Confieso que soy comprador habitual a través de Internet: billetes de avión, hoteles, alquiler de coches, software, libros, la compra e incluso ropa son algunos de los productos que forman mi carro de la compra virtual. En algunos casos es una mera cuestión de comodidad y en la mayoría es una cuestión meramente económica. Sectores tan dispares como las compañías aéreas o los supermercados han sabido adaptar su modelo de negocio a los tiempos actuales brindando a los consumidores un servicio especialmente atractivo y ahorrando costes que podrán ser reinvertidos en beneficio del negocio o del propio empresario, pues al fin y al cabo el objetivo final de la empresa es ese: generar riqueza.
A pesar de que en casa la música es casi una necesidad primaria jamás hemos adquirido música a través de la red simple y llanamente porque no existen muchas alternativas eficientes y especialmente si hablamos de música española. Por la naturaleza del producto y de la venta es lógico que existan una disposición de artículos cuya venta virtual sea casi imposible a pesar de los avances tecnológicos. Avances como podemos ver aquí que nos permiten personalizar nuestro nuevo coche, alterar colores y tapicerías o contemplarlo desde el más inverosimil de los ángulos, pero nadie en su sano juicio compraría el coche sin la consabida visita al concesionario y prueba del vehículo. En este caso Internet se pone a nuestra disposición como una apreciadísima herramienta de promoción y decisión.
Por el contrario para otra suerte de artículos como la música, Internet se convierte además en una herramienta de venta y distribución. A través de la web podemos -o podriamos- escuchar, comprar y descargar las canciones que nos interesan sin tener que pasar por el comercio musical de turno y adquirir un disco completo (a pesar de estar solo interesados por unas pocas canciones del mismo) financiando a los consabidos "padres de la cultura" de turno. Que nadie piense que estoy haciendo un llamamiento a la descarga ilegal de contenidos. Al contrario. Personalmente pienso que si los distribuidores o los mismos artistas ofreciesen virtualmente la posibilidad de "probar" (escuchar) sus productos -como se puede hacer en los comercios musicales-, seleccionarlos individualmente, y descargarlos rápidamente -previo pago- conseguirían ganar una importante batalla a la piratería, pues sería más cómodo adquirir el archivo cuasi instantáneamente -sin esperar a que alguien lo comparta- y con la certeza de que este cumple los máximos estándares de calidad -buen sonido, sin cortes, etc-, a la vez que mejoraría la calidad musical de sus producciones y desaparecerían las famosas "canciones relleno".
La industria del software lleva tiempo ofertando sus productos de este modo a través de la red. Podemos probarlos durante un periodo (trial) y si nos convence podemos adquirirlo directamente descargando en nuestro ordenador y pagando solo los módulos que nos interesan o cubren nuestras necesidades. Incluso podemos descargar documentación o solicitar copias físicas de nuestros productos.
En este caso y por más que se empeñen SGAEs, pseudo-intelectuales o pseudo-artistas como las meigas, alternativas viables y económicas haberlas...
Autor: John Sherman
Publicado el 4 de noviembre de 2005
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