miércoles, 31 de enero de 2018

12-N o el derecho a elegir


Cicerón afirmaba: Ningún hombre debería tratar de obtener beneficio a costa de la ignorancia de otra persona. Zapatero, presidente por accidente, está a punto de endosarnos una nueva ley educativa (LOE) que, buscando el beneficio que deben proporcionarle los votos de unos ciudadanos ignorantes, dejará en pañales a la LOGSE respecto a la falta de calidad en la enseñanza, que ya es decir, y sobre todo en relación a la libertad que tienen los padres para escoger la formación religiosa y moral de sus hijos. No se trata, pues, de un tema menor, la propia Constitución española, en su Artículo 27, deja claro el asunto. Un artículo de nuestra Carta Magna, tan conculcada estos días por esa coalición de antidemócratas compuesta por socialistas y nacionalistas, cuyo apartado 3, conviene recordarlo aquí, reza del siguiente modo: Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.


Pero no, el gobierno socialista (no debo escribir español, no se lo merece) tiene en avanzado proyecto una educación (es un decir) completamente laica y complaciente con la indisciplina estudiantil, en la que ni siquiera figurará la historia de las religiones, asignatura que será sustituida por otra materia a la que le han querido incluir el vocablo ciudadanía, que aparentemente suena bien, pero que probablemente resultará, visto el derrotero sectario de Zapatero, un compendio entre aquí hay tomate y las obras completas de Marx o, lo que es lo mismo, cómo idolatrar al socialismo, y a su dignatario ZP, sin preguntarte qué hay detrás. Vamos, un populismo trasnochado tendente a la glotonería totalitaria, con tufo chavista venezolano, es cuanto cabe esperar de un reformador que se considera rojo y lo pregona a voz en grito. Lo hace en la España del siglo XXI, a la que, todo apunta a ello y cada día con mayores evidencias, Zapatero quiere despojarle el alma.

No es posible ser el presidente del gobierno de una nación y al mismo tiempo aborrecer sus valores y tradiciones más significadas. No es lícito, ni moral, ni juicioso que por el simple hecho de satisfacer a los nacionalistas que ansían la ruina de España, sin los cuales aún se le notaría más el propio resentimiento, Zapatero deba condenar a nuestros hijos a la orfandad cultural; porque en ese punto, como en algún otro ya demostrado, tal gobernante estará cometiendo un delito de lesa patria. Si el pueblo advierte que el principal personaje que lo administra no es más que un estúpido concienzudo, cargado de odio y prejuicios hacia lo que buena parte de los ciudadanos aprecian, tiene la obligación, por pura supervivencia, de expulsarlo del poder en la primera ocasión que se le presente.

Pero un pueblo tan abotargado por la enfermedad del nihilismo como es el nuestro, interesadamente abotargado por los medios nacional-socialistas respecto a tantas cuestiones trascendentes, como pueda ser la educación, debe ser recuperado para la libertad democrática y, sobre todo, para hacerle frente a los liberticidas. Sensibilicemos a nuestros conciudadanos para que transformen el desistimiento y la resignación ante determinadas leyes tipo LOE, destinada a imbuirnos de un mayor escepticismo hacia los valores seculares, en una explosión de rebeldía y libertad (envuelta en actitud responsable) que se contagie por doquier. Frente al oscurantismo y el adocenamiento socialista, una ideología en la que escandalosamente merecen el mismo premio el esfuerzo y la desidia, exijamos alta calidad en la enseñanza y primemos la perseverancia, la dedicación y la disciplina en los colegios. 

Por todo ello, pero sobre todo por la libertad, se hace más necesario que nunca secundar la manifestación que el próximo 12 de noviembre tendrá lugar en Madrid. Una manifestación que ha sido convocada, en primer lugar, por los partidarios de la Constitución española y el derecho a elegir

Publicado el 7 de noviembre de 2005

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