Miguel Navarro Molina, alcalde de Lorca entre 1993 y 2006. Falleció el 19 de enero de 2016 a los 63 años de un paro cardíaco. En Gloria esté. |
Los murcianos, que en general somos gente de campo o de pueblo y por lo tanto nos embarga cierta rusticidad, no dudamos en utilizar a menudo el lenguaje recio cuando se trata de expresar frustraciones o cabreos. Ya no hablemos si el caso se corresponde con un cabreo frustrante como el que lleva padeciendo el alcalde socialista de Lorca, ciudad murciana que la Narbona no para de visitar, segura como está de que allí los sociatas controlan el cotarro, pero de cuyas visitas no se derivan para la población y su grandiosa huerta la llegada de una sola gota de agua adicional.
Lorca cuenta con un municipio de 1.678 Km2 y es casi tan grande como toda la provincia de Guipúzcoa. En la costa lorquina, aún de playas vírgenes, se intenta acometer, además, un plan de ordenación turística de cinco estrellas que, de no ser frustrado igualmente por esa ministra dedicada a poner pegas a cualquier proyecto cercano al litoral, permitiría el desarrollo adicional a una comarca cada vez más sedienta y necesitada de alguna salida a la actividad agraria. En cualquier caso, sea para la huerta, sea para el desarrollo turístico de unas playas singulares en las que el magnífico proyecto alejará las construcciones a un mínimo de 500 metros del mar, el territorio de Lorca es un diamante en bruto con numerosísimas posibilidades de ser pulido a condición de disponer del agua necesaria.
El PHN, y es forzoso volver a referirse a él, debía suministrarle a Lorca el agua que convertirían su tierra y su costa en oro puro, en incienso y en mirra, pero los politicastros de la Mega-Corona de Aragón con el asentimiento del desleal ZP frustraron las esperanzas de los lorquinos. La Narbona visitó una y otra vez a su colega socialista para consolarlo y prometerle ayudas que modernizasen los regadíos, solo que los regadíos sin agua, por mucho que se modernicen, no dejan de ser secadíos modernitos. Y esta es la situación en la que se encuentra Miguel Navarro, el alcalde frustrado y cabreado; es decir, con una huerta que impresiona, por lo grandiosa y seca, y con un gran proyecto turístico paralizado que iba a ofrecer trabajo a varios miles de murcianos. Unos empleos que nos hubiesen venido como anillo al dedo ahora que nuestros paisanos en Cataluña comienzan a regresar a puñaos y a causa de lo que todos sabemos.
Y cómo estará el bueno de Navarro, el alcalde cabreado (enlace a ABC desaparecido), que hace un par de días no tuvo más remedio que utilizar el lenguaje recio de los murcianos rústicos para referirse, con la verdad por delante, a esos dos politicastros socialistas que, en buena medida, son los culpables de esta España alejada de la solidaridad que hoy padecemos: Miguel Navarro no se anduvo por las ramas, y al ser preguntado por un informe que publicaba ayer La Verdad sobre los intentos de blindaje legislativo en Cataluña, Aragón y Castilla-La Mancha, el primer edil de Lorca manifestó que "si se me permite la expresión, son gilipolleces de políticos ineptos" . Añadió que ese tipo de propuestas las hacen políticos que necesitan banderas en su tierra para ganar elecciones porque no son capaces de ganar con políticas reales, pragmáticas y sociales. El alcalde dijo ser consciente de que estaba criticando a políticos de mi propio partido, en alusión a Pascual Maragall y a Marcelino Iglesias.
Publicado el 27 de septiembre de 2005
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