sábado, 13 de enero de 2018

Esperanza


La esperanza es el sueño del hombre despierto.” Aristóteles

El Papa Benedicto alertó recientemente en Colonia sobre lo nefasto de fabricarse la religión a la medida de uno, convirtiéndola en un bien de consumo en ese esfuerzo adaptativo tan propio de nuestro tiempo, donde todo gira en torno a los deseos y ambiciones egoístas del hombre. Sin ánimo de reinterpretar su mensaje, bastante claro por otra parte, no cuesta mucho ver que se estaba refiriendo a la corrupción de los fundamentos cristianos, prostituyendo el verdadero mensaje y sustituyendo la fe y la esperanza de libertad del ser humano, por la consecución de objetivos terrenales ahorrándonos el perdón Divino gracias a nuestro propio perdón anticipado.


La esperanza es la segunda virtud teologal, según la doctrina de la Iglesia, por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido (©DRAE).

Sin esperanzas, el hombre no sabe vivir o ...no debería. Viven los españoles su esperanza eterna en el gordo de la Primitiva. Viven los independentistas la esperanza de convertir sus terruños natales en nación, porque yo lo valgo. Vive Gallardón esperando encontrar el tesoro. Vive ZP en la esperanza de que su inacción e incapacidad se convierta en profesión de fe para todos nosotros. Este tipo de esperanzas, coloquialmente hablando, claramente no forman parte de lo prometido por Dios, ni se corresponden tampoco con los sueños del hombre despierto del que nos habla Aristóteles en su certera cita. Esa precisamente es la diferencia para que nuestras esperanzas tengan fundamento: dormir o estar despierto. La rica gama de matices de gris que condescendientemente nos brindamos como excusa permanente para relativizar todo, puede hacer que confundamos con frecuencia esperanzas trascendentes con sueños y deseos mundanos. Naturalmente, es mucho peor cuando estos últimos no son siquiera los nuestros, si no que adoptamos como propios los ajenos.

Leí en alguna parte que el siglo XXI iba a ser el de la recuperación y renacimiento de la espiritualidad en el ser humano. Benedicto XVI coincide en el discurso. Personalmente, mi mayor esperanza es que sea así. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, aunque de ilusión también se vive. La elección es sólo nuestra.

Autor: Perry
Publicado el 29 de agosto de 2005

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