El diario electrónico e-noticies nos ofrece hoy algunos datos de un estudio del Consell Audiovisial de Catalunya (CAC) sobre el sentimiento de nacionalidad de los ciudadanos catalanes. Según dicho estudio, el reparto quedaría del siguiente modo:
-El 20,2% se sienten sólo catalanes (Nada español).
-El 20,4% se sienten más catalanes que españoles (Poco español).
-El 35,7% se sienten tan catalanes como españoles (Bastante español).
-El 6,3% se sienten más españoles que catalanes (Muy español).
-El 8,2% se sienten sólo españoles (Absolutamente español).
Si sumamos todos los porcentajes que se facilitan, nos encontramos con la cifra del 90,8%, lo que quiere decir que hay un 9,2 por ciento que no desea pronunciarse al respecto. Desde luego, si tuviese uno que apostar por el sentimiento de quienes no se pronuncian lo más lógico sería decantarse en el sentido de que la mayor parte se siente como mínimo tan española como catalana. Eso es así, y cualquiera que viva en Cataluña sabrá que es cierto lo que digo, porque confesar uno que es sólo catalán o tan catalán como español es algo bien visto en cualquier ámbito; mientras que lo contrario, confesarse español o tan español como catalán, no es algo que la gente vaya diciendo aunque lo sienta.
En mi opinión, va calando la labor de mentalización de arriba abajo; es decir, las tendencias nacionalistas de los políticos catalanes hacia los ciudadanos. Si debemos creer a uno de los intervinientes en la noticia, hace 4 años el porcentaje de sólo catalanes era del 16 (sube 4 puntos) y el de tan catalanes como españoles del 42 (baja 6 puntos). Aun así, dentro de los que se pronuncian en el estudio del CAC, si sumamos los que se sienten desde poco español a absolutamente español el porcentaje llega al 70,6. Lo que a su vez significa que, poco o mucho, tres cuartas partes de los catalanes aún mantienen algún sentimiento de españolidad.
Desde luego, lo que sí queda meridianamente claro es la lenta y gradual pérdida de españolidad de los ciudadanos catalanes, una realidad tan cierta como el desfase de sentimientos con la clase política que los representa, nacionalistas confesos (cuando no separatistas) en su inmensa mayoría. De donde se deduce que en los últimos 25 años los políticos catalanes han ido por un lado y el pueblo ha ido por otro.
Malnacidos sean los políticos que no defienden los sentimientos de su pueblo y prefieren inculcarles a los ciudadanos una fe postiza para convertirlos en rehenes de sus propias ambiciones. En el fondo, la clase política catalana no es más que un ejército de ocupación. Lo mismo que la vasca, por supuesto.
Publicado el 28 de febrero de 2005
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