Estas semanas, con motivo del tan traído y llevado Zapatuto, llevamos oyendo tal sarta de topicazos y lugares comunes que ya empezamos a creer que el conglomerado nacionalista-socialista que mangonea el cotarro político catalán -desde el Poder (PSC, ERC, IU) y la oposición (CiU) a un mismo tiempo- no dispone precisamente de un respaldo intelectual demasiado elevado para las actuales circunstancias políticas.
Uno de esos topicazos que te sueltan indistintamente secesionistas y prisaico-laicistas a las primeras de cambios es aquél de que los demás no queremos entender a Cataluña. Con ello, el secesionista de turno o el “compañero de viaje” del secesionista quiere transmitirnos la idea de la sempiterna sordera española hacia las demandas y la forma de ser del catalán. Al respecto, cabe aquí hacerse varias consideraciones:
1ª) ¿Qué se entiende por “entender” a Cataluña? Diríase que Cataluña es una región con dificultad de comunicar su pensamiento, su forma de ser, sus inquietudes… Pero nada de eso, que para algo estamos en la sociedad de la comunicación. Lo que algunos dicen que Cataluña quiere o deja de querer no es aparentemente sino lo que clase dirigente catalana pretende que sea Cataluña, con o sin el respaldo de la sociedad. En este sentido, el tan traído y llevado Estatuto-Zapatuto es la muestra más palpable de cómo, de la nada, los políticos catalanes, con la inestimable ayuda del Excmo. Sr. Presidente del Gobierno de España, pueden llevarnos a todos a un cenagal, a un pantano sin salida, sin la menor autorización de la ciudadanía.
2ª) Diríase asimismo que España tiene que entender especialmente a Cataluña, como si los habitantes de esta región, “tan entrañable como” las demás, pero no “más entrañable que” las demás mantuviera unos privilegios históricos forales antiliberales al estilo del Antiguo Régimen. Esto tiene aún más gracia que lo anterior, porque si tenemos en cuenta que al frente de esta rebelión anticonstitucional se encuentra lo más granado y florido de la progresía catalana, una de las más modernas y europeístas de España, no deja de ser una aberración intelectual todavía no suficientemente analizada. Resulta ahora que los progres del PSC y de la Esquerra van a terminar rivalizando con el carlismo decimonónico, lo cual, no deja de ser algo bastante surrealista.
3ª) Otra reflexión que suele venirnos a la cabeza cuando algún separatista o sopenita de turno nos piden que entendamos a Cataluña es la que sigue: Supongamos que, aunque injustificadamente, el resto de los españoles hacemos un esfuerzo extraordinario para “entender a Cataluña”. La pregunta, lógicamente, surge por sí sola. <strong>¿Qué esfuerzo van a hacer los secesionistas catalanes para "entender a España"? Porque nadie piense que los demás vamos a estar descuernándonos para intentar comprender que el valle de Arán es una nación, mientras los cerebros de los esquerristas y convergentes no hacen funcionar sus neuronas para entender que, desde la Hispania Romana, Cataluña ha formado parte de la nación española, guste o no.
4ª) Por último, ¿hasta cuándo se nos va a exigir a los demás que hagamos continua reflexión y estudio para que adivinemos los gustos, las apetencias, los caprichos, las demandas y las querencias de la entrañable región española? Porque, pongámonos en el peor de los escenarios: o sea, que si las Cortes aprueban el Estatuto-Zapatuto tal y como los partidos secesionistas lo han elaborado, o con retoques zapateriles que no camuflen ni de lejos el golpe de Estado legislativo que nos quieren colar. Entonces, una vez que España acepta todas y cada una de las demandas estatutarias, ¿piensan disolverse los partidos secesionistas?, ¿van a renunciar a seguir su loca trayectoria antiespañola? ¿se habrá terminado ya toda esta pesadilla? O sea, imagínense que los españoles hacemos todo lo humanamente posible por “entender a Cataluña”, aun admitiendo todos los puntos zapatutiles que suponen una flagrante voladura del sistema constitucional español. Entonces, una vez que hemos “entendido a Cataluña”, ¿qué van a hacer ellos por “entender a España”? Nada, porque nunca lo hicieron y nunca lo harán. Nada, porque el día en que se aprobó el Estatuto-Zapatuto, Carod fue muy explícito al explicar, en el mismo Parlament, que nos encontramos ante el último paso antes de la creación del Estado de Cataluña.
Si todo lo que se les ocurre a los secesionistas y a sus compañeros prisaico-socialistas es pedir compresión hacia Cataluña en un repugnante acto de hipocresía descarnadamente antiespañola, no vamos tan mal. Las engañuflas de este nivel ya no cuelan.
Autor: Smith
Publicado el 13 de octubre de 2005
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