jueves, 4 de enero de 2018

Bargalló advierte: "nación" es sinónimo de "nacionalidad"


En la imperfecta Transición política (1975-1982) se produjeron una serie de errores de bulto que España viene pagando desde entonces a precio de oro. Uno de ellos, quizás el más importante desde el punto de vista jurídico, fue la inserción del término "nacionalidad" en la Constitución, para referirse a las regiones que durante el nefasto régimen republicano-masónico (recuerden: Azaña, Casares, Giral, Marcelino Domingo, Martínez Barrio, Vidarte, Maciá, Companys…) obtuvieron un estatuto: Vascongadas, Cataluña y Galicia. En cambio, regiones con Historia de verdad, con mayúsculas (Castilla, Navarra, Aragón o Valencia), regiones que a lo largo de los siglos constituyeron reinos conocidos en todo el mundo, quedaban inexplicablemente relegadas a un segundo plano, consumándose posteriormente una disparatada organización autonómica que parece no culminar su consolidación ni a la de tres.


El artículo 2 del Título Preliminar de la Carta Magna reza lo siguiente: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. El disparate de estructurar un país con “nacionalidades” y “regiones”, como si hubiera españoles de primera y segunda era palmario. Pero es que, además, fueron muchos los compatriotas que advirtieron ya en su momento que quienes eran definidos como “nacionalidad”, exigirían antes que después, que fueran considerados como “nación”. Lástima que dentro de las estructuras de los partidos políticos dominantes entonces (UCD y PSOE), su voz estuviera ahogada en la carrera “progresista” y “modernizadora” de Adolfo Suárez, obsesionado por desengancharse de su pasado falangista, y Felipe González, rodeado por un equipo directivo que en 1979 proponía en este orden de cosas, por ejemplo, la inclusión de Navarra y ¡ojo! La Rioja en el País Vasco.

Bien, ese momento de paso de “nacionalidad” a “nación” parece haber llegado con la reforma del Estatuto de Cataluña. El ínclito señor Bargalló, perteneciente a la nueva camada de catalanistas de la Esquerra, que parecen dedicarse en exclusiva a fastidiar al resto de los españoles, ha sido meridianamente claro y ha defendido la inclusión del término "nación" en vez del de "nacionalidad"en el Estatuto. Lo único bueno de la Esquerra es que, al menos, no engaña. Sus posiciones políticas son claras. El problema radica en hasta cuánto está dispuesto a soportar el sistema los embates ultranacionalistas de los jenízaros catalanistas. Ni que decir tiene que el PSC, arrastrado por los antijuancarlistas también ha elevado la “nación” al preámbulo del Estatuto con la siguiente propuesta: abogar por “una España plural y diversa, que acoge naciones, nacionalidades y regiones” en la que Cataluña “contribuye a la cohesión fraternal de los pueblos de España y a la articulación federal del Estado”. Resulta curioso comprobar cómo la sucursal catalana de Rodríguez Tancredo suscribe los términos que hace veinte años defendían CiU y ERC y, para no quedarse descolgado acaba de aprobar una propuesta claramente anticonstitucional. Y es anticonstitucional por dos motivos: 1) por dividir las comunidades autónomas en tres: “naciones”, “nacionalidades” y “regiones”. 2) por defender el federalismo. Perdonen el inciso, pero si las “nacionalidades” de antes pasan a ser “naciones”, ¿qué regiones pasan a ser “nacionalidades”; y otra pregunta, ¿se puede dar el salto de “región” a “nación”? 

En cualquier caso, el Estatuto de Cataluña va a ser indudablemente la prueba de fuego de las presentes legislaturas en los parlamentos de la nación española y la región catalana. Si el Estatuto no sale adelante, el tripartito empezará a resquebrajarse. Si, en cambio, el Estatuto se aprueba con todos los condimentos: nación, financiación, etc., el maremoto lo tendrá que parar Zapatero en Madrid, porque a ver qué Estado aguanta la inmersión de golpe en la multinacionalidad asimétrica y el separatismo fiscal.

Desde Batiburrillo, hacemos la siguiente proposición de emergencia. Proponemos al resto de comunidades autonómicas, por pequeñas que sean (Ceuta, Melilla, Canarias, Baleares, La Rioja, Cantabria, Murcia…) que, caso de que Cataluña introduzca el –hasta ahora- significante término “nación” en su Estatuto, que hagan lo mismo en un plazo tan breve como les sea posible. Con ello se lograrían dos cosas: 1) igualar los derechos de todos los españoles; y 2) rebajar la carga política del término “nación”, salvo que estas regiones pretendan volver al tribalismo de los cántabros, arévacos, autrigones, pelendones, berones y guanches. Como, de momento, parece que el etno-nacionalismo micro-localista parece ser solo cosa de peneuveros, esquerristas y beneguistas, seguimos pensando que la propuesta sería altamente positiva para las regiones que están viendo pisoteadas sus derechos y su honor. Su Libertad, nuestra Libertad, está en juego.

Autor: Smith
Publicado el 22 de julio de 2005

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