martes, 19 de diciembre de 2017

Su Santidad Juan Pablo II, el Magno versus ZP


Nos decía Balzac que sencillo es todo lo verdaderamente grande. Así era el Santo Padre, inmenso en su sencillez. Así me ha parecido siempre Juan Pablo II, capaz de acciones nobles y apaciguadoras que le han otorgado el merecimiento de Magno, un título que tantos deseaban concederle, incluso en vida, y que han comenzado a adjudicarle apenas ha cerrado los ojos. Porque la magnanimidad, definida como grandeza y elevación de ánimo, es la que acompaña a los seres humanos que pasarán a la Historia. Porque la grandeza de esos hombres, y Juan Pablo II sin duda ha sido uno de ellos, pertenece a la humanidad entera y nos hace a todos un poco más grandes.

No ha habido país que no haya manifestado su pesar por el fallecimiento del Papa. Incluso en aquellos estados de religiones antagónicas, como puedan ser Israel o Egipto, se ha expresado un gran respeto hacia quien fue tan humilde como reconciliador. Incluso en aquellos países sin religión o enemigos de ella, como Cuba, se han decretado tres días de luto oficial. En España no. La muerte del Papa, Juan Pablo el Magno, para Zapatero no merece la molestia de un comunicado oficial, ni una visita a la Nunciatura del Vaticano, ni ir más allá de un estricto y único día de luto.

Frente a quienes pasarán a la dignidad de la Historia y su nombre será esculpido en mármol, como Juan Pablo II, habrá otros, como Rodríguez Zapatero, a los que la fama de su nombre les durará lo mismo que si hubiese sido escrito en la arena de una playa que aguarda impaciente la siguiente ola. Frente a los primeros, como el fallecido Papa, elevados a la gloria del recuerdo a causa de su dignidad de carácter, los segundos, como el resentido socialista que recibió una reprimenda en el Vaticano, demostrarán siempre esa bajeza moral tan propia de quienes son incapaces, por sentirse falsamente humillados, de reconocer la superioridad de alguien al que convirtieron en adversario. Ya lo dijo Séneca hace dos milenios: Un enano es siempre pequeño, aunque tenga una montaña por pedestal

Publicado el 4 de abril de 2005

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