sobre la ordenación del sistema energético catalán en el que se reclama la constitución de una eléctrica de capital público. Ahí es nada: intervencionismo, socialismo y nacionalismo. Tres en uno. Todo muy "progresista", casi diríamos... "futurista". Una página web imprescindible para el conocimiento de la realidad política española, elsemanaldigital.com, señala al respecto y con gran acierto: "la idea rebasa con mucho el calificativo de intervencionista para entrar de lleno en la categoría de la toma de control, de la nacionalización de la electricidad".
La verdad es que la situación de Cataluña empieza a parecerse a la peor de las pesadillas históricas imaginables, con un autoritarismo socialista y un intervencionismo público que empieza a recordarnos a los fascismos de los años veinte y treinta, más que a ninguna otra cosa. Esta mezcla de hipernacionalismo, victimismo maximalista, expansionismo geográfico, intervencionismo público y socialismo radical sólo puede encajarse en esta categoría política que tanto debiera asustar a los "progresistas" y "modernistas" de ayer y de hoy. Querer intervenir el sistema eléctrico, que vive actualmente un franco proceso de liberalización desde finales de los años 90, para matar dos pájaros de un solo tiro (separarlo del resto de España y nacional-socializarlo), tiene un nombre: fascismo. Si a alguien se le ocurre otro más apropiado, que lo diga. Le estaremos muy agradecidos.
Autor: Smith
Publicado el 5 de agosto de 2005
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